5 claves de la polémica nueva temporada de Dear White People
Es sabido que desde que Netflix estrenó el año pasado Dear White People, la versión televisiva del hit de cultohomónimo dirigido Justin Simien, la controversia estuvo a la orden del día. Primero, gente ofendida por la campaña que habían hecho para promocionarla y luego, en los Estados Unidos se comenzó a hablar insólitamente de "racismo inverso" en el sentido de que se discriminaba a los blancos, tanto por el título de la serie como por el argumento. Pero eso no detuvo la producción y una segunda temporada vio la luz. Por suerte, se volvió más inteligente y ácida que nunca. Acá 5 claves, controversias y sorpresas de los nuevos capítulos para que te tientes a empezar a verla o para que la sigas. ¡Atención, hay spoilers!
1. Cambios en la narrativa: un misterio en el centro de la temporada
Si bien Dear White People continúa con su entretenido axioma de que no hay mejor estrategia para tocar ciertos temas escabrosos que poner a personajes jóvenes y articulados a hablar de ello (continúan los monólogos internos y externos de los personajes), ahora se suma un elemento más a la narrativa. La temporada también se divide en capítulos en donde nos van presentando (a diferencia de la primera donde se mostraban los mismos sucesos desde distintas perspectivas) hechos sobre los personajes de siempre y otros nuevos. Celebramos por ejemplo poder finalmente saber más de la fiel sidekick de Sam, Joelle (Ashley Blaine Featherson). Pero a su vez, se suma un misterio nuevo, en tanto los estudiantes tratan de averiguar primero quién está detrás del troll racista que se ha ensañado con Sam (Logan Browning) en Twitter (dando lugar al grupo Dear Right People) para luego desenmascarar a una supuesta logia oculta tras la historia de Winchester University. De este modo, la temporada va escalando en dramatismo [Coco enfrenta un aborto, Sam la muerte de su padre, Reggie el estrés post traumático luego de haber sido amenazado por la policía], fruto de esto y de los conflictos de raza y género de época.
2. Giros en los personajes y un despertar sexual
Una de las cosas más divertidas de esta temporada tiene que ver con el personaje de Lionel (DeRon Horton), que se asume como abiertamente gay, definiendo qué le pasa con su ex jefe (Silvio) y con un nuevo interés romántico. Lionel es quizás uno de los personajes más queribles de esta historia y resulta interesante la manera en que se elige mostrar la sexualidad de un joven de color homosexual en TV, sin excesos, pero de modo muy real y graciosamente explícito (incluyendo escenas de sexo que generaron muchos comentarios en las redes sociales).
Por su lado, Troy (Brandon P. Bell) es el que más cambia desde la primera temporada. Sufre una especie de colapso por la presión de su carrera política y los hechos que desencadena que se integren los dormitorios en la universidad (ahora todos deben ser interraciales). Alejado del ámbito político, considerado un paria por sus amigos, acusado de incendiar la facultad y sin rumbo, encuentra un aliado impensado en Reggie (Marque Richardson) y se dedica a fumar marihuana, tener sexo y emborracharse hasta tocar fondo. No sin antes explorar su faceta cómica intentando hacer stand up y hasta escribiendo gags para Pastiche, la revista de chicos blancos que le lleva la contra a Sam.
3. El elefante en la habitación (y varios papelones públicos)
Justin Simien, el creador y showrunner de la serie, ha dicho en numerosas ocasiones que cuando terminó de filmar la primera temporada de la serie, Estados Unidos era un lugar diferente. A lo que se refiere sin nombrarlo (al igual que en la serie donde no se menciona ni una vez su nombre), es a la asunción de Donald Trump como presidente, que generó un antes y un después en relación a los derechos de las minorías. Sin embargo, esta temporada dos elementos refieren de forma innegable al estado de situación y los discursos actuales en torno a cuestiones de raza, sexualidad y género. Por un lado, Sam arranca diciendo algo más que representativo del estado del debate en los EE. UU. (en particular en las redes y sobre todo en relación a la prepotencia de Trump) cuando habla del troll anónimo que la está atacando por Twitter: "Algo cambió. La lógica, la razón, el discurso, ya no están".
Luego Simien tuvo el buen tino de traer a bordo a esta temporada a la brillante Tessa Thompson (quien hiciera de Sam en el film homónimo) en el papel de Rikki Carter, una política conservadora de raza negra que ha construido su carrera a base de polémicas televisadas por canales como FOX y que parece encarnar al diablo mismo. Este antagonismo que se genera entre Rikki, quien debe ir a hablar a la escuela en un debate público y Sam, la heroína intrépida del programa de radio Dear White People, escala hasta llegar al clímax: en una escena de confrontación impecable donde lejos de ser un duelo dialéctico ganado por la protagonista, Rikki le revela a Sam las bambalinas de la ecuación raza-poder en América. Asimismo el personaje ultraconservador de Rikki parece haber tocado una fibra sensible en ese país, ya que muchos paralelismos se han hecho tanto con presentadoras de FOX News como figuras políticas republicanas e inclusive con el insólito discurso del propio Kanye West diciendo que la esclavitud se elegía.
4. ¿Quién es el relator de DWP?
Al mejor estilo Gossip Girl, desde el minuto uno del primer episodio la serie una voz de barítono característica nos guía a través de la acción y los pensamientos de los personajes. ¿Quién es el actor? ¿ Acaso es solo un narrador omnisciente o un personaje de la serie? ¿Lo conoceremos alguna vez? Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos. Tanto este misterio, como uno que se abocan a descubrir durante toda la temporada Sam y Lionel (¿existen logias secretas que han perdurado y funcionado durante años sin que nadie lo sepa en la universidad?) son revelados en el final. Resulta que el actor es nada menos que Giancarlo Esposito (Gus de Breaking Bad), y nos enteramos que, efectivamente, existe una logia de estudiantes de color integrada por alumnos destacados y otros cuyas familias han asistido a Winchester por generaciones. Lo que no sabemos todavía es qué función cumple, quiénes más la integran y por qué operan en el anonimato. Con este descubrimiento casi fortuito por parte de Sam y Lionel, el territorio ya está preparado para una emocionante tercera temporada, en la que las logias secretas [recordemos que Coco también ha estado intentando ingresar a una], de un lado y del otro, lucharán por ganar el poder en Winchester.
5. ¿Quién comenzó el incendio? ¿Quién raptó al perrito de Kelsey?
Otros dos misterios menores -que igual generaron mucha especulación de parte de la audiencia-, que se develan en el transcurso de la segunda temporada son: quién incendió el campus y quién secuestró a la mascota de la hilarante Kelsey (Nia Jervier). Al parecer el incendio no fue causado por Troy, a quienes todos acusan y tampoco por un miembro de Pastiche para incriminar a los estudiantes de color, sino por un distraído estudiante blanco que hace explotar una cena instantánea en un microondas. Simple y efectivo golpe de humor de Simien. Con respecto al caniche, todo este tiempo lo tuvo Al, el amigo con pocas luces de Reggie y AP (Armstrong Parker Dormitory), que luego de encontrarlo se encariñó y no quiso devolverlo a su desesperada dueña.
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