Ser director de programación, un trabajo ingrato
Cuando a un canal le va bien, los laureles van para los productores; cuando le va mal, es culpa de los jefes; ¿cómo es la dinámica de este puesto jerárquico en la televisión argentina?
Tarea solitaria e ingrata si las hay. Ser director de programación no es exactamente un trabajo en el que lluevan las felicitaciones, agradecimientos y palabras de aliento en los momentos complicados o en épocas de vacas gordas. Lejos de eso, quienes ocupan ese cargo en los canales de aire, parecen ser los culpables de todos los males de sus señales y jamás los receptores de elogios cuando las cosas van bien.
Para entender lo ingrato de esta labor no es necesario hacer mucha memoria, sino que con recordar 2012 y analizar 2013 alcanza. Los casos de Telefe y El Trece son los más claros.
"Los directores de programación saben que la televisión es cíclica, que hoy se gana y mañana se pierde".
2012 fue el segundo año de Tomás Yankelevich al frente de Telefe y como reza el saber popular, "lo ganó de punta a punta". Más allá del triunfo contundente, la mayoría de las felicitaciones no fueron hacia él, sino en otras direcciones, como ser: Sebastián Ortega por la realización de Graduados y Guillermo Francella por el no vencimiento de Casados con hijos , entre otros destinatrios. Esto no significa que ellos y otras personas de la pantalla de Telefe no hayan tenido mérito, por el contrario, pero esto demuestra que el programador pasa a segundo plano cuando le llega la victoria. Mientras tanto El Trece quedaba en segundo lugar y las críticas tenían un solo destinatario: Adrián Suar.
Este año sucede algo similar pero con los protagonistas en los lugares opuestos. El Trece triunfa pero parece ser solamente porque Julio Chávez es un gran actor (y realmente lo es) o por los musicales de Solamente vos , y no por la correcta lectura del gusto popular del programador del canal. En la vereda de enfrente, las críticas las recibe una sola persona cuando el año pasado los elogios iban dirigidos hacia varias. La Pelu no rinde como antes, Casados con hijos comienza a sentir el paso de los años (tardó bastante en hacerlo) y Los vecinos en guerra no alcanzó el objetivo esperado, sin embargo las miradas van hacia una sola persona: Tomás Yankelevich.
Acostumbrados a esta dinámica, en la que los logros son compartidos y las derrotas propias, los directores de programación saben que la televisión es cíclica, que hoy se gana y mañana se pierde. No corresponde alegrarse demasiado y entender que las críticas siempre estarán presentes.
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