Saber decir no
No aceptar volantes, bolsas ni envases de plástico. No imprimir documentos que podrían usarse en su formato digital. No renovar porque sí teléfonos y computadoras. Así también se cuida el planeta
Aunque la contaminación parezca un fenómeno imposible de detener, tal vez no sea así. Puede que todo sea cuestión de conciencia.
Por ejemplo, si fuera por la ley 260 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las veredas estarían en otro estado. "Prohíbese arrojar volantes, diarios y pasajes o boletos de cualquier medio de transporte en la vía pública en todo el ámbito de la ciudad de Buenos Aires", dice la ley, rara vez respetada.
Y las bolsas de plástico, que tardan 200 años en degradarse, van y vienen como si nada, hasta que se acumulan en la basura. Que, como si fuera poco, no es separada como corresponde, en orgánica e inorgánica.
En tanto, los envases de plástico que son ofrecidos por doquier, no parece importar a muchos que tarden entre 100 y 1000 años en degradarse. También se imprime una enorme cantidad de e-mails, fotocopias y documentos que bien podrían permanecer en su formato digital para reducir el consumo de papel.
Muchos consumen indiscriminadamente objetos no tan necesarios, como teléfonos celulares de última generación (en la Argentina hay 50 millones de líneas de telefonía móvil en servicio, y la cantidad de habitantes es de 40.276 millones) o computadoras nuevas (en 2010 se registraron 11.600.000 en la Argentina). Y no es auspicioso. "El rápido y permanente desarrollo tecnológico de los aparatos relacionados con la información y la comunicación trae aparejado el problema de los residuos de esta industria, cuyo crecimiento es cada vez mayor en comparación con otros residuos domiciliarios. Desde 2006, en la Argentina se desecharon 3.600.000 computadoras, y casi 20 millones de celulares en los dos últimos años", informa Yanina Rullo, coordinadora de la campaña de residuos electrónicos de Greenpeace.
Melanie Mahler, artista de 36 años que junto a Silvia Bocca y Marta Fonollá realiza el proyecto Arte Libre de Tóxicos (ALTO), que busca introducir elementos ecológicos en el arte, comenta: "Cuando voy al supermercado se sorprenden que vaya con la bolsa de género y me preguntan: ¿N o necesitás una bolsa de plástico para la leche? Yo separo la basura y muchos me dicen: ¿P ara qué la separás, si cuando viene el camión se lleva todo junto? También soy docente, y veo cómo se imprimen muchas fotocopias de documentos que podrían permanecer en formato digital".
Abrumador. Para lograr un cambio habrá que empezar por uno mismo. Y siempre se puede colaborar con algo, con una simple acción o con una palabra, como para empezar.
Este panorama tan negativo puede frenarse con una solución que es también negativa: decir que no. Cuando en el supermercado automáticamente la cajera guarda los productos en bolsas, se la puede detener y colocar los productos en la propia bolsa o el propio changuito. "Si usamos una bolsa de género en lugar de las plásticas podemos ahorrar 288 bolsas al año", anima Verónica Rodríguez Feldmann, del Instituto Argentino para el Desarrollo Sustentable, ONG dedicada a mejorar la sustentabilidad de la sociedad.
Y así con todo lo demás: los volantes que son repartidos en la calle se pueden rechazar amablemente. Es mucho peor aceptarlos, tratando de ser gentil con el que los entrega, para arrojarlos al suelo a los pocos pasos. Si el teléfono celular o la computadora todavía funcionan, evaluar hasta qué punto es necesario adquirir un modelo más nuevo.
En el mismo plan pueden usarse envases retornables o de vidrio en lugar de los de plástico. Son pequeñas actitudes que contribuyen a una vida más sustentable. "Hay acciones y actitudes a las que hay que decir no . Lo mismo que a ciertos patrones de pensamiento, como el consumismo desbocado", dicen Mariela Silvestein y Sandra Gioia, de Conciencia Solidaria, ONG dedicada al cuidado del planeta. "De lo micro a lo macro, de los miniconsumos a los megaconsumidores, somos todos responsables del cuidado de nuestra casa, el planeta Tierra", siguen. Y aconsejan negarse al consumo indiscriminado, llevados por las modas y los convencionalismos.
Angie Ferrazini, del Mercado Sabe La Tierra, ONG que se propone difundir el paradigma de la sustentabilidad y que puso en marcha un Mercado de Productores en San Fernando, también tiene algo para decir: "Todos podemos cuidar el planeta con pequeños grandes no . Proponemos consumir menos y mejor, ser consumidores conscientes, sabiendo qué compramos, cómo está hecho, de dónde viene y, principalmente, preguntándonos si realmente necesitamos esto que vamos a comprar y a quién estoy apoyando con mi compra". Desde Sabe la Tierra recomiendan negarse a la impresión de documentos, a la compra de objetos nuevos pudiendo obtenerlos usados, el uso del auto para distancias cortas y al consumo personal de las cosas (siempre se puede pedir prestado al vecino).
Conciencia Solidaria www.concienciasolidaria.com.ar Sabe la Tierra www.sabelatierra.com Greenpeace www.greenpeace.org/argentina/es/ Sustentator http://sustentator.com/blog-es/por-donde-empiezo/consejos/