El cuarteto chileno asesinó sus inseguridades del pasado para grabar un disco soberbio.
Hace tres años, saiko lanzo su segundo álbum, Campos finitos , en el teatro Providencia. Esa noche de septiembre, las grietas del grupo me parecieron tan evidentes, que no me explicaba cómo seguían juntos. El show se arrastraba entre aburridos discursos sobre "el arte" y fallidas proyecciones en las pantallas gigantes. A ratos parecía un festival de cortometrajes en vez de un recital, con numerosas pausas entre las canciones, que impedían enganchar y contemplar el carisma letal de la cantante Denisse Malebrán. En ese momento, la principal fortaleza de Saiko era su colección de singles ejemplares, radiales, finos. Pero eran esclavos de sus delirios de trascendencia: en el debut Informe Saiko (1999) sobraban canciones, y el papel excesivo del tecladista/saxofonista/cantante/compositor Iván Delgado era un lastre. Aún así, la jornada en el Providencia sirvió para identificar el germen de una banda más rockera emergiendo bajo la cáscara de sofisticación electrónica convertida en marca registrada del proyecto.
Saiko se reinició. Para el flamante tercer álbum, Las horas , el guitarrista Luciano Rojas tomó el mando, luego del semirretiro de su socio Rodrigo Coti Aboitiz (quien hoy ejerce como productor ejecutivo desde México). Sin embargo, la conexión entre los ex hombres de La Ley se mantiene. "Sería cínico no reconocer que este proceso de evolución lo veníamos trabajando con él: sentíamos que, en 2004, tener dos tecladistas en vivo era demasiado Virus; un concepto estético y musical no muy actual", explica Rojas.
Para el nuevo disco modernizaron el sonido, eliminaron los climas ochenteros.
Denisse: Cuando sacamos Campos finitos , hasta el Coti decía que había algunos sonidos con los que no pasaba ná . El igual escuchaba música más vieja; nosotros veníamos con Travis, trip hop: cosas más de vanguardia. Incluso, en ese disco, había pianos y teclados, pero iban creando atmósferas; no eran los protagonistas. Dentro de ese proceso, Coti decidió bajarse de los escenarios por un asunto personal, pero sigue como colaborador externo.
Saiko suena al fin como una banda. ¿Las horas es el disco que siempre quisieron lanzar?
Luciano: Hicimos Informe Saiko sin tener banda. Al comienzo tocábamos con baterías electrónicas. Con Coti contactamos a Iván [Delgado] para que hiciera las letras, pero sin saber que iba a tocar; después tuvimos que inventarle un espacio. Fue un período experimental, no sabíamos bien hacia dónde queríamos ir. El Saiko anterior tenía intereses más difusos, dimos hartos palos de ciego. En todo caso, no me parece mal. Fue necesario. Con Iván ya no tenemos contacto: él tomó su rumbo, y nosotros el nuestro.
Fueron la primera contratación chilena de Virgin Records, y los promocionaron como "súper banda". ¿Les pesó el ambicioso lanzamiento inicial?
Luciano: Fueron una estrategia y un plan de marketing monstruosos. Pero el concepto no estaba maduro. Después de casi cinco años puedo decir que estamos con los pies en la tierra.
Luego vino el síndrome Joe Vasconcellos: Saiko debió dar batalla para liberarse del contrato que incluía un tercer disco para Virgin y emi. El guitarrista cuenta que la situación era dramática, porque la discográfica no tenía presupuesto para grabar. Decidió hacer un "llamado a la conciencia" de su amigo Alejandro Sanfuentes ex manager de La Ley, entonces al mando de la compañía, y así nació el compilado Todo Saiko (2003). Hoy, la formación del cuarteto la completan el baterista Javier Torres y el bajista Jorge Coyote Martínez. Las horas fue lanzado por el sello independiente La Oreja, y los músicos están felices de tener control sobre su material, alejados de "la añeja industria transnacional". El retorno de Saiko es un álbum melódico, directo, luminoso; cargado de belleza pop y sin errores forzados. Hasta incluye una magnífica y sobrenatural pimpinelada junto a Quique Neira ("Otra vez"). Si en sus inicios la banda estuvo ligada al sonido ultraproducido de Garbage, hoy están más cercanos a la calidez de The Cardigans y Keane. "Yo venía del universo fashion de La Ley, y cuando Saiko empezó a ir en esa dirección decidimos volver a lo mejor de lo nuestro: hacemos lindas canciones, somos buenos músicos, tenemos un buen show en vivo y la Denisse escribe precioso", detalla Rojas.
Coyote: Hubo un momento en que queríamos tocar más, y en muchos lugares era difícil por la infraestructura. Entonces empezamos a hacer shows acústicos. Eso nos ayudó a descubrir que no necesitamos tanta parafernalia ni arreglos. La magia existía con un par de guitarras acústicas y la Denisse cantando.
La vocalista y letrista tocó hasta los ocho meses de embarazo. Los muchachos no temen compartir escenario con un combo tan diferente y adolescente como Sinergia. Los nuevos Saiko son aperrados y esperan ver los frutos de su esfuerzo. Es lo que merecen.
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