La ex estrella porno habla de su visión de la literatura erótica, de Trump, del #MeToo y del pedido que ya no quiere escuchar de sus fans
Desde que decidió dejar su carrera como actriz porno en 2009, Sasha Grey no para de concretar proyectos. En estos nueve años publicó un libro de fotos titulado Neü Sex, protagonizó la película The Girlfriend Experience y la serie de HBO Entourage, giró por el mundo con su proyecto como DJ (incluido un accidentado paso por Argentina, en los días posteriores a la tragedia de la fiesta electrónica Time Warp) y ahora presenta al mundo hispanohablante la segunda parte de su saga sobre la Sociedad Juliette, La habitación prohibida (publicada por el sello Grijalbo). Desde Italia, donde está presentando un nuevo libro, Grey nos contó cómo vive esta faceta de su carrera, su preocupación por el presente turbio de Estados Unidos y si su paso por la industria del porno sigue siendo una mochila pesada.
¿Por qué escribís?
Empecé a escribir cuando tenía 10 años. Fue un recurso que encontré dado que soy muy introvertida y muy reservada y la posibilidad de poner en palabras lo que me pasaba me ayudó a superar muchas cosas y experimentar muchas otras. Lo que pasó con la Sociedad Juliette y esta saga de novelas es que aparecieron mientras estaba escribiendo lo que inicialmente sería un guión, algo que hago desde los 16 años. Estaba intentando vender uno, incluso llegué a intentar producirlos por mi cuenta, pero me fue muy difícil y descubrí de la peor manera que en estos momentos hay realmente poco apoyo para el arte independiente en Estados Unidos –quizás haya un poco más en Europa. Así que, hacia 2012, mientras seguía intentando vender alguno de mis guiones, le comenté a uno de mis agentes que tenía ganas de escribir literatura erótica, algo que muchas de mis fans mujeres me habían pedido desde el principio de mi carrera en el porno. Como en ese momento trabajaba en la industria me parecía demasiado obvio y no quería que me vieran como alguien que busca atajos. Una vez que me retiré en 2009, me tomé un tiempo para vivir más, tener nuevas experiencias, crecer y mejorar, y retomé la idea, me senté a escribir y tuve suerte de que se convirtiera en algo exitoso.
¿Tu escritura se influenció de tu experiencia como actriz porno?
Para escribir la saga de Sociedad Juliette, seguro. Al principio, como te dije, aunque mis fans me insistían para que lo hiciera, no quería escribir sobre sexo porque me parecía demasiado fácil o demasiado obvio. Hoy, con todo lo que viví y crecí, gané perspectiva. Creo que tuve una experiencia única que me permite escribir sobre sexo desde un lugar que pocos conocen.
¿Te sentís cómoda con la etiqueta de “literatura erótica”?
Sí, absolutamente. Aunque, como la gente tiende a sacar de contexto algún párrafo de mis libros o alguna de mis frases durante mis entrevistas, me parece muy importante aclarar que no son novelas románticas. Cuando se habla de literatura erótica hoy, la mayoría de la gente la asocia inmediatamente con esos libros que se venden en los supermercados, y mis novelas fueron escritas en realidad como un homenaje a la vieja tradición de la literatura erótica que no tenía nada que ver con esas historias románticas, idealistas y con escenas de sexo edulcoradas. Los clásicos de la literatura erótica (Sade, Anaïs Nin, D’Annunzio) reflejaban la cultura y la sociedad, y se permitían hablar tanto de la hipocresía de la religión como escribir sobre sexo, y para mí eso es fundamental.
La protagonista de La habitación prohibida es una mujer que paulatinamente se libera del lastre, los prejuicios y los obstáculos que la masculinidad le pone en su camino. ¿Cómo vivís este momento tan particular de Estados Unidos, entre la presidencia de Donald Trump y el fenómeno del movimiento #MeToo?
Estamos viviendo tiempos muy intensos y muy complicados y me parece positivo que empiecen a aparecer todos estos movimientos. A la vez, me preocupa que estas acciones están reservadas solo para grupos minoritarios, de elite. Tengo la esperanza de que también las mujeres y las minorías de a pie puedan hacer oír su voz y tengan la misma capacidad de acción y el mismo acceso a las soluciones a los problemas en sus comunidades. Es muy fácil ser pesimista, incluso nihilista, respecto de lo que está pasando en mi país. Sin ir más lejos, con lo que pasó ayer en la conferencia en Helsinki [el día anterior a esta entrevista, Trump, en una conferencia conjunta con Vladimir Putin, negó que hubiera existido interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y afirmó que confiaba en la palabra del presidente ruso, ignorando así evidencia obtenida por su propia agencia de inteligencia] vemos que estamos siendo gobernados por alguien que ni siquiera representa los intereses de su país y eso puede ser muy desmoralizante.
En lo que respecta a los escándalos sexuales de Trump [se refiere a la relación del entonces empresario con la actriz porno Stormy Daniels], me parece un desperdicio de tiempo y energías estar escandalizados por las tendencias sexuales de un adulto, siempre que sean consentidas y no involucren abuso o menores de edad, cuando deberíamos escandalizarnos por su abuso de poder o su incumplimiento de los deberes de funcionario público. Es algo que termina siendo una distracción de lo verdaderamente importante y que demuestra los problemas que tenemos con la sexualidad en Estados Unidos. Nos gusta proclamarnos libres pero en lo que respecta al sexo en realidad no lo somos y seguimos escandálizandonos con cosas que, finalmente, amplifican una cultura del rumor y del insulto que nos hacen menos conscientes, menos empáticos y menos libres.
Aunque hace muchos años que te retiraste de la industria del porno, la gente sigue identificándote con ese mundo. ¿Es algo te que resulta problemático?
No, para nada. De hecho, que a nueve años de mi retiro la gente todavía me recuerde –nueve años no parece mucho tiempo, pero es una eternidad en la industria del porno–, que todavía mi actitud y mi ideología respecto de la industria siga generando apoyos e interés es un orgullo para mí. Es algo de lo que me di cuenta cuando empecé a viajar por el mundo en mis giras como DJ. Personas de todas las condiciones se me acercaban para decirme que mi figura había impactado en sus propias vidas sexuales. Lo único negativo es que mis fans todavía siguen escribiéndome cosas como “te extrañamos”. ¡Estoy acá, no estoy muerta!
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