Santana: la guitarra latina del rock
El músico mexicano habla de su último disco, "Shaman", en el que participan artistas como Dido, Macy Gray, Plácido Domingo y Alejandro Lerner
El hombre, a los 55 años, se siente un pastor de la música. Y desde el púlpito que se ganó después de treinta y cinco años de carrera y más de veinticinco discos, Carlos Santana predica con su palabra y su música curadora. Dice que no es una persona religiosa y que lo suyo es la espiritualidad. En 1998 creó junto a su esposa la fundación benéfica Milagro, que trabaja para el desarrollo artístico, educacional y sanitario de chicos y jóvenes desprotegidos en todo el mundo. Pero también es la cara visible de una por demás redituable empresa que, por supuesto, lleva su nombre y que produce desde muñecos de peluche, indumentaria, ediciones especiales de sus discos, libros, videos e instrumentos de música hasta relojes, llaveros, corbatas, lociones para el cuerpo, velas, aros, collares, banderas, gorros y vinchas.
Desde su legendario show en Woodstock, en 1969, cuando tenía apenas 22 años, Santana es uno de los personajes más relevantes del rock mundial, uno de los mejores guitarristas del género y el primer latinoamericano en poner un pie en el negocio norteamericano del rock, cuando Shakira y Ricky Martin todavía usaban pañales. Pero, a pesar de su extensa y exitosa trayectoria, Santana tuvo su mayor éxito de ventas en 1999, con el disco "Supernatural", que superó los 25 millones de placas vendidas y aún hoy el álbum que más semanas estuvo en el número uno del ranking musical de la prestigiosa revista Billboard. Para la grabación de ese disco, este mexicano de dedos filosos invitó a músicos famosos de diferentes estilos en cada una de las canciones. Rob Thomas, Dave Matthews, Maná, Lauryn Hill y Eric Clapton, entre otros, participaron del disco que se alzó con ocho premios Grammy.
Ahora repitió la fórmula en su nuevo trabajo, "Shaman", con artistas aún más dispares entre sí, que van desde Macy Gray, Michelle Branch y Dido hasta los nü metal P.O.D., los latinos Ozomatli, el tenor Plácido Domingo y el argentino Alejandro Lerner. Para bien o para mal, un verdadero cambalache artístico.
En su primer contacto con un medio argentino desde la edición de "Shaman", y quince días antes de la apertura de su nueva gira mundial, Santana dialogó con LA NACION sobre las claves de su vigencia, la importancia del tango en su niñez, su acercamiento a la música pop y su mensaje cristiano. Además, hizo una denuncia un tanto anacrónica: "AC/DC es un enviado de Lucifer", dijo. Leer para creer.
Curandero de almas
"Este mundo está muy enfermo. Hay una fiebre de ira y de miedo y estoy convencido de que todos tenemos en nuestro interior conceptos de shaman, de curandero. Por eso el disco se llama "Shaman", porque necesitamos medicina espiritual con conceptos de colores, sentimientos, emociones y sonido, resonancias y vibraciones, que es lo que, en definitiva, representa la música", explica el guitarrista que nunca dejó de practicar el castellano a pesar de vivir en los Estados Unidos desde niño.
Santana tiene algo para decir. Un discurso, una postura, una ideología que desde hace mucho tiempo decidió acoplar a sus expresiones artísticas. Y, a contrapelo de los músicos de última generación, no es de los que piensan que las canciones no deben abusar del mensaje. "En este momento tan especial creo que el mensaje debe ser de unión, armonía, paz, compasión, ternura. Hay que honrar a la mujer para que tenga los mismos derechos que el hombre en la casa, en la oficina, en la iglesia. Que las mujeres puedan ser sacerdotes, hasta papa. Cuando la mujer tenga los mismos derechos que el hombre se acabará de una vez por todas la guerra."
Dice que cuando mira hacia atrás y observa sus casi cuarenta años de trayectoria siente como si alguien barajara las cartas rápidamente. "¿Si me siento una leyenda viviente? No, para nada. Mi madre y mi padre tuvieron casi 60 años de casados, mis suegros 56, y yo casi tengo 30 años de casado. Primero soy padre, esposo, hijo, hermano y después guitarrista. No pienso con mente de estrella. Prefiero ser una persona que quiere superarse."
-¿Por qué cree que, a los 55 años, usted sigue siendo vigente y popular?
-Es gracia de Dios. Sin Dios no hubiese podido hacer nada. Gracias a la gente que tiene fe en mi espíritu, en mi presencia. Ellos saben que los motivos por los que estoy aquí no son hacerme rico ni famoso. Nunca le recé a Dios para que me hiciera rico, famoso o para que me pagara la renta. Lo que le pido es protección para mi familia y que me ayude a inspirar a la gente.
Buena parte del resurgimiento de Santana a partir de la edición de "Supernatural" se debe al coqueteo de su música con el pop. Una actualización sonora que con "Shaman" (en la Argentina lleva 20 mil copias vendidas) se profundiza. "Tuve un acercamiento a la música pop porque ahora mis canciones les gustan a los abuelos, a los padres, a los adolescentes y a los niños. Por eso es popular. La música pop no es veneno ni algo malo. Sólo depende de quién la haga. Los Beatles eran populares, (Astor) Piazzolla era popular. Incluso regalar flores de chocolate también es popular en el día de los enamorados. No veo nada malo en lo popular. El tema es que muchas compañías, y en especial la televisión, venden nada más que McDonalds y no hamburguesas en serio. En McDonalds ni siquiera tienen salsa real y si ves la parrilla donde cocinan nunca irías a comer allí."
-¿Cuál fue, en esta oportunidad, el criterio para seleccionar los músicos que lo acompañaron en cada uno de los temas de "Shaman"?
-Las canciones. Las traté como si fueran el zapato de cristal para Cenicienta o Ceniciento , según el caso. Primero compusimos los temas y luego pensamos en quién podría ser el artista indicado para ellos.
Dice Santana que la grabación con Plácido Domingo ("Novus") "fue un sueño hecho realidad", que la voz de Michelle Branch "es de una espiritualidad difícil de comparar" y que fue un honor que Alejandro Lerner compartiera con él un tema tan emotivo. "A Lerner lo conocí en Los Angeles, en la entrega de los Grammy latinos. Realmente fue un honor para mí que haya compartido conmigo un himno para los desaparecidos. Porque mucha gente viene a los Estados Unidos y pierde a sus hijos aquí en la frontera. Por eso la canción es muy especial para mí, porque pinta el corazón: "Hoy es adiós, mañana quizás. Pero el tiempo pasó, no preguntes por qué, él ya no regresó a nuestro hogar. La frontera marcó su destino final. Y a mis brazos jamás volvió"."
-¿Tiene alguna relación con la música argentina?
-Sí, desde muy chico escuché tango. Y estaban todas esas películas de Carlos Gardel. El tango para mí era algo muy sofisticado, mitad francés, mitad argentino. Una música muy elegante, muy sensual, diferente y muy, pero muy bella.
Como el Rodolfo Orozco de la canción de León Gieco, Santana tocó con todos. Pero aún sueña con completar su lista de acompañantes con artistas como Tina Turner, Prince, Sting y Stevie Wonder. "Nada es imposible en esta vida", remarca, y su dueto con la banda de nü metal del momento, P.O.D., da muestra de ello. "Crecí escuchando a Jimi Hendrix y a Cream y me encanta Metallica. No estoy viejo para escuchar grupos así. Además, P.O.D. es un grupo de heavy metal cristiano... En serio, ellos venden conceptos de Jesucristo, así como Marilyn Manson y AC/DC venden conceptos luciferinos."
-¿Realmente cree a esta altura que AC/DC es una banda satánica?
-Mucha gente así lo cree y yo le doy mucho interés a eso. Sé que cada persona tiene tanto los cuernitos del diablo como el halo de los angelitos. Todos tenemos esa energía, la cosa es lo que cada uno hace con esa energía. Uno es responsable por ella. Cuando te mueras no te van a preguntar si eres argentino, mexicano, católico o budista, sino ¿qué es lo que hiciste con la energía que te dieron?
-¿Y qué hizo usted con esa energía?
-He tratado mucho de elevar conciencias, iluminar, transformar, recordarle a la gente que todos tenemos algo agradable y divino adentro. Tengo paz con mi mente y mi conciencia no me remuerde nada de lo que he hecho. Puedo roncar como un oso a la noche.
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