Say no more
"Say no more", el nuevo y oscuro disco que Charly García grabó este años en Ibiza, se convierte en un crudo testimonio de las presiones que sufrió el artista en los últimos tiempos.
"Allí donde otros proponen obras, yo no pretendo otra cosa que mostrar mi espíritu."
Las palabras de Antonin Artaud que introducen a su obra "El ombligo de los limbos" serían las adecuadas si prologaran "Say no more", el nuevo trabajo de Charly García.
Se trata del álbum más oscuro de un artista único de nuestro rock que, en tiempos oscuros, inauguró claridades desde su lucidez y su ironía.
El tiempo pasó. Y pasaron los discos y esas canciones que crecieron con los años, como quedó demostrado en su unplugged.
Hay insistencia. Sonidos que se superponen. Una voz que intenta cantar y una que relata (a veces al mismo tiempo). Hay confusión. Sarcasmo. "Say no more" resume en su contenido todo lo que Charly vivió en los últimos tiempos. Una especie de duro diario musical. Un relato de su viaje personal.
"Estaba en llamas cuando me acosté", dice García en el primer track. Un tema fuerte que responde a la prensa sensacionalista que se hizo eco de los últimos escándalos del músico.
Apenas canta, pero insiste y concreta esos elementos melódicos que tan bien conocemos de sus buenas canciones. "Canciones de jirafas" es una de esas que hubiese sido un hit con total facilidad si no estuviese cubierta por esa capa de sonidos grises. No hay limpieza. Casi todo es tormenta. Suave, sí, pero extremadamente compleja. Como si algo no se soltara definitivamente.
"Say no more" es tan intensamente privado que en "Necesito un gol", de Andrés Calamaro (tal vez el mejor logrado del álbum), comienza con cintas de comunicaciones telefónicas desde Buenos Aires a Madrid, donde se grabó el disco, que le dicen que en nuestra ciudad llueve y se lo extraña.
No es raro que se lo extrañe. García es seguramente el músico más querido y respetado por sus colegas y el público. Y eso no es gratuito, claro, aunque haya pasado una década sin que sorprendiera con una de esas obras inolvidables que se esperan de él.
El concepto constante
Aquí hay una continuidad muy íntima. Tal vez el constant concept en el que insiste hace tiempo y que toma forma en "Alguien en el mundo piensa en mí", en el que se lo reconoce plenamente: "Yo sé que soy imbancable/ yo sé que te hice reír/ yo sé que soy insoportable/ pero alguien en el mundo piensa en mí". Una estrofa ideal para que canten las hinchadas de fútbol.
Los temas, en general, incluyen alguna deformidad. Algo que se escapa de la canción dentro de ella, como si no pudiese dominar sus impulsos. Como si todo el trabajo fuese exteriorizar un estado anímico o espiritual conflictivo.
No es fácil de asimilar "Say no more" en forma instantánea. Se necesitan varias, unas cuantas audiciones para incorporarse a él; escucharlo insistentemente. Atravesar el concepto grunge que domina las composiciones hasta descubrir la canción.
A todo ésto, el arte del boocklet hace juego con la propuesta. Se lo ve al músico enredado en una oscuridad que apenas deja asomar algunos colores que le dan un toque de luminosidad y en cada página se sigue ese concepto nebuloso.
El librillo cierra con un "Me haré famoso o tristemente célebre" muy acorde a lo que sucede en el CD. Y una burla: "Este disco era la banda de sonido de la película "Geisha`. Gracias a Dios ya no; ahora se llama "La película te la montás vos`. La vanguardia es así!", refiriándose al film ya estrenado que nunca incluyó la música que se le había encargado al músico y por la cual había viajado a España el año último. Nunca se supo qué fue lo que pasó.
Más allá de la idea de "La hija de la lágrima", éste parece ser el verdadero trabajo conceptual de García, provocativo todo el tiempo. El producto de un artista atormentado que, como Artaud, trata de mostrarse tal como vive estos días.
Después de todo, como escribió el artista francés, "Say no more" no sea más que "un témpano mal tragado".
Estaciones de su carrera como solista
Convertirse en solista le llevó casi diez años. Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros, Serú Giran fueron las estaciones previas que le permitieron afianzarse, para hacerse cargo, solo frente al mundo, de la responsabilidad de la creación.
Su primer álbum como Charly García fue "Yendo de la cama al living" (1982). Disco clave, que se convirtió en el mejor testimonio de las épocas duras que vivía el país. Fin de la dictadura, Malvinas, necesidad de recuperar la alegría tras esos oscuros años.
En su siguiente trabajo, "Clics modernos" (1983) se afianza, en plena democracia, su sonido. "Piano bar" (1984) ya está cargado de furia y revela las contradicciones que lo habitan. "Demoliendo hoteles" es el tema que da la clara idea de su estado. En 1986 edita "Tango", con Pedro Aznar. Luego vienen "Parte de la religión" (1987), "Como conseguir chicas" (1989), "Filosofía barata y zapatos de goma" (1990), "Tango 4" (1991). Un tiempo de grupo nuevamente, con la reunión de Serú, para volver como solista, en 1994, con "La hija de la lágrima", un disco pretendidamente conceptual, pero desparejo. Un año después edita Casandra Lange, con covers de sus ídolos de adolescencia. Un pirata oficial. Ese mismo año graba un unplugged para MTV, en un recorrido por sus mejores temas.
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