9-1-1 (Estados Unidos, 2018). Creadores: Ryan Murphy, Brad Falchuk y Tim Minear. Elenco: Connie Britton, Angela Bassett, Peter Krause, Oliver Stark, Aisha Hinds, Kenneth Choi, Rockmond Dunbar. Los miércoles, a las 23, por Fox (también disponible en FoxPlay). Nuestra opinión: Regular
9-1-1 parece una serie de otra época, pero no en el buen sentido. No se apoya en el clasicismo como virtud, en la fuerza del relato o en el vigor de un género, sino en ciertos procedimientos ya gastados, en una cursilería demodé, y en situaciones dramáticas forzadas y que rozan lo inverosímil. Las actuaciones de sus estrellas, como Connie Britton , y algunos secundarios como Aisha Hinds o Rockmond Dunbar salvan del desastre el derrotero de una ficción que conjuga emergencias íntimas y cotidianas con la profesión de bomberos y rescatistas sin nunca dar a esa lógica mayor profundidad que una sumatoria de lugares comunes y tensiones impostadas.
Todo comienza con un llamado. Abby Clark (Britton), una de las operadoras del servicio de emergencias (el 911 del título, que incluyen –además de accidentes hogareños y crímenes, novios suicidas, derrumbes o el descarrilamiento de una montaña rusa), lidia día a día con su propio caos cotidiano: su madre con Alzheimer, su reciente separación, su intento de tener vida propia. Algo parecido ocurre en la vida de cada integrante del equipo de rescate: adicciones, pasados tumultuosos, secretos y otros calvarios personales. La idea, aunque no original, podría haber sido buena, bien resuelta. Pero inexplicablemente el equipo de creadores integrado por Ryan Murphy , Brad Falchuk y Tim Minear (responsables de American Horror Story , Feud , Glee, la inolvidable Nip/Tuck) no desarrolló un buen guion ni una puesta en escena atractiva, sino una sumatoria de escenas aisladas, sin una verdadera conexión entre los personajes más allá de diálogos que entienden los vínculos laborales y afectivos como una serie de devaneos discursivos.
Es extraño cómo la nueva apuesta de Fox, siguiendo la estela de legendarias series de grupos de emergencias que van desde ER o Chicago Hope, hasta las infinitas derivaciones de la franquicia de Dick Wolf (Chicago Fire, Chicago Med, y varias más) delinea una Los Ángeles de situaciones límite creadas de manera tan desprolija, sin complejidad ni verdadera emoción. Tanto el fracasado matrimonio de la policía que interpreta Angela Bassett, como el pasado de alcoholismo y redención del bombero al que da vida Peter Krause, se convierten en simples anécdotas que se cruzan con otras historias dispersas, intervenidas con un humor que no siempre funciona. Es Abby, pese a una amistad repentina y meteórica con la mujer que cuida a su madre y un redundante coqueteo telefónico con un bombero al que asiste en un operativo, el personaje que tiene más vida y un verdadero mundo que desplegar.
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