"Al gaucho que llevo en mí, sacramente, como la custodia lleva la hostia". Las palabras que Ricardo Güiraldes plasmó en la dedicatoria de Don Segundo Sombra, su obra más trascendente, bien pueden ser las de Segundo Cernadas . Es que su vida ha sido marcada por la figura de aquel gaucho con el que experimentó una sensación mimética que se continúa hasta hoy, al punto tal que le tomó su nombre. Pedro mutó en Segundo. Y si bien Segundo, no el guacho sino el actor devenido en concejal de Tigre, se diferencia, y mucho, de las características físicas del legendario personaje, hay en él una impronta campera que lo atraviesa impregnando con cierto ritmo cansino su ajetreada cotidianidad.
Segundo –en aquellos tiempos aún Pedro– mamó de chico las llanuras de su Viedma natal. "Me crié entre caballos. En algún momento, fue una frustración no poder tener mi propio campo, pero ese era un sueño para ricos y yo no lo era, ni lo soy, aunque lo reemplacé por el Delta del Tigre, que es una maravilla única. Cuando estuve en Venecia, lugar que me gustó mucho, confirmé que nuestro Delta no tiene nada que envidiarle. ¡Es enorme! Cuando lo conocí, me dije: ´Acá quiero vivir, este es el campo que no tuve´. Hoy vivo sobre el río. Me subo a la lancha y ahí está mi campo", dice a LA NACION, en una mañana de temperaturas casi veraniegas enfrentado a un río que encandila por los rayos del sol.
"Don Segundo Sombra es uno de los primeros libros que leí cuando aún estaba en la escuela primaria. Para aquella edad, podría sonar aburrido, sin embargo me enganché con esa vida. Tal era mi admiración que les decía a mis amigos del campo que yo era Don Segundo. Todos me empezaron a llamar así, y quedó. Cuando comienzo a trabajar en televisión, me sugieren que me ponga un nombre artístico. Era una vieja costumbre. Alejandro Romay me explicó que servía para diferenciar la vida pública de la privada. Entonces le dije que solo lo haría si el seudónimo artístico era Segundo. Hoy, la gente más íntima me dice Pedro, pero para casi todos soy Segundo".
Y así como aquel legendario jinete resero recorría nobles extensiones de llanura, Segundo Cernadas también ha trajinado cientos de caminos. Guiado por su deseo. "No he buscado los cambios, se fueron dando. No digo: ´A partir de hoy haré tal cosa´, todo se da de manera natural", confiesa.
Las mil y una vidas
Segundo Cernadas se hizo conocido públicamente a partir de su trabajo como actor en exitosas telenovelas. Ricos y famosos, Muñeca Brava, Los buscas de siempre, y 90 60 90 modelos, por citar solo algunos títulos, lo contaron en sus elencos. Sin embargo, y a pesar de una exitosa carrera frente a cámaras, en los últimos años, su vida mutó radicalmente al decidir dedicarse a la política, luego de vivir un tiempo en el exterior cuando en la Argentina la producción de ficción televisiva comenzó a mermar. "Soy pisciano y muy sensible por las cuestiones sociales", dice a modo de explicación del cambio que experimentó su vida. En 2015 fue elegido concejal en Tigre, representando a Cambiemos, en un territorio gobernado por el massismo. Luego de su paso al frente de la delegación del Anses, ahora se encuentra abocado, ciento por ciento, al trabajo legislativo. Parece ser lo suyo, habla con apasionamiento y hasta se podría decir que sin libreto.
-¿Cómo nace tu vocación por la política?
-Así como mi familia siempre estuvo vinculada al campo, también se involucró con la política. Mi viejo militó en la Juventud Peronista y fue asesor de gobierno en Río Negro. Mi vieja es una ferviente militante radical. En mi casa fuimos muy idealistas, no se concebía que, si sucedía algo, no fuéramos a la plaza. Era razón de enojo de mi madre no participar si había algo para reclamar. Mi abuela, que hoy tiene 92 años, va a la plaza cuando cree que es necesario.
-Padre peronista y madre radical, serían bien interesantes las mesas familiares...
-Eran muy divertidas. En mi casa jamás se discutió sobre fútbol, se hablaba de política.
-Una buena cuna ideológica.
-A los 16 años armé un partido político en el colegio y casi me echan porque no se podía hacer eso.
-Tu elección fue todo un acto de rebeldía. Ni el radicalismo de tu madre, ni el justicialismo paterno.
-No coincidí con ninguno de los dos. Al menos en eso.
-Tu madre es prima de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, ¿fue ella la llave al universo político?
-Para nada. No entré a la política con los pantalones de ella, no me gustaba que se dijera que Patricia me había puesto allí.
-¿Tienen relación?
-Ella es mi madrina de bautismo. Tengo una tremenda admiración por ella. Es una gran profesional, una gran persona. Ha dejado su vida para dedicarse a la función pública y eso es toda una decisión. El día que falleció su mamá le dije, en el cementerio, que se fuese a descansar, pero prefirió seguir trabajando. No para nunca.
-¿Cómo ingresás al mundo político?
-En 2010 integraba un grupo que ayudaba a los inundados en la zona de San Isidro, San Fernando y Tigre. Ahí conocí a un montón de gente solidaria. Como tenía una camioneta, armaba grupos de distribución para acercar lo que se necesitara. Con el tiempo, la ayuda se extendió más allá de las inundaciones. Nuestro grupo de WhatsApp podía conseguir desde una silla de ruedas hasta satisfacer cualquier otra necesidad. Ahí me empezó a encantar el poder canalizar la ayuda de manera más sistemática.
-¿Alex Campbell, el actual subsecretario de Gobierno y Asuntos Municipales de la provincia de Buenos Aires, incidió mucho en tu acercamiento formal a la política?
-Fue definitorio. Cuando lo conocí, me encantó su trabajo y ahí arranqué colaborando. Llegó un momento en el que me vieron muy involucrado y me propusieron participar. Fue él quien me propuso ser candidato a concejal.
-Estamos parados en 2013, ¿tu respuesta cuál fue en ese momento?
-Dije que si era para sumar y cambiar la realidad, estaba dispuesto.
-Imagino que estar cerca de las necesidades de la gente te marcaron para iniciar un camino de mayor participación en el trabajo público.
-Eso fue definitorio. Pero, además, viví muy de cerca el tema de la crisis del campo. Eso también me motivó a involucrarme. Iba a Rosario, a Gualeguaychú. Estuve en todas las protestas del campo. Mi abuela decía este país es el granero del mundo y yo quiero que nuestro país sea como el que soñó mi abuela.
-No estás ajeno a la crisis social que estamos atravesando y son millones los excluidos, ¿cómo lo vivís desde tu rol como concejal?
-Esa es una razón para involucrarme y participar. Uno intenta aportar su grano de arena para transformar esas realidades.
-¿Fue fácil dejar de lado la actuación?
-De entrada aclaré que no iba a dejar de actuar, pero cuando ingreso como concejal, me doy cuenta que para hacerlo de manera seria tenía que bajarme de la actuación. Les dije que no a Quique Estevanez y a Mauro Scandolari, quien me ofreció hacer una serie para Netflix. Si yo viese a un político actuando en una tira de Netflix, no me resultaría serio. Así que no quise caer en eso. Lo último que hice fue Esa Mujer con Andrea del Boca.
-¿Decidiste solo esto?
-Lo consulté con la almohada, con mi mujer, que era mi novia en ese momento, y largué la actuación.
-¿Extrañás los sets de grabación?
-Por momentos, sí. Sobre todo cuando veo que se hace política y se lucra con las necesidades de la gente. Cuando veo mala intención, pero recobro fuerzas y sigo adelante.
-Los que estamos fuera de la política imaginamos un universo oscuro, atravesado por la corrupción. Y los ciudadanos tenemos motivos de sobra para pensar así, ¿te has encontrado con ese tipo de situaciones?
-Es duro enfrentarse con paradigmas que no son los que uno sostiene, pero hay que luchar por los ideales propios, por tratar de cambiarle la vida a la gente. Cuando uno ve resultados con la política, da un placer y una felicidad más grande que el estar arriba del escenario. Cuando eso se frustra, por necesidades de poder o mezquindades de algunos, da una sensación de angustia muy grande.
-¿No tuviste miedo de hipotecar tu buen nombre ganado en tantos años de actuación?
-He recibido mis puteadas. Es parte de la actividad, pero si uno tiene la conciencia limpia, está todo bien. Me pueden objetar por mi ideología, aunque, de todos modos, nunca recibí un insulto fuerte por eso.
-Tampoco es válido que te agredan por lo que pensás.
-Creo que el insulto real tiene que venir cuando alguien es ladrón, corrupto. Cuando se busca hacer un daño o ejercer la política por ganar poder. Eso, en mí, no se encontrará nunca. Duermo tranquilo. Pueden decirme que no coinciden conmigo, pero jamás dirán algo sobre mi ética.
-Como concejal, ¿qué temas son los que más te interesa abordar?
-Estoy trabajando en Seguridad y Obras Públicas. Pero, en Tigre, lo que más preocupa, es la salud. El hospital provincial de General Pacheco está colapsado por un mal manejo de los centros municipales de salud de Tigre. Hay que reorganizar todo eso.
Amores sin libreto
En abril, Segundo contrajo matrimonio con Sofía Bravo, abogada sanjuanina que trabaja en la Corte Suprema de Justicia. La boda significó una nueva oportunidad de sellar un vínculo, luego de su matrimonio con la actriz peruana Gianella Neyra con quien tuvo a Salvador, que hoy tiene diez años. "A Sofía la conocí en un bar, ambos estábamos tomando algo con amigos. Es tremendamente linda, pero más allá de eso, lo primero que me enganchó fue que me contó que estuvo viviendo seis años en Rusia porque su padre era embajador. Ahí dije: ´Acá hay una conversación divertida, hay mucho´. Me pareció muy interesante. Estamos juntos desde hace seis años".
Segundo tiene 46 años y ella, quince menos. "Supuse que saldríamos un tiempito y ella se aburriría de mi por viejo y yo de ella por chiquita. Todo fue muy lentamente. Al principio fue un juego y luego algo más serio. Tiene una alegría que no deja que te desenamores".
-¿Cómo es tu vínculo con la mamá de tu hijo?
-Muy bueno. Con Gianella estuvimos siete años casados. Vive en Perú con el nene. Separarme fue el momento más difícil de mi vida.
-¿A qué le temías?
-A dejar a mi hijo en otro país y no tener una linda relación con él, pero no sucedió. Tengo una hermosa relación, nos queremos muchos. El objetivo fue logrado. Al principio, era una obsesión que él entendiese que, aún viviendo lejos, soy su papá.
-Buena relación con tu hijo, con tu ex, y con tu actual mujer. Un panorama ideal.
-Elegí a dos grandes mujeres para casarme. Ambas son muy buena personas.
-Irradiás un "tempo" pausado, ¿tiene que ver con tus orígenes en el campo?
-En algún momento iba a estudiar Agronomía, no se dio. Llegué a la actuación por casualidad cuando me invitaron a un taller de teatro donde me enamoré de este arte. Pero el amor por el campo no lo abandoné jamás. Quizás en mi ritmo se note algo de eso. Para mí, el mejor plan es armar un campamento con mi hermano, mi hijo, y mis sobrinos con sus amigos. Mi viejo me hizo escuchar folclore todos los días de mi vida. Esa era la canción de cuna de mi casa. Y mi madre, María Luro, hace conciertos con ese repertorio.
Es hora de regresar a la actividad pública. Su despacho en el Concejo Deliberante de Tigre lo espera para apartarlo de ese ritmo telúrico con el que tiñe sus días. El hombre que se conduce motorizado por el deseo aún es recordado por su paso televisivo tanto en Argentina como en Perú, México, Colombia y Estados Unidos. Una chica lo cruza y le solicita una foto. Está claro que se la pide al actor, no al político. En ese derrotero campero, que bien podría ser una historia de Ricardo Güiraldes en el siglo XXl, Segundo, o Pedro, se toma su tiempo para pensar en su próximo paso.
-¿Todo aquel que hace política aspira a la presidencia de la Nación?
-¡Jamás me va a suceder eso!
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