Ruido de fondo: la genial sátira de Netflix sobre el consumismo y el miedo a la muerte
La adaptación que Noah Baumbach hizo de una de las novelas más celebradas de Don DeLillo es protagonizada por Adam Driver, Greta Gerwig y Don Cheadle; ALERTA SPOILERS
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Jack Gladney (Adam Driver), un profesor experto en Hitler de la universidad de College on the Hill, está casado con Babette (Greta Gerwig), una maestra de postura. Ambos conforman una “familia ensamblada”: crían tres hijos de sus cuatro matrimonios anteriores y tienen uno en común (el más pequeño). Entre estos últimos destaca la brillante Denise (Raffey Cassidy), una adolescente que lleva de un lado a otro un manual de conceptos médicos.
A este último objeto acude la menor cuando quiere descubrir qué contiene la pastilla blanca que consume a escondidas y casi religiosamente su madre. Pero en el Estados Unidos de hace cincuenta años no había Google. Por eso si el libro de Denise no tenía la respuesta a esa interrogante, y tampoco la tenían los farmacéuticos del barrio, había que preocuparse.
Esta, sin embargo, no es la única preocupación de los Gladney, la familia que protagoniza Ruido de fondo, la adaptación de la novela del mismo nombre que el célebre escritor estadounidense Don DeLillo publicase en 1985. Aunque la película dirigida por Noah Baumbach, con dos horas y 16 minutos de duración, no trepó como lo más visto en Netflix, pero se trata de una propuesta que tiene argumentos para ubicarse entre lo mejor del 2022 (se estrenó el 30/12).
Y es que en esa especie de acuerdo tácito entre grandes realizadores y Netflix para llevar adelante proyectos originales y ambiciosos que sin la billetera de la citada corporación tal vez nunca llegarían a ser realidad, cada cierto tiempo nos encontramos con verdaderas joyas. Ruido de fondo lo es por una serie de factores que intentaremos explicar en la presente nota.
Saliendo de la casa de los Gladney hay otros espacios a tener en cuenta. El profesor Jack, un inmejorable representante de la Academia estadounidense de cuatro o cinco décadas atrás, comparte sus descansos con un grupo de colegas, cada uno más brillante que el otro, en donde destaca, por supuesto, Murray Suskind (Don Cheadle), un maestro de íconos culturales vivos que da el puntapié en la película mostrando imágenes de cómo Hollywood ha explotado los choques de vehículos a lo largo de las últimas décadas. Solo uno de los muchos temas que le interesan.
Ad portas de un seminario sobre Hitler, al que asistirán profesores alemanes especialistas en el tema, Jack siente que le falta algo fundamental: dominar alemán. Ese mismo idioma que le exige a sus alumnos ya desde el primer año, se le hace una meta complicada. Por eso contrata a un maestro que incide ruidosamente en su pronunciación. A él le pide “guardar el secreto”.
Noche a noche, el maestro interpretado por Driver parece tranquilo al llegar a su casa y abrazar a su esposa. Ella, sin embargo, oculta una tristeza ocasionada por una latente preocupación. Babette no puede dejar de pensar en el día de su deceso. ¿Cómo se llama la enfermedad o condición que hace a uno dedicarle casi todo su día a pensar en el fin de todo? Ruido de fondo, en realidad, está marcada por ese temor a la muerte. La esposa no lo oculta, Jack tampoco. Por eso ambos debaten sobre quién podría sufrir menos si el otro muere abruptamente.
En medio de estos debates, los hijos del matrimonio Gladney juegan su partido aparte. Si bien cada uno tiene sus particularidades, todos se convierten en uno solo cuando aparece en televisión el video (y su respectiva repetición) de un accidente aéreo registrado por un noticiero local. Mismo asombro, y misma atención hacia la vieja pantalla ubicada en el centro de la sala. Luego de la sorpresa, conversan sobre minería en Latinoamérica, autos y formas de alimentación saludable.
Pero hay un suceso que corta a Ruido de fondo en dos: un inmenso camión y un tren a toda potencia chocan, ocasionando que miles de litros de combustible exploten y se genere una inmensa bola de fuego y humo, la cual amenaza con contaminar a todo alrededor. Si algo le faltaba a una familia capaz de preocuparse de todo a su alrededor: ¡Bingo! Tenemos historia.
Si la novela escrita por DeLillo fue descrita como una potente sátira sobre el consumismo y la desinformación, la cinta de Baumbach cumple fielmente el mismo cometido. Cuando la historia transcurre en la cocina de casa, desfilarán ante nuestros ojos los productos de marcas reconocidas. La situación es más viva cuando toca ir al supermercado. Y Murray, lo dice con soltura: “El supermercado es un lugar de espera, nos recarga espiritualmente, es un umbral. Mira qué brillante, qué lleno está de información psíquica, olas, radiación, todas las letras y números están aquí, todas las letras y números están aquí, todos los colores del espectro, las voces y los sonidos, las palabras secretas y las palabras ceremoniales. Solo hay que saber descifrarlas”.
Pero más allá de los logros evidentes, la pieza de Netflix no es redonda. El denominado “evento tóxico suspendido” desata un tono a mitad de camino entre el drama y el terror. La familia debe huir ante las inminentes secuelas de esa especie de nube negra que los persigue. A partir de aquí, salvo uno que otro momento, la historia se debilita. Aparecen grupos de refugiados, críticas al papel de los medios de comunicación, etc. Aunque no estamos frente a una película “clásicamente estructurada”, esta porción de trama nos luce, en primer lugar, desordenada, y en segundo, débil.
Ya hemos hablado de dos grandes momentos de la película: la presentación y el accidente ambiental. Luego viene un tercero. En el rush final de la cinta, surge el conflicto netamente conyugal. Indagar tanto en los motivos de la ingesta de este raro medicamento ocasiona que Jack descubra una verdad dolorosa: su amada y siempre confiable Babette lo engaña con otro hombre.
Ruido de fondo es una genial demostración de que no siempre los grandes libros pierden cuando son trasladados a la pantalla grande. Aunque la cantidad y diversidad de elementos que sostienen la novela de Don DeLillo es innegable, Baumbach reunió los mejores, les sumó un elenco notable (Driver y Gerwing tienen una química formidable cuando se aman y también cuando discuten, Don Cheadle es el típico representante de una Academia deseosa de trascender, y los niños aportan tanto frescura como desconexión) y nos convenció de algo: Si Netflix garantiza que cineastas sumamente talentosos crean películas como esta, larga vida para la plataforma de streaming.
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