Se lució en Verano del ‘98, pero un día pateó el tablero y ahora se destaca en lo que siempre soñó: “Crecí mucho”
Santiago Pedrero Estevez marcó a varias generaciones gracias a sus interpretaciones en diferentes tiras de la televisión; en la actualidad, se volcó de lleno a una de sus mayores pasiones y, en diálogo con LA NACION, recordó su trayectoria como actor
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Desde que dan sus primeros pasos, la trayectoria de los actores siempre queda marcada en diversas generaciones gracias a sus brillantes personificaciones. En el caso de la televisión en la Argentina, son muchas las caras reconocidas que supieron formar parte del prime time y que, por su carisma o talento, se llevaron un tierno recuerdo entre los espectadores. Sin buscarlo, como si fuera una jugada del destino, Santiago Pedrero Estevez (43) forma parte de esta lista. “Me hice de buenos amigos y crecí mucho”, expresó en diálogo con LA NACION.
Su rostro apareció en los primeros planos de la novela Verano del ‘98 (Telefe) y rápidamente se transformó en el protagonista de una de las tiras más recordadas de finales de los 90. Con el papel de Tadeo Guzmán, quien tenía un romance con otro joven (Mariano Torre), formó parte de “la primera historia de amor gay juvenil en la historia del país”. De esa manera, rompió tabúes en un contexto diferente, en donde primaba la homofobia, y provocó cientos de debates para aquella época.
Hoy, 25 años después del éxito que lo catapultó a la fama, sigue relacionado con todo el mundo del arte pero, también, se anima a ser líder de un proyecto que lo tiene como protagonista. En declaraciones con este medio, recordó con orgullo el papel que le cambió la vida, cómo fueron sus primeros pasos en el medio y a qué se dedica ahora.
“Fue una buena experiencia, me hice de buenos amigos y crecí mucho como actor, era un programa que salía en horario central por el canal más visto, muy consumido, y estaba en un momento en que lo máximo de la contraoferta a la TV de aire era la del cable. Lo veía mucha gente”, contó al recordar su paso televisivo.
Sobre todo lo que enfrentó a raíz de su personaje, sostuvo que, pese a su corta edad para aquel entonces (19), se siente cómodo por lo que realizó. “Yo hice lo mejor que pude, siendo muy joven y defendiendo un papel por el que sabía que iba a ser, de una u otra manera, atacado. Atacado fuera e incluso dentro de la ficción. Era un outsider total en ese momento. Si alguien (muchos, pocos o uno) se sintió acompañado o identificado, es para mí, suficiente. Creo que ya está, que estuvo bien hacerlo”, reflexionó.
Amigos son los amigos, Verano del ‘98, Son de fierro, Costumbres Argentinas y hasta una participación en Monzón fueron algunas de las novelas y series en donde desplegó su talento. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus apariciones en la televisión disminuyeron y su carrera se orientó más por el lado del teatro y los hobbies personales.
“Siento que las cosas me fueron pasando y yo fui eligiendo entre las que aparecían. Puede ser que en algún momento haya decidido ir, por un lado, más tranquilo, pero también es lo que te sucede al ir creciendo, por ejemplo interesarme por otras cosas y no solo por la actuación, también la música, la escritura, la dirección”, remarcó. En ese sentido, explicó que, al tener más tiempo libre, tuvo la oportunidad de enfocarse en otras de sus pasiones.
Los recuerdos y enseñanzas que lo ayudaron a manejarse en el rubro
Desde muy pequeño, vivió rodeado de figuras del ambiente y siempre le interesó ese mundo. “Recuerdo la amistad que mi papá tenía con Carlos Calvo, todas las cosas que me contaba de cuando eran niños y participaban de un taller de teatro en Padua, además del fanatismo por algunas películas y programas de TV. Eso me fue llevando y acercando a esta profesión”, aseguró.
Precisamente, su primera experiencia en la actuación fue en Amigos son los amigos, que contaba con el protagónico de Carlín: “La rompía todos los martes y a mí me encantaba. Tengo los mejores recuerdos de esa época”.
Al poco tiempo, Pedrero se profesionalizó en la escuela de teatro de Raúl Serrano con la profesora Helena Nesis y, de adulto, tomó clases con el director. “Luego de eso hice muchos talleres en distintas escuelas de teatro, estudié cine, tomé clases de puesta en escena con Roberto Villanueva y de dramaturgia con Alejandro Tantanian. Siempre traté de seguir aprendiendo, creo que eso no se agota nunca en esta profesión”, manifestó.
Su actualidad como dramaturgo y director: el éxito de Samurái Punk
Todo el camino recorrido ayudaron a que Pedrero busque nuevos horizontes y cumpla con los objetivos que se propuso. En línea con esto, estrenó su primera obra como dramaturgo y la segunda como director, Samurái Punk, la cual fue un éxito.
“Surgió en el taller de Alejandro Tantanian y tuve la fortuna, junto a Oria Puppo, de poder pensar un posible espectáculo con ese texto, que ella tuviera una propuesta escenográfica que a mí me disparara la imaginación y armar un grupo de personas muy buena en cada área cuya base eran Lucila Casalis y Emiliano Carrazzone en actuación, Florencia Tutusaus en vestuario, Zoilo Garcés en producción y Marina Galimidi en asistencia de dirección”, enumeró.
En relación con el premio que se llevó por esta puesta en escena, sostuvo: “La presentamos a un concurso (CTBA- BANCO CIUDAD) y tuvimos la increíble suerte de ganarlo. Fue alucinante. En este momento estoy trabajando sobre la segunda parte de la obra con el Retrato del artista cachorro y la saga de Antoine Doinel. Tengo muchas ganas de hacerla pronto”.
La música, otra de sus pasiones
El arte está presente en la rutina del actor todo el tiempo. Del otro lado de las cámaras, eligió las plataformas virtuales y muestra sus dotes de músico como una manera de expresarse.
“La música siempre estuvo presente en mi vida, desde chico por los discos que escuchaban mis padres: Almendra, Charly García, Los Beatles, Mercedes Sosa, Caetano Veloso… Después, a partir de las clases de guitarra que tomé con Goyi Alzaibar, que es un genio musical del oeste de Buenos Aires, hice 2 discos con mi banda ‘Ideal’ y con mi hermano hicimos la música para la película Excursiones. La música me acompaña siempre”.
Fue así como logró que su presente sea una combinación de todas sus pasiones. De esa manera, alcanzó todas sus metas y objetivos personales, pero va por más.
“Creo que mi vida de ahora y la de entonces son muy parecidas, como que uno va variando y desarrollando sobre lo mismo. Algunos trabajos, sobre todo con Roberto Villanueva (trabajé en cinco de sus puestas y cada vez me fue deslumbrando más y llevando a nuevos lugares como actor), no creo que los pueda volver a hacer, por esa intensidad. Hoy puedo hacer otras cosas, pero eso ya no”, concluyó.
La actuación, eso que parecía ser un curioso interés cuando era niño, se convirtió en el camino que marcó su vida. Con su extensa trayectoria, hoy en día Santiago mira para atrás y no se arrepiente de nada, de hecho recuerda con cariño todos los papeles que tanto lo ayudaron a mejorar y crecer.
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