En mayo de 2017, el canal español Antena 3 estrenó la serie La casa de papel . Se trataba de un proyecto ambicioso –algunos hasta lo consideraron riesgoso– para la televisión abierta. Era la primera ficción de una nueva productora, Vancouver, fundada por el experimentado Álex Pina, responsable de éxitos del canal como Los hombres de Paco, El barco y Vis a vis, que por primera vez se aventuraba a un proyecto televisivo propio y que para el debut había elegido un género que, en principio, parecía bastante ajeno a la tradición de géneros transitados en Hispanoamérica.
"Utilizamos un soporte de narración norteamericano como el género de atraco, pero lo hicimos con la emoción y la vinculación afectiva del mundo latino", cuenta Pina desde Madrid, agradecido y más que sorprendido con las historias que le llegan desde la Argentina sobre los fanáticos que se tatúan las caras de sus personajes y sobre esos niños recién nacidos cuyos padres eligen llamarlos Nairobi, Río o Berlín.
Es que desde aquel estreno español en mayo del año pasado hasta ayer, día en que se anunció el acuerdo global que acaba de firmar Pina con Netflix para producir nuevas series y otros proyectos exclusivos para su plataforma, ha pasado un mundo. Literalmente. En diciembre de 2017, el servicio de streaming puso a disposición de sus 125 millones de suscriptores la primera parte de La casa de papel y le dio impulso a un fenómeno que nadie, ni siquiera su creador, podría haber imaginado. Un recorrido tan vertiginoso como la trama de la serie que logró lo imposible: que el jugador más poderoso del Hollywood actual comprara y buscara reproducir una historia hecha en España construida a partir de un género tradicionalmente norteamericano. Como venderle nieve a los esquimales pero con sabor a sangría.
"Sucedió con La casa de papel, con la serie alemana Dark –cuyos creadores firmaron también un acuerdo de producción con Netflix–, con la danesa The Rain, historias que demostraron que desde un sitio pequeño puedes llegar a ser global. Lo que aporta Netflix es diversidad, pluralidad, que pequeños territorios con su idiosincrasia y con su forma de hacer las cosas puedan verse en todos los extremos del mundo. Y lo que ocurre es esto: un género norteamericano puro como las historias de atraco, que sólo existían en el cine, que ellos llevan casi cien años haciendo, pues lo hemos reconvertido en algo latino, emocional, con una profundidad de personajes muy poderosa y hasta una dimensión social. De repente conseguimos hacerle frente a lo que hasta ahora había sido un monopolio absoluto, un predominio cultural norteamericano y anglosajón que se enfrenta con algo muy diferente. Es muy estimulante para todos, para ellos y para los que estamos en el resto del mundo. Esa es la gran revolución de Netflix desde el punto de vista creativo", se entusiasma el productor, que por estos días trabaja en Sky Rojo, la primera de las series que hará como parte del acuerdo con el gigante de streaming y en la tercera temporada de La casa de papel que se estrenará en 2019.
Una continuación que tiene a sus fanáticos especulando sin parar, especialmente desde la difusión de la foto oficial que incluye a un posible nuevo asaltante con el rostro cubierto con la correspondiente máscara de Dalí, y a los ejecutivos de Netflix soñando con las posibilidades por venir.
De hecho, en un extenso artículo publicado el mes pasado por el sitio especializado Vulture que se mete en el detrás de escena de la fábrica del Binge Watching, se reproduce una reunión del equipo de producción dedicado a las series originales hechas fuera de los Estados Unidos en la que se discute "el caso La casa de papel" y cómo capitalizar su enorme éxito en sus territorios internacionales. Según cuenta la nota el responsable del área internacional, Erik Barmack, lleva meses discutiendo con Ted Sarandos, presidente de contenido de toda la compañía, el peculiar recorrido de la serie y su futuros posibles. En los charlas barajaron la idea de hacer una remake de la serie en inglés, una posibilidad que descartaron rápidamente por temor a perder aquello que la hizo tan especial. Algo con lo que Pina está absolutamente de acuerdo.
"Es algo que he leído pero no he discutido con Netflix. Entiendo que de momento es un asunto interno, una discusión de su equipo. A mí, sinceramente, me parece que la serie tiene una identidad emocional muy muy clara, y ese es el diferencial de la historia, entonces traducirla a la cultura norteamericana o de habla inglesa, no sé si tiene mucho sentido. Perdería parte del ADN propio. Creo que tenemos que educar a los norteamericanos para que vean series de otros países antes de ponerse a hacer remakes", afirma el productor que sí discutió con los ejecutivos del sistema de streaming la posibilidad de trasladar la acción y los personajes de la serie a otros países. "De la Casa de Moneda y Timbre en Madrid, a Fort Knox", imaginan en Netflix según la nota de Vulture.
"Eso ahora pertenece a una utopía a futuro, porque estamos concentrados en la tercera temporada y ha costado muchísimo trabajo hacer el diseño. Creo que después de un éxito el espectador tiene una especial sensibilidad, entonces debemos dar lo mejor de nosotros para que no ocurra el efecto decepción. Hemos hecho una serie muy poderosa con un detonante muy emocional, así que creo que la nueva temporada no va a decepcionar a nadie", dice Pina sin adelantar nada, pero firme en el propósito que se fijó cuando decidió qué historia quería contar desde su flamante productora. Y que resultó la fórmula perfecta para la nueva era de los contenidos de consumo por streaming e ideales para ver a ritmo maratón.
"En televisión abierta estamos acostumbrados a convivir con la publicidad, pero aun así yo tenía la obsesión de hacer una serie frenética, con muchos hilos narrativos porque cada vez la sensibilidad del espectador es más amplia. Mi idea siempre fue hacer una serie frenética y adictiva. Y cuando la armamos lo hicimos con una compresión de tiempo que contemplaba que un capítulo terminará con una secuencia y el siguiente empezara con esa misma secuencia. La serie es un flujo continuo en el cual el espectador siente la sensación de estar dentro y mucho más implicado de lo usual. No sólo los personajes generan adicción sino también esa sensación de compresión interna y de acontecimientos frenéticos uno tras otro. Trabajamos en ello pero lo cierto es que nunca imaginamos que estaríamos seis semanas seguidas en la lista de la series más maratoneadas del mundo. Quedando sólo por detrás del récord de 11 semanas que pertenece a Game of Thrones. Es algo increíble que nunca nos imaginamos, la verdad", admite el productor que no menciona otro laurel: La casa de papel es, según Netflix, la serie más vista en habla no inglesa. Un suceso que Pina le adjudica en parte a la emoción de que La casa de papel fuera el primer proyecto de Vancouver–otra vez el nombre de una ciudad como amuleto–, su productora.
"Lo hicimos muy rápido, era nuestro primer proyecto, no teníamos una gran inversión detrás y por eso corrimos mucho. Creo que parte de ese origen, de la velocidad, de rodar en dos unidades a cuatro cámaras, eso quedó en la serie. Ese sentido de alerta. Que es también la frescura de las primeras cosas. Eso se transmitió a los episodios. Fue una aventura. Era nuestra primera bala, era trasladar un género que no existía más que en el cine, y creo que cuando haces cosas nuevas el espectador lo reconoce", cuenta el productor, que reconoce los riesgos que tomó Antena3 con el programa y al mismo tiempo se maravilla con los vertiginosos cambios que ocurrieron en la TV española tradicional desde 2015, cuando Netflix se instaló en su país.
La segunda "bala" de Pina y su productora –ya como parte de su acuerdo con Netflix– será la mencionada Sky Rojo, una historia en la que, como sucede con La casa.., el paso del tiempo funciona como un factor dramático fundamental, un tema que obsesiona a Pina y a su equipo creativo hace años y que fue, según él, otro de los secretos de su éxito.
"Cuando nos pusimos a diseñar Sky Rojo pensamos en el tercer acto de las películas. Queríamos convertir toda una serie en un tercer acto trabajando con la velocidad de la narración, con la compresión del tiempo que en este caso es brutal, casi tiempo real. También repetimos, como en otras series que hicimos, la sensibilidad femenina. Además la vamos a rodar en varias partes de el mundo. Siempre tuve la idea de viajar haciendo una ficción, de recorrer distintos países en una serie frenética y ahora podemos hacerlo. Vamos a viajar por varios países", adelanta el productor y cuando se le pregunta si la Argentina podría ser uno de esos territorios por visitar responde, como obligan las reglas de la intriga y el suspenso, con poca certeza y bastante ambigüedad. "Espero rodar por allá. Con el cariño que nos han dado en la Argentina con La casa de papel quiero rodar ahí de una manera o de otra. O sea que espero verlos pronto".
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