Samalea, por nuevos caminos artísticos
Hall 9000: el nuevo proyecto del músico incursiona en clásicos del jazz, con versiones donde el bandoneón es protagonista.
Fernando Samalea, 33 años, baterista de Charly García por más de una década y actual músico de A Tirador Láser, Los Gauchos Alemanes y Lito Epumer Cuarteto, elige la Plaza de Mayo como escenario del encuentro para charlar sobre su proyecto, Hall 9000, que comparte con Fernando Nalé en contrabajo y Mariano Gianni en piano, y que se editó por el sello independiente RBA.
Tarde de otoño. Bar en la esquina de Diagonal Norte. Y antes de ponerle azúcar al café negro, aclara: "No tengo la idea de iniciar una carrera solista. Este disco fue el resultado de juntarse a experimentar junto a varios amigos. Simplemente me estoy dedicando a cosas que siempre quise hacer y que por cuestiones de tiempo y giras nunca pude. Estoy en una etapa absolutamente creativa, dedicado a la literatura y a estudiar música".
Parte de ese autoexamen se refleja en este trabajo discográfico. La placa y el grupo llevan el nombre de la primer computadora inteligente que se rebela contra el hombre en el film "2001, Odisea del espacio", de Stanley Kubrick. "En alguna medida es una especie de sátira sobre la música que hacíamos en los 80, y esa obsesión que había por buscar la perfección. Ahora, la búsqueda es la libertad".
Con una atmósfera espacial, aportes camarístico-incidentales y un concepto casi cinematográfico, Samalea incorpora el fueye para hacer una relectura de joyas del jazz creadas por Bill Evans y Miles Davis.
El músico parece haberse bajado de la vorágine típica del rocanrol y de un lugar del cual no reniega, pero que lo mantuvo relegado de sus verdaderas metas. "Estoy con la cabeza en otra cosa y para eso necesité retirarme del ambiente del rock. Eso me permitió volver a dibujar, leer, ver obras del Odin Teatret y Guillermo Angelelli, que influyeron en mi manera de trabajar la música, y terminar un viejo proyecto: un cuento de ficción acompañado por una banda musical".
El punto elegido para el encuentro no es casual. Por estas calles pasean los personajes de su libro, se respira el ambiente tanguero que lo tiene absolutamente cautivado _lleva un libro de Cadícamo_ y transitan algunos símbolos de su compromiso actual: las Madres de Plaza de Mayo.
"Quiero salirme de ese lugar cómodo en el que se coloca a los músicos de rock y de esa cosa frívola que a veces nos rodea. No quiero ser un mantenido de la música y acostumbrarme a tener todo al alcance de la mano. Por eso, con Hall 9000 no tengo ninguna expectativa comercial. Lo que más me movilizó de esta experiencia es poder jugar con el riesgo de hacer lo que a uno le gusta. Como dijo Robert Fripp, es imposible alcanzar algo sin sufrimiento."
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