Alta Fidelidad, la vigencia de una historia de corazones rotos y canciones perfectas
Sea en la forma que sea, siempre es bueno reencontrarse con Rob, ese melómano atrapado en la nostalgia de analizar una y mil veces su pasado amoroso (y musical). La universalidad de una historia dedicada a las frustraciones sentimentales permite que nuevas generaciones se identifiquen con ese personaje. Y hoy son múltiples las razones para volver a Alta fidelidad, porque si bien la noticia es que finalmente llega a Argentina la primera temporada de la serie –disponible desde hoy en StarzPlay– también se cumplen veinticinco años de la publicación del libro de Nick Hornby en el que se basa, y dos décadas dsde el estreno de la mítica película con John Cusack.
La pasión según Hornby
Nick Hornby está obsesionado con la figura del fan. Hasta hace no mucho tiempo, el fanatismo desmedido no era una medalla que quisiera colgarse nadie, aunque fuesen millones quienes a escondidas se animaban a discutir acaloradamente cuestiones que para el no iniciado, podían resultar absurdas. Hornby comprendía esa susceptibilidad porque él era una de esas criaturas, un acumulador de datos serial atravesado por su amor a la música (y a la literatura, y al periodismo, y al fútbol, etc, etc).
En 1995, el autor lanzó su novela más popular, Alta fidelidad, en la que el dueño de una disquería se sumerge en el masoquista ejercicio de procesar una ruptura amorosa recordando las relaciones que hicieron mella en su vida. Rob transitaba el dolor armando listas del tipo "Top Five de canciones para arrancar bien un lunes", o "Top Five de temas para despedir a alguien que falleció", hablándole al lector a la cara y convirtiéndolo en el terapeuta de sus miserias. Porque a fin de cuentas, en mayor o menor medida todos somos Rob, y sanábamos abandonos a fuerza de armar compilados en cassette.
Alta fidelidad pronto se convirtió en un fenómeno de culto, demostrando que el mundo estaba lleno de Robs que se preguntaban eso de "¿escucho pop porque estoy deprimido, o estoy deprimido porque escucho pop?". Y ante el éxito de una novela que no pierde vigencia (y luego de una adaptación al cine que potenció la fama del libro), en 2018 se puso en marcha una versión televisiva, pero que prometía un cambio central en su propuesta.
Zoë Kravitz, la melómana perfecta
En esta nueva adaptación, Zoë Kravitz encarna a Rob, la dueña de una disquería de Brooklyn cuya historia comienza cuando su novio Mac (Kingsley Ben- Adir) decide ponerle punto final al noviazgo de ambos. Ella llora, le insiste con compartir al menos unos últimos minutos de aparente felicidad, pero él se niega y cierra la puerta del departamento dejando atrás un proyecto que no llegó a un final feliz. A mitad de camino entre la angustia y la bronca, Rob intenta salir adelante de la única forma que conoce: escuchando música, armando compilados y refugiándose en su local, donde trabaja junto a Cherise (Da´Vine Joy Randolph) y Simon (David H. Holmes), otros melómanos empedernidos. Y mientras la protagonista intenta sanar las heridas de ese amor interrumpido, destellos del pasado revelan sus propias fisuras.
Alta fidelidad es una obra masculina: los fantasmas que persiguen a Rob y su (ligeramente resentida) forma de percibir a las mujeres responde a la sensibilidad de un personaje frágil, que tapa sus baches exclamando, con tono quebrado y bajo la lluvia, que él no es el problema, que el problema siempre fueron ellas. Por ese motivo, cuando se reveló que la serie televisiva iba a tener una mujer al frente, hubo una una desconfianza inicial en fans que, como el propio Rob, ven con malos ojos cualquier cambio en una formación clásica. Pero en su llegada a la pantalla chica, Alta fidelidad propone un camino similar al de la novela, aunque con ingredientes que enriquecen la trama.
La versión femenina de Rob es igual de neurótica y enamoradiza que su equivalente masculino, igual de desprolija en relación a sus sentimientos, pero sin prejuicio a la hora de experimentar el amor, entre otros muchos cambios que responden no a un cambio de género, sino a una sensibilidad renovada que en algunos aspectos se parece, pero en otros se diferencia sustancialmente de la novela original. En un momento en el que abunda la corrección política en series que meten a presión elementos que pronto resultan forzados, Alta fidelidad naturaliza debates que otras ficciones ni se animan a plantear: ahí está como muestra el brillante diálogo sobre si se debe condenar o no la música de Michael Jackson a la luz de las denuncias y procesos judiciales por pedofilia que enfrentó el músico ("presunta pedofilia", como insiste una fan del artista en esa escena).
La aparición de Zoë Kravitz en el cosmos de Hornby, lejos de un aggiornamiento chato, es una feliz revitalización de una historia que no pierde actualidad, aunque ahora los compilados se hagan en Spotify, y no escuchando una y mil veces gastados vinilos.
La bronca de Zoë
A pesar del buen recibimiento que tuvo la ficción cuando se estrenó en febrero de este año, la plataforma Hulu (encargada de producirla en los Estados Unidos) informó que no habría una segunda temporada. Frente a esa triste noticia, Zoë Kravitz escribió en su Instagram: "Quiero agradecerle mucho a la familia de Alta fidelidad. Gracias por todo el corazón y el amor que le pusieron a esta serie. Ninguno de ustedes dejó de asombrarme. Y gracias a todos los que nos vieron y nos apoyaron. Las rupturas son un asco". Muchos fans y celebridades como Reese Witherspoon (compañera de Kravitz en Big Little Lies) manifestaron su tristeza ante la noticia, y la actriz Tessa Thompson escribió: "Los extrañaré un montón". Aprovechando ese mensaje, Zoë respondió con un posteo muy filoso: "Está todo bien. Total, Hulu tiene muchísimas otras series protagonizadas por mujeres de color, ¿no?".
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En épocas en los que muchos proyectos mueren, pero a veces renacen en otras plataformas, el grupo de fans que se creó a partir de esta nueva adaptación no pierde las esperanzas de un eventual regreso de Alta fidelidad en otra señal de streaming. Mientras tanto, no queda más remedio que incluir a este título en el Top Five de "Series canceladas prematuramente que nunca dejaremos de extrañar".
Cinco razones para recordar el film de John Cusack
Como sucedió con el libro, el largometraje protagonizado por John Cusack y dirigido por Stephen Frears en 2000 fue bandera de una generación que navegaba como podía en sus treinta y pico. Alta fidelidad fue uno de esos felices experimentos en los que todo salió bien, y lo recordamos con un Top Five de ingredientes que hicieron de esa una película inolvidable.
1. La banda de sonido: al momento de llevar la novela al cine, el reto principal fue encontrar las canciones perfectas que enmarcaran el turbulento universo emocional del personaje. Y para eso se eligió una banda de sonido perfecta, que al igual que los compilados de Rob, pasea por distintos climas a través de grupos como The Velvet Underground o The Thirteen Floor Elevators, en un mix en el que se destaca "Always See Your Face" de Love, una de las bandas de rock más grandes de los 60.
2. Jack Black: el actor que allí interpretaba a uno de los empleados de la disquería en la que transcurre la historia, era prácticamente un desconocido. Pero el histrionismo que despliega en la película, ese magnetismo animal y musical que culmina con una gran interpretación de "Let´s Get It On", es otro de los descubrimientos del film.
3. Demoliendo paredes: uno de los aspectos clave del libro era el que Rob le hablara directamente a sus lectores, un rasgo muy importante que permite una empatía inmediata entre el protagonista y el público. La decisión de respetar esa estructura, y dejar que Cusack rompiera la cuarta pared a fuerza de brillantes monólogos y un gran carisma, es otro de los mayores aciertos del largometraje.
4. Al servicio de Hornby: desde el primero al último minuto, es evidente el interés de Stephen Frears por respetar la identidad de la obra original. Más allá de las diferencias superficiales (el trasladar la historia de Londres a Chicago, u obviar pasajes como el qué sucede cuando una viuda vende los vinilos de su marido), el director procuró conservar la esencia del libro, y ese tono de agradable melancolía que respira la novela.
5. Championship Vinyl: esta disquería es el marco del relato, es el lugar perfecto en el que los personajes ahogan sus miserias y comparten sus placeres musicales. Porque más allá de la importancia que tiene el amor para Rob, él declara que "las personas valen por lo que les gusta". Por ese motivo, las mejores escenas son las que transcurren en ese local que es la fantasía de muchos, y en donde los protagonistas se sumergen en esa pasión que gira a 33 revoluciones por minuto, y que en esencia los define como individuos.
Los diez capítulos de Alta fidelidad se encuentran disponibles a partir de hoy a través de Starzplay. La película Alta fidelidad está disponible en Claro Video e iTunes
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