A las once de la noche, tras una maratónica jornada de un periplo que había comenzado ocho meses antes, encerrados en un set en un tórrido verano, luego de filmar la última escena de la serie, varios actores comenzaron a llorar. Bromeaban en las entrevistas que brindaban a los medios que esos intensos meses de rodaje significaron, en cierto modo, un secuestro. Sin embargo, cuando la filmación llegó a su fin nadie quiso marcharse ni quitarse el mameluco de color rojo. El creador de La casa de papel , Álex Pina, sintetiza el esfuerzo, el rendimiento y el resultado de esta producción –que regresará con su segunda temporada a Netflix el próximo 6 de abril– con un sólo adjetivo: épico. Mientras en la ficción se jugaba una carrera contra el tiempo para construir un túnel y para imprimir millones de euros en la Casa de Moneda española, en la vida real, la emisión de cada episodio por la señal Antena 3 le pisaba los talones a las escenas grabadas. Eran necesarias dos unidades simultáneas de filmación y turnos de edición de siete días a la semana para cincelar el material bruto con tiempo suficiente como para llegar al aire.
Si los atracadores contaban con un cerebro infalible, El Profesor, La casa de papel también tiene el propio. Luego de dos décadas en Globomedia, Álex Pina (responsable de Los hombres de Paco, Los Serrano, Vis a Vis) se retiró en excelentes términos para fundar su propia productora, a la que bautizó Vancouver. Junto con Atresmedia le dio vida a una serie que se convirtió en un suceso mundial y alcanzó cifras inusitadas de audiencia. En España, cuatro millones de espectadores vieron por TV el primer episodio de esta ficción, estrenada en mayo de 2017, aunque menos de la mitad despidió su desenlace [se emitieron primero nueve capítulos los lunes y, tras un hiato durante el bajo encendido del verano boreal, regresó con los seis capítulos finales los jueves, frente a la feroz competencia de Gran Hermano]. La cifra, de todos modos, merece elogios al son de la autodenominada "Marea roja", la legión de fanáticos activos de esta serie en las redes sociales. Desde su estreno internacional en Netflix, La casa de papel –en inglés se llama Money Heist– llegó a ocupar, según el sitio IMDB, el puesto número 15 a nivel mundial de la series favoritas entre sus usuarios.
Múltiples enigmas se plantean en esta segunda temporada emitida por el gigante del streaming –en su emisión original los capítulos promediaban los 70 minutos, pero Netflix redujo la extensión de cada episodio a entre 40 y 55 minutos– que tiene tantos fanáticos en la Argentina. ¿Habrá final próspero y feliz? ¿Mónica quiere de modo genuino a Denver? ¿Cuál es el vínculo de esta serie con Vis a Vis, la serie anterior creada por Pina? ¿Existe algún traidor dentro de la banda? ¿Logrará Nairobi recuperar a su hijo? Pina dialogó con LA NACION sobre éstos y otros interrogantes que plantea la esperada segunda temporada de su ficción.
–¿Cómo explicás este éxito fuera de España?
–Es difícil. Hay que buscar el éxito en una especie de… no sé cómo llamarlo, pero de un espíritu de decepción hacia los gobiernos, hacia los bancos centrales y un espíritu antisistema de mucha gente decepcionada en el siglo XXI. Creo que hay también otros factores, por ejemplo, el género del atraco existía, pero al trasladarlo a una ficción seriada nos permitió hacer un diseño de personajes más brutal. Es una serie coral, de veinte personajes. Hemos utilizado un género norteamericano preexistente en cine con personajes mucho más emocionales. Por un lado, tenemos por arriba de la historia con un soporte masculino, pero quisimos darle una mirada femenina.
–Entonces elegiste contar con Tokio [el personaje de Úrsula Corberó] como narradora.
–Sí, sabíamos que teníamos entre manos una serie que se vertebraba en pilares masculinos, el género de atraco y de bandidos. Con lo cual teníamos muy claro que queríamos que la serie tuviera una mirada emocional. Teníamos un primer guion con el off del Profesor, pero nos dimos cuenta de que tenía mucho más sentido el off en Tokio por muchas razones y finalmente fue ella.
–¿Qué razones? ¿Cuántas versiones tuvieron del primer guion?
–En seguida nos dimos cuenta de que el Profesor es un personaje de perfil bajo, modesto, que no tenía un cierto tufo egocéntrico. Tokio puede hablar desde la banda de atracadores y a la vez eso es mucho más orgánico y emocional. Hicimos 48 o 50 versiones del guion.
–¿Siempre tuviste claro cuál sería el final del atraco?
–Sí. Siempre supimos a dónde llegar y cómo hacerlo. Sí cambiamos la extensión, el número de capítulos, pero siempre tuvimos claro este final, coherente, no podría haber otro.
–¿Por qué elegiste la máscara de Dalí?
–Estuvimos pensando mucho tiempo y necesitábamos una imagen icónica, en este mundo donde hay muchísima ficción, donde se están rodando cada vez más series y queríamos tener una imagen muy referencial. Dalí es un ícono pop, un genio. Nunca te olvidas de sus bigotes. Nos dimos cuenta de que era la imagen perfecta para esos atracadores. La cara de Dalí se eligió porque era la más poderosa en términos de fuerza e imagen y además lo conoce todo el mundo. Y de rojo porque definimos ese valor cromático porque creíamos que era el color de la serie.
–¿Hace cuánto tiempo tenías esta idea? ¿Cómo fue el proceso de realización?
–A mí siempre me han gustado las películas de atracos. Después de terminar Vis a vis [también disponible en Netflix], fundé mi propia productora, Vancouver. Quería hacer el género de atraco pero era muy complicado porque nos metíamos en un terreno nuevo. Era una inconsciencia, pero todo se compuso muy rápidamente. Trabajamos en la escritura siete u ocho guionistas para así rodar en el menor tiempo posible. Necesitamos, para que fuese viable, rodar a cuatro cámaras en doble unidades constantes para terminar lo rápido posible. Por un lado, rodábamos el robo en la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre, y, por el otro, rodábamos a la policía y al profesor. Eso nos permitía el costo de la serie, pero tuvimos que meternos a fondo, cuatro o cinco meses de escritura, en ocho meses de rodaje.
–Decís que Breaking Bad es tu gran influencia, ¿por qué?
–Breaking Bad fue una inspiración: a partir de ella cambié la forma de escribir. Había hecho entonces varias series a las que les fue bien, pero también tuvimos un fracaso, y tuvimos un momento de reflexión y analizamos Breaking Bad. Como con Vis a Vis, que transcurre en una prisión, se trabaja con la ambigüedad moral. Constantemente está bandeando al espectador, lo zarandea. Berlín está en un lado, el Profesor del otro, pero luego cambian. ¿Dónde están los personajes? Entre el Bien y el Mal. Van de la oscuridad a la luz, y viceversa. Amamos escribir los monólogos tremendos de Berlín que Pedro Alonso defendió con tanto arte interpretativo.
–¿Te gustaría realizar un spinoff para la serie?
–Realmente nació como una serie cerrada: es un atraco de 136 horas. En la Argentina no han visto la segunda temporada, que para mí es mucho mejor que la primera. No sé qué va a pasar de aquí en adelante, ahora mismo no hay nada escrito. He disfrutado muchísimo la serie, el camino que hemos recorrido, la épica con la que hemos luchado esta ficción, tanto en escritura y con los actores. Estoy encantado. Pero hoy no podría decir que sí.
–El conductor más famoso de la Argentina, Marcelo Tinelli, quiere empezar la nueva temporada de su ciclo con algún homenaje o alusión a La casa de papel. ¿Lo conocés?
–Sí, lo conozco de Videomatch. ¡Qué bien! Estamos encantados de que les guste, muchísimas gracias a todos en la Argentina. Cuando el 20 de diciembre se estrenó en Netflix, nunca nos imaginamos que la serie estaría por encima de otros títulos tan poderosos. Estamos absolutamente emocionados con esto. Tenemos espectadores en Turquía, Francia, la Argentina, Uruguay, culturas tan distintas. Logramos hacer algo universal.
Un triángulo amoroso, su próximo proyecto
La semana pasada, la ficción española –que goza de excelente salud – volvió a escribir un hito. El gigante televisivo Atresmedia (propietario de Antena 3 y Atreseries) presentó una nueva división de su compañía, Atresmedia Studios, su apuesta para diseñar contenidos de ficción más allá de las fronteras españolas. Su primer proyecto será precisamente de Álex Pina: la serie El embarcadero, producida para Movistar+. "En un mes empiezo a rodar esta ficción que ahonda en alguna de las variables que venimos hablando en Vis a Vis y La casa de papel, pero desde otro punto de vista. Ahora vamos a trabajar con un drama romántico con la ambigüedad moral, en contextos muy contemporáneos desde el punto de vista del amor y de las relaciones. Una serie muy estética, muy brutal, muy sexy", adelantó a LA NACION sobre este triángulo sentimental entre dos mujeres y un hombre
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