Saluzzi estampó su sello de calidad
COSQUÍN, Córdoba.- Fue la gran noche de Dino Saluzzi, uno de los más grandes bandoneonistas y músicos de nuestro país. Fue su regreso a Cosquín después de un tiempo de disidencia. Un concierto que le dio un salto de calidad al encuentro. Y, como hace un año, fue Raly Barrionuevo quien se encargó de hacer bailar a los espectadores y de instalar el clima festivo. La primera de las nueve lunas estuvo a la altura de lo que se esperaba de ella.
Con el grito tradicional de "Aquí Cosquín, capital nacional del folklore" y una serie de fuegos artificiales, 20 minutos después de las 10 de la noche de anteayer, el festival empezó formalmente su 57a edición.
El bandoneonista y compositor salteño abrió la jornada junto con su quinteto familiar (Félix en clarinete y saxo, José María en guitarra, Matías en bajo y Jorge Savelón en batería). En 2011, en el escenario de la Serenata de Cafayate, juró no pisar nunca más un escenario folklórico. Aquella noche Saluzzi sintió que el público no lo había respetado. La convocatoria de Cosquín, sin embargo, lo llevó a romper la promesa y a desembarcar en la Próspero Molina.
Una vez en escena, Saluzzi homenajeó al gran Atahualpa Yupanqui y a Arnedo Gallego, a quienes definió como "dos monumentos" de la música argentina. Esos recuerdos se mezclaron con temas como "Los niños de la montaña", "Gabriel, el cóndor", "La añera", "Naranjitai" y "A Juana, mi madre". Cuando terminó el concierto, el bandoneonista habló con la prensa y el romance con el festival pareció crujir: "No aparece la inquietud y, al final, la que sufre es la música. Se hace un gran esfuerzo para organizar Cosquín, se trabaja mucho, y debe redundar en verdad y en beneficios. Hay pandemia de cantores".
Fiel a su estilo, el salteño no disimuló su disgusto por "la falta de evolución" en las presentaciones. Señaló a que hay más rock que folklore, "que es más profundo, más de la tierra. «La arribeña», de Yupanqui, es arte, es como Goya. Pero nosotros vamos a buscar afuera. Somos como los monos que, al lado de la banana, se sacan los piojos".
Raly Barrionuevo se apoderó del escenario cerca de las tres de la madrugada. La plaza estaba ocupada en un 80 por ciento. Todos los que se quedaron a verlo lo recibieron con una ovación y se dispusieron a bailar y cantar cada una de las canciones.
La primera fue una noche santiagueña: además de Barrionuevo, se presentaron el dúo Orellana-Lucca y Horacio Banegas. Todos se hicieron unos minutos para reclamar por el fin de la tala indiscriminada de los montes. Hace unos días, Barrionuevo fue criticado por la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez) por generar "confusión en la opinión pública" y llevar "el foco de la discusión al ámbito de las ideologías extremas". Y fue Banegas quien se manifestó aquí al respecto, de la mano de "Mi origen y mi lugar". El público se puso de pie para acompañar su chacarera.
Como ya es un clásico del Festival Nacional de Folklore, por fuera de la plaza Próspero Molina se vive "el otro Cosquín", el de las peñas, de la exposición de artesanías y del color del público fiel que se acerca anualmente.
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