Adiós a The Americans: la Guerra Fría sigue librándose en la pantalla
Tras la despedida de la ficción sobre dos espías soviéticos infiltrados en los EE.UU. de Reagan, la TV propone otras historias en las que la Cortina de Hierro sigue siendo el campo de batalla
Nunca es fácil despedirse de las series que amamos. Mucho más difícil se hace si la ficción en cuestión es una de las mejores de los últimos años y todo se complica aún más cuando después de seis temporadas y 75 episodios los que se van son Elizabeth y Philip Jennings, los espías que llegaron del frío. Anoche terminó The Americans, la brillante serie que además de contar con habilidad la historia de la pareja central logró hacer que sus conflictos íntimos reflejaran los modos del mundo durante los últimos años de la Guerra Fría. Un período histórico tan complejo como fascinante que alimenta ficciones hace más de cincuenta años. Y, como demostró The Americans, todavía tiene mucho más para dar.
Es que algo de esa combinación de espías (muchas veces) elegantes, de misiones tan riesgosas como dependientes del ingenio de sus protagonistas y de nostalgia produce dependencia e inspiró algunas otras series que tal vez ayuden a llevar mejor la etapa de duelo por la despedida de esos espías soviéticos que no quedó otra que amar.
Counterpart (TNT Series), Fleming, el hombre detrás de James Bond (Flow), Deutschland 83 (Amazon Prime Video) y A Very Secret Service (Netflix), todas a su modo, mantienen encendida la llama de aquel mundo deudor de la posguerra que pretendía estar dividido entre buenos y malos (aunque, claro, las identidades de cada uno dependían del lado del que lo mirase). Era el tiempo del temor por el holocausto nuclear, del "imperio del mal" de Ronald Reagan, en el que las apuestas eran tan altas porque desde Washington o Moscú podían decidir que era momento de hacer volar todo por el aire. Se acabó lo que se daba.
Fue una difícil época para la geopolítica pero terreno fértil para ficciones que ponen la lupa en las grietas en la Cortina de Hierro, construyendo relatos protagonizados por personajes comprometidos con su causa. Que pueden ser héroes o villanos cuando la ocasión lo requiera o el punto de vista se modifique.
"Una de las cosas más interesantes sobre The Americans y algo que me intrigaba por la reacción del público es que de algún modo, todos los espías en nuestra historia son ?los buenos'. Como autores, tanto la KGB como la CIA tienen nuestra simpatía, porque todos están sirviendo a los intereses de sus respectivos países", explicaba Joe Weisberg, uno de los creadores de The Americans y exagente de la CIA, a la que tuvo que mandar cada uno de los guiones de la serie para conseguir el aval de sus antiguos empleadores.
Más allá de las licencias poéticas y los diferentes géneros utilizados para armar las tramas, lo cierto es que las series de espías parten de la ansiedad real y el pánico que generaba un mundo dividido entre comunistas y capitalistas y la posibilidad cercana e inminente del apocalipsis nuclear.
Doble agente
No es spoiler decir que The Americans cerró su marcha de la única manera que podía hacerlo. Sin posibilidad de final feliz para sus antihéroes Philip y Elizabeth -interpretados con maestría por Matthew Rhys y Keri Russsell-, soldados rasos de una guerra que su historia siguió en la era de Gorbachov y Reagan.
El alcance cronológico de Counterpart es bastante más amplio. Y complicado: la serie protagonizada por J.K. Simmons transcurre en la Berlín de la actualidad. Sin embargo, el presente se vuelve difuso y abierto a debate para Howard Silk (Simmons) cuando se entera de que, a causa de un experimento realizado durante la Guerra Fría, el mundo se dividió en dos universos paralelos habitados por las mismas personas, que con el paso del tiempo dejaron de serlo. Así es como al bueno de Howard, un oficinista que trabaja en las Naciones Unidas controlando el pasaje de Berlín occidental a Berlín oriental, se encuentra con su doble. Un Howard peligroso, un macho alfa que está siendo perseguido por una asesina de su propio universo.
Con una dirección de fotografía y un diseño de producción que aportan al clima ominoso del relato, Counterpart toma elementos del género de espías y lo combina con la ciencia ficción, pero sobre todo se apoya en los secretos y recovecos de sus personajes principales. Además de Simmons -fantástico en su doble papel- también aparecen Olivia Williams (quien es la esposa comatosa de Howard en un mundo, y su exmujer y una poco fiable agente en el otro) y Stephen Rea, un poderoso hombre en las sombras que parecen dirigir los hilos de ambos universos.
El muro
Tal vez la serie que mejor encaja en el espacio que deja vacante The Americans es Deutschland 83. Un motor tracción a nostalgia ochentosa que cuenta la historia de un infiltrado del otro lado.
Todo transcurre entre la Alemania oriental y la occidental, entre el país soviético del racionamiento, la vigilancia ideológica y el control del pensamiento y su versión sumergida en un capitalismo de excesos y abundacia, que aún lidia con las heridas de la Segunda Guerra. Allí aparece Martin, un joven soldado de la Alemania oriental elegido para pasar del otro lado del muro para espiar a los enemigos que acechan.
Al ritmo del pop de sintetizadores alemán, el relato utiliza el humor para señalar el choque cultural que experimenta el joven cuando pasa del otro lado del Muro de Berlín, aunque vira al suspenso cuando su tarea como infiltrado empieza a volverse cada vez más peligrosa.
Algo de ese doble tono aparece también en los cuatro episodios de la miniserie británica Fleming, el hombre detrás de James Bond, Basada libremente en la vida y la obra de Ian Fleming, creador del espía más famosos de la ficción.
Protagonizada por Dominic Cooper (tan perfecto aquí como en su interpretación de Howard Stark en Capitán América y Agente Carter), la serie repasa la vida de Fleming durante la Segunda Guerra Mundial, su afán de aventuras, sofisticación y apetito por la buena vida además de su búsqueda de gloria pese a ser una decepción constante para su familia, especialmente para su madre (la gran Leslie Manville, de El hilo fantasma).
Fleming siempre se presenta aquí como un galante seductor, dispuesto a todo para salirse con la suya y poner a prueba lo que llama "herramientas para ganar la guerra" mientras sus superiores se quejan de sus "juguetes", Fleming , según lo muestra la serie, adivina que el final de la Segunda Guerra será el comienzo de otra; una que no se peleará en el frente ni la librarán soldados, sino que ocurrirá en detrás de escena y cuyo ejército serán los espías. Un panorama que luego transformaría en literatura para sus exitosas novelas.
Novelas que bien podrían haber estado habitadas por algunos de los personajes de A Very Secret Service. Una parodia al estilo de El superagente 86 ambientada en una agencia de inteligencia francesa no demasiado inteligente.
Se trata de una comedia negra que transcurre en los años 60 con el estilo de Mad Men -y nada de su solemnidad-, que sigue el derrotero de André Merlaux, el joven recluta que en poco tiempo pasa del entusiasmo de transformarse en espía al servicio de Francia al desconcierto de descubrir qué implica realmente su profesión. Para empezar, sus mayores desafíos suponen saber si debe contestar el teléfono que suena insistentemente en su escritorio, por tratar de entender de qué está hablando su jefe cuando no se dedica a torturar prisioneros búlgaros para celebrar los viejos buenos tiempos, defender el sueño colonialista de Francia o a pedir recibos por los viáticos gastados en la última misión.
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