Se conocieron “de rebote”, su historia de amor duró 54 años y escuchó sus últimas palabras antes de morir: Néstor Fabián y Violeta Rivas, una pasión eterna
Un programa de radio de Cacho Fontana los unió durante más de medio siglo; el día que ella perdió la voz y la promesa que les cumplió la Virgen de Guadalupe
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“Hasta último momento estuvo conmigo, a mi lado, tomada de mi mano. El día que falleció me miró, se recostó, me dijo: ‘Me muero’. Y antes de que me dejara pude darle un beso”, recuerda Néstor Fabián a sus 84 años a LA NACIÓN acerca de la “mujer de su vida”, Violeta Rivas, con quien compartió más de medio siglo de muchísimas alegrías y también por supuesto algunas tristezas…
La historia de amor comenzó allá por 1964 en los pasillos de Canal 13. Ambos tenían una participación clave en programas distintos, pero como dependían del mismo director, se cruzaron cuando se trasladaban rumbo a camarines en busca de sus respectivos guiones. Néstor sonríe antes de comenzar a relatar ciertos detalles, que recuerda a la perfección: “Viole estaba en su mundo, muy profesional, llevaba el libreto en sus manos. Para mí era fundamental ese momento que se me había dado por azar. Intenté demorar su paso de manera clásica, respetuosa, me salió un ‘¡encantado!’, que o no escuchó o no quiso, jajaja; pensé que estaría muy metida en su personaje y siguió su camino, por lo que fracasé en mi primer intento de acercamiento”.
El cantante tuvo su segunda oportunidad al poco tiempo, cuando el recordado Jorge “Cacho” Fontana lo invitó a su programa en Radio El Mundo, y por esas cosas que tiene el destino, Violeta también había concurrido. Era una mañana distinta, de nuevos cantantes: “Yo temía otra frustración, pero estaba ilusionado a la vez. Ese día sentí que me saludó de manera cariñosa, estaba muy comunicativa, nada que ver con la vez anterior, eso me renovó las expectativas y el ánimo, me sentí feliz, que volvía a tener chances, jajaja”.
A primera vista
Y entonces empezó una relación del estilo “nos estamos conociendo”, en la que él fue presentado a la familia de Violeta sin demasiadas explicaciones, donde resultó más que bien recibido por su simpatía y se convirtió en uno más de ellos. Así, participó de gran cantidad de cenas, reuniones y encuentros. Cuando Violeta pasó a Canal 9 con El Club del Clan, a Néstor que ya estaba trabajando allí le vino bárbaro para estar aún más cerca de ella y pasó lo inevitable. “Nos enamoramos más aún”, rememora hoy entre lágrimas que asoman, y agrega: “Me enamoraron su simpleza, naturalidad y carisma”.
La pregunta surge inevitable entonces: si siente que ocurrió a primera vista. “Y sí, no puedo mentir a esta altura”, reconoce. La primera dificultad seria como pareja la enfrentaron cuando estuvo en juego la carrera de la cantante: “Viole venía con una seria disfonía luego de unos shows en Paraná, donde tenía que hacer otro espectáculo y la verdad no pudo, justo ella que soportaba todo con tal de no defraudar al público. Pero consultamos y el problema era serio, tan fue así que tuvo que esperar un mes no sólo para recuperarse, estaba en duda si iba a poder volver a cantar. Y la música era su vida, nuestra vida…”.
El milagro y la boda
Ante tal situación extrema, Fabián cuenta conmovido que le sucedió algo mágico o sobrenatural, y que no le quedó otra que confiar en el momento en que se encontraba cantando en Canal 13 de Santa Fe, allá por 1966: “Cuando me retiraba observé mucho público que se dirigía como en procesión hacia la Iglesia de Guadalupe. Sentí la necesidad de sumarme. Al llegar, cuando me arrodillé para persignarme me apareció la imagen de Violeta. Lo tomé como un mensaje, por eso prometí a la Virgen que si la curaba volvería para celebrar nuestra boda en esa iglesia”.
Transcurrido no tanto tiempo llegó la sanación tan ansiada y Néstor debió cumplir con lo dicho. “El milagro ocurrió”, asegura. Por eso familiares y amigos se vieron obligados a trasladarse hasta allí. El casamiento tan esperado llegó en marzo de 1967, y como eran tan populares y queridos, fue transmitido en vivo por Nicolás “Pipo” Mancera en sus Sábados Circulares. No era, sin embargo, la primera vez que el camino de una pareja famosa al altar salía en directo: ya lo había hecho con la boda de Palito Ortega y Evangelina Salazar, que fue un verdadero suceso tan solo dos semanas antes.
“El público siempre nos quiso mucho”, reflexiona él con humildad a sus 84 años. Es que en cada oportunidad en la que se presentaban juntos, la gente les demostraba su cariño. “Yo digo que la vida nos premió. Cuando hacíamos dúo nos salía muy bien porque ella había estudiado lírico y su voz se imponía. Mirá, disfrutamos juntos tres años de novios y cincuenta y uno de casados. Llegó Analía Verónica, nuestra hija amada, que ahora ella me cuida con mi nieta Zoe. Con ellas hoy comparto la vida bajo el mismo techo. No sabés cómo me tienen cortito. Como vengo haciendo muy lindos shows en Michelangelo en San Telmo, en los que el público cena y luego ve un hermoso espectáculo con un cuerpo de baile increíble, cuando salgo si me atraso un poco enseguida me llaman, jajaja”.
“Hasta mañana, querida”
“¿Extraña mucho a Violeta?”, es la pregunta de rigor. Y entonces sus ojos se vuelven a encender: “¡No sabés cuanto! Te confieso que en mi habitación tengo ocho cuadritos y portarretratos de ella, también de mi hija y mi nieta. Pongo en práctica una rutina todas las noches: la miro y le digo ‘hasta mañana, querida’. Ella dormía del lado derecho de la cama. A veces me despierto y pienso que se levantó para tomar agua. Fueron duros los últimos tiempos antes de perderla, pero los enfrentamos con muchísimo amor. Familia y amigos se portaron muy bien, igual que sus compañeros de El Club del Clan que vinieron a despedirla al cementerio”.
Cuando Violeta se enfermó de Alzheimer, Néstor siempre estuvo a su lado: “Dije que mientras pudiera, ella iba va a estar conmigo porque la iba a cuidar como nadie, y así fue. Tengo amigos a cargo de geriátricos, inclusive en el que estuvo Cacho Fontana, donde me ofrecieron llevarla y darle la mejor atención, pero no, le brindamos mucho amor en el hogar y eso fue clave. Es la única fórmula: amor, amor y más amor. Funciona. Mi nieta y mi hija la mimaban. Muchas veces no nos conocía, pero tenía ratos de lucidez; hacíamos cena con amigos en casa para que estuviera contenida y le brindaran cariño. A veces los miraba extrañada, pero no importaba, recibía de todos más y más amor”.
Néstor explica que llegó un momento en el que perdió la noción de todo: “Se desconectó totalmente un mes antes de morir, entonces hubo que internarla porque en casa ya no se le podían dar los cuidados que necesitaba por más buena voluntad y amor que uno tuviera. A veces le daba un beso y ella me decía: ‘Cuidado que nos ve la gente’. Ya no caminaba sola. La atendieron bárbaro por SADAIC en el Sanatorio Güemes, donde la trataron como una reina. Al final ya no respiraba, la pasaba muy mal. Recuerdo que una enfermera fue a bañarla y no quiso, entonces la profesional llamó a los médicos. Viole me miró y me dijo: ‘Me muero’. Fue su manera de despedirse”.
Néstor resalta, nuevamente, que la extraña mucho, dice que le gustaría poder hablar con ella solo para decirle que la sigue amando y contarle las cosas lindas que se siguen publicando sobre su vida: “¿Sabés? Tuvimos mucha piel desde el primer día. Creo que durante más de cincuenta años fui un buen compañero, ¡y Viole ni te cuento! Ella para mí siempre fue y será hermosa”.
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