¿Qué extrañaste más en la cuarentena? ¿Ver a Atlanta o hacer el programa de radio como siempre, yendo al estudio?
Las dos cosas las extraño, pero en realidad extraño más llevar a mis hijos al colegio, que haya gente en las calles, la libertad. Mis momentos críticos son cuando me despierto, que me pregunto si es verdad todo esto que estamos viviendo y me digo que sí; y después a la noche me agarran unas pequeñas crisis. Siempre rescatando que estoy en buenas condiciones, que por suerte no tengo ninguna urgencia.
¿Tuviste que aprender o estar atento a otros detalles a la hora de escribir una ficción para una plataforma on demand como Netflix?
Uno está aprendiendo constantemente, pero en realidad lo que encontré escribiendo Casi feliz es cierta libertad que no sé si en otro contexto hubiera encontrado. Se filman los diez capítulos juntos y no es que la serie está al aire, entonces hay que esperar cómo le va de rating para ver qué hacemos con ese personaje, si levantamos esto o vamos por otro lado.
¿Cuánto hay de autobiográfico en el Sebastián de Casi feliz?
En realidad, 100 por ciento autobiográfico no hay nada porque una vez que lo llevás al escenario, a una pantalla o a un programa de radio, deja de ser como la vida real. Después, que agarro elementos de mi vida, por supuesto; si agarro elementos de la vida de los demás, ni hablar. Lo divertido de escribir ficción es que uno es una especie de Dios que decide qué hacer. Yo puedo partir de un hecho real y con eso hago lo que quiero. Por eso no te puedo decir cuánto hay de autobiográfico. Hay, por supuesto, pero si la serie se tratara de tres chicas también podría tener algo de mi vida. Acá reluce un poquito más porque soy el protagonista.
¿Cuál era el mayor tesoro en tu habitación de adolescente?
Tenía todos los compacts y un minicomponente donde los escuchaba. Ese era mi tesoro adolescente. De hecho, cuando me fui a vivir solo, no tenía mucho para mudar. Tenía esos discos, el equipo de música, una tele y un colchón.
¿Cuántos CD tenías?
No sé, un montón, porque además trabajaba en radio y, los que no me compraba yo, me llegaban. Cuando agarraba un disco nuevo, me gustaba leer quién tocaba el bajo en tal tema, quién era el cantante invitado de aquel otro tema, quién era el ingeniero de sonido. Después se me pasó ese fanatismo, pero en ese momento era re importante para mí.
En la radio estás todo el tiempo entrevistando gente, de músicos a figuras del deporte, pasando por perfiles menos conocidos. ¿Cuál es la clave para sacar adelante una entrevista en vivo?
Lo más importante es escuchar al otro. Escucharlo para estar atento a la repregunta. También aprendí con los años a dejar un bache. Si el entrevistado está contestando y vos lo encimás demasiado, no le dejás lugar para pensar y reflexionar lo que acaba de decir. Casi como una sesión terapéutica.
¿De quién aprendiste los mejores secretos para hacer entrevistas?
El número uno de las entrevistas fue Jorge Guinzburg, sin dudas. Él fue el uno. Y después, la enseñanza mayor es la de todos los días y la de estar atento a tu trabajo. Trabajo desde los 16 años y hago Metro y medio [por Metro 95.1] hace 13 y todos los días siento que me equivoco con algo, que le pifio o que hay algo que hubiera hecho de otra manera. Eso es lo que anoto, lo que tengo en cuenta para mejorarlo el día siguiente.
Este año llegás a lo 30 trabajando en radio. Vas a tener que festejar eso.
El 17 de agosto. Ojalá ya seamos libres de nuevo.
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