30 Rock, una comedia inolvidable que vale la pena volver a ver
Las siete temporadas de la serie creada y protagonizada por Tina Fey están disponible en DirecTVGo y Flow a través de la señal Universal+
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A veces, con el entusiasmo que generan las plataformas de streaming por sus nuevas series –sea genuino o artificial– es fácil olvidarse de las ficciones del pasado que marcaron una época. Esas que, curiosamente, cuando vuelven a estar disponibles gracias a las plataformas invitan al maratón nostálgico. Así sucede con 30 Rock, la fantástica comedia creada y protagonizada por Tina Fey que comenzó en octubre de 2006 y que luego de siete temporadas y 139 capítulos se despidió del aire en 2013. La sitcom sobre el detrás de escena de un programa de comedia en vivo al estilo de Saturday Night Live –Fey fue allí guionista en jefe y parte esencial del elenco durante años– fue una de las últimas en realizar veinte episodios por temporada, un formato utilizado en la TV abierta en vías de extinción. Y que puede resultar abrumador para los espectadores poco acostumbrados a semejante volumen de contenido. Por eso, para los neófitos y los fanáticos de 30 Rock que quieran conocer o reencontrarse con la serie ganadora de 16 premios Emmy, sus siete temporadas ya están disponibles en Flow y DirecTVGo a través de la señal Universal+. A continuación, cinco grandes episodios que permiten acercarse a la destacada comedia.
Temporada uno, capítulo 12. La identidad y el estilo de una serie no se establecen necesariamente con su primer episodio o “piloto”. Muchos ciclos necesitan de un tiempo para encontrar su ritmo y, de hecho, algunas nunca lo consiguen, especialmente si no tienen la suficiente repercusión. En el caso de 30 Rock, ese momento llegó con “Black Tie” hacia la mitad de su primera temporada. En el episodio, Liz Lemon, la guionista tan talentosa como neurótica que interpreta Fey, su jefe Jack Donaghy (Alec Baldwin) y la diva Jenna Maroney (Jane Krakowski) son invitados a una fiesta de la alta sociedad neoyorquina en honor de Gerhardt, un príncipe alemán fruto de la nobleza endogámica que interpreta el comediante Paul Reubens. Con la participación de Isabella Rosselli como la desequilibrada exesposa de Jack, el episodio coquetea con el absurdo y la exageración que de allí en adelante serían las marca registradas de toda la serie.
Temporada dos, capítulo 1. Una señal inequívoca de que 30 Rock iba por el buen camino fue el episodio que inauguró su segundo año en el aire. Con el título de “SeinfeldVision”, el capítulo imagina un escenario que en 2007 sonaba a ciencia ficción y ahora es una aterradora realidad. Jack, el presidente de NBC, la cadena de TV en la que transcurre la acción –tanto en la realidad como en la ficción– decide lanzar una nueva iniciativa que incorpora a Jerry Seinfeld en todos los programa del canal. Así, gracias a la inteligencia artificial o la SeinfeldVision, el comediante aparece como actor en La ley y el orden y como concursante en un programa de juegos, una novedad que no le sienta demasiado bien al cómico, que se presenta en el canal para pedir explicaciones al ejecutivo. “Tengo muchos planes. El primero en mi lista es matar a Jerry Seinfeld”, dice Jack, quien le ruega a Lemon que distraiga al cómico. Vestida de novia y en crisis por la separación de su novio Floyd (Jason Sudeikis de Ted Lasso), la guionista termina llorando e imitando, sin querer, el particular tono de voz que hizo famoso al comediante.
Temporada 2, capítulo 4. Este episodio se apoya en un elemento narrativo que forma parte de la columna vertebral del programa: los guiños a la cultura popular del siglo XX. Para empezar, el capítulo lleva como título ”El bebé de Rosemary” y cuenta con Carrie Fisher como actriz invitada. La legendaria intérprete de Star Wars encarna a la Rosemary del título, una guionista que allanó el camino para que otras mujeres pudieran dedicarse a lo mismo. Entre ellas, Lemon, quien la idolatra y decide contratarla para su programa, lo que termina en desastre. Y habilita la referencia más esperada por todos. “¡Ayúdame Liz Lemon, eres mi única esperanza!”, dice Fisher, parafraseando la icónica línea de diálogo de su princesa Leia en Star Wars.
Temporada 3, capítulo 15. Uno de los puntos más fuertes de 30 Rock fue su capacidad para transformar agudas observaciones sobre los comportamientos en inolvidables pasos de comedia. Es evidente en este episodio, que señala que la gente bella experimenta el mundo de una manera muy diferente al resto de los mortales. Para graficar el tema aparece Jon Hamm como Drew, un nuevo interés amoroso de la protagonista, que va por la vida sin saber que su aspecto le facilita mucho las cosas. “Usaron mis fotos del equipo de natación del secundario como inspiración para dibujar al príncipe Eric de La sirenita”, dice Drew sin un gramo de autoconciencia. Liz le revela que vive en una burbuja porque gracias a su aspecto nadie se anima a decirle que no sabe jugar al tenis, que cocina horrible y que tampoco es el amante experto que cree ser.
Temporada 5, capítulo 20. Para celebrar sus cien episodios, 30 Rock emitió un capítulo doble que lidia con su posible cancelación. Para evitar el desastre, Lemon debe crear el mejor programa posible y uno que convenza a sus jefes de que ella y su elenco son tan trabajadores como responsables. El problema es que en pleno proceso de producción todos empiezan a actuar muy raro debido a una fuga de gas en el edificio. El responsable de solucionar el problema es el jefe de mantenimiento, que se pasa todo el episodio mencionando que es su último día en el trabajo, que sueña con irse a casa con su novia, a la que le propondrá casamiento, mientras manipula peligrosas herramientas en la sala de gas. El absurdo de la situación llevada al ridículo es otra de las herramientas que la sitcom supo elevar a arte. Tal era su capacidad para atraer a famosos dispuestos a divertirse con ellos. En este caso, Tom, el gasista al borde de la jubilación, es interpretado por Michael Keaton quien, mucho antes de ser Batman, soñaba con tener una carrera como comediante y, por lo que se ve en la serie, tenía el talento suficiente para serlo.
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