Rostros para Jean Valjean
Ya que el cine buscó tantas veces en su obra motivos de inspiración, volvamos a Victor Hugo, ahora que el bicentenario de su nacimiento en Besanon está a punto de cumplirse. De las casi setenta realizaciones para la pantalla basadas en sus ficciones, por lo menos veinticinco son adaptaciones de "Los miserables", lo que prolonga en los medios audiovisuales (varias de las producciones apuntadas fueron concebidas para la TV) el fenomenal éxito que la novela tuvo desde su primera edición en 1862. Se comprende la atención que el cine ha prestado a la dramática historia de Jean Valjean, condenado por robar un pan, redimido después e impedido de cambiar de vida por la obstinada persecución del inspector Javert. No sólo por su comprobada popularidad, sino también porque en la obra del gran romántico francés, ambientada en el hormigueante submundo de París donde se cuece la insurrección republicana, se combinan la trama "detectivesca" con el vasto cuadro social y porque el eterno combate entre el bien y el mal da origen a un copioso material dramático: contrastes abundantes, pasiones extremas, altruismos y miserias se evidencian a lo largo del accidentado y cambiante transcurrir de la historia individual.
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Ha tenido, pues, muchos rostros Valjean (y su indispensable contrafigura, Javert) desde que Maurice Costello -uno de los primeros grandes nombres de la escena ganados por el cine- lo encarnó en 1909 a las órdenes del pionero J. Stuart Blackton. Entre los más recordados intérpretes del personaje hay muchos que lo son por su proximidad en el tiempo, como Liam Neeson, que en vano se esforzó en la lectura veloz de Hugo propuesta por Bille August en 1998. Otros, porque su composición de Valjean estuvo entre lo poco rescatable de la versión, como sucedió con Jean-Paul Belmondo en la curiosa trasposición de la novela al siglo XX que emprendió Claude Lelouch hace poco menos de siete años. Y hay algunos, como Lino Ventura y Michel Bouquet -Valjean y Javert, respectivamente-, que se impusieron sobre todo por su fuerte personalidad: sucedió en un film dirigido por Robert Hossein en 1982.
Pero en este terreno, quien dejó la marca más indeleble fue seguramente Jean Gabin, descollante en el gran espectáculo popular concertado con más oficio que sello personal por Jean Paul Le Chanois en 1957. De los otros protagonistas, más lejanos en el tiempo, habrá quien recuerde a Fredric March, que tuvo, en 1935 y con la dirección de Richard Boleslawski, su oportunidad de animar a Valjean, pero tropezó con la ardua responsabilidad de competir con el imponente Javert de Charles Laughton.
Todavía hay muchos más. Entre ellos, los dos que los expertos suelen distinguir como los más memorables. Uno, el italiano Gino Cervi, lo compuso en 1947 en una adaptación de Riccardo Fredda que ponía el acento en el tema de la redención para presentar al héroe como un hombre libre enfrentado a una sociedad hipócrita. (En esa versión asomaba un joven Marcello Mastroianni en el papel de un revolucionario.) El otro, el francés Harry Baur, parece haber sido pieza fundamental en la película de 1933 dirigida por Raymond Bernard, muchas veces citada como la más fiel al espíritu del libro.
Quien cierra la lista, por lo menos por ahora, es Gérard Depardieu. Pero su trabajo (al lado de otros famosos como John Malkovich, Jeanne Moreau y Asia Argento) pertenece a una costosa miniserie europea realizada en 2000, y para juzgarlo habrá que esperar a que los azares de la distribución la orienten hacia este lado del Atlántico.