La proyección de la cantaora de 25 años crece internacionalmente mientras mira más allá del flamenco
Rosalía sí cree en el destino. “Yo creo que tienes un camino y, aunque quieras escapar de él, la vida te va llevando”, dice la cantaora española de 25 años que en lo que va de 2018 ha colaborado con J Balvin y Pharrell, dando el salto definitivo a otra liga. “Fue mágico poder estar con Pharrell en el estudio y ver cómo produce, cómo compone, poder componer con él”, dice. “¡Imagínate! A mí casi me da un ataque al corazón.”
Emergió en 2016 con C. Tangana (su pareja en ese momento), cuando dos canciones pop de aproximación flamenca compuestas por ellos en plan duet, “Antes de morirme” y “Llámame más tarde”, se volvieron virales más allá de la escena rap y trap underground de España. Poco después, en 2017, Rosalía editó Los Ángeles, un disco conceptual sobre la muerte, solo de voz y guitarra, en el que interpreta –junto al guitarrista Raül Refree– una selección brillante de flamencos tradicionales de autor anónimo.
Pero lo que Rosalía describe como “un flechazo” con el flamenco empezó mucho antes. Cuando era niña, su madre trabajaba “mucho y muy duro” y no podía estar con ella por las tardes, así que la llevaba a baile. “Y yo feliz. Me ponía ahí, primera en la fila, siempre riendo y bailando”, recuerda. En uno de los EPK de su nuevo disco, El mal querer (que se edita este mes), hay un fragmento de un video casero en el que la pequeña Rosalía baila en un patio mientras su madre la filma sorprendida: “Miren”, dice su mamá, “¡la superbailaora!”. Vivían en San Esteban de Sasroviras, un pueblo de 7.000 habitantes cerca de Barcelona donde hay polígonos industriales y camiones, justo como en el video del single “Malamente”, y un lugar en el que la cultura andaluza está por todas partes. A los 14 años Rosalía ya bailaba en La Tani, una de las escuelas de flamenco más prestigiosas de España.
Fue entonces cuando experimentó su mito de origen. Algunas tardes, “al salir del instituto”, había empezado a juntarse en el parque con amigos más grandes que abrían sus autos y ponían Camarón de la Isla. “Entonces me di cuenta: ‘Wow, ¿pero qué es esa voz tan espectacular?’”, dice. “Camarón me impactó tanto que, desde ahí, no dejé de investigar.”
Su maestro de cante fue El Chiqui de la Línea. “Él me enseñó todo”, dice. Ese aprendizaje terminó en Los Ángeles, donde tenía un show oscuro e íntimo, lo contrario a la dinámica expansiva y super pop de esta nueva etapa en la que Rosalía pudo plasmar su intensidad, ya no solo interpretando sino también componiendo, liderando y coproduciendo junto a su amigo El Guincho. “Rosalía siempre me dice: ‘Más duro’, ‘menos blando’, ‘más fuerte’, ‘más físico’”, dice El Guincho en el EPK.
Más físico es exactamente como suena El mal querer, y como será su nuevo show, para el que Rosalía consiguió a Charm La’Donna, la fascinante coreógrafa y bailarina de Compton que acompañó a Kendrick Lamar en la última entrega de los premios Grammy. “Le escribí por Instagram y me respondió”, dice. Con Charm, Rosalía volvió al baile y trabajó mano a mano en las coreos que están en “Malamente” y que también formarán parte de los shows de El mal querer. “Charm me dijo que le sorprendía que me implicase tanto”, cuenta Rosalía. “Me dijo: ‘Normalmente, los artistas pop con los que trabajo vienen media hora al ensayo y están todo el rato mirando el teléfono’.”
En El mal querer, Rosalía quiso indagar en las pasiones. “Creo que es interesante reflexionar sobre cómo nos relacionamos, cómo amamos, cómo queremos”, dice. “Todos hemos querido bien y mal, a todos nos han querido bien y mal.” Mientras componía se topó con Flamenca, una novela del siglo XIV sobre una pareja en la que él, por celos infundados, termina traicionando a su amor. “Me hizo pensar: a nivel antropológico, ¿ha cambiado algo desde entonces?” Rosalía hace un breve silencio y se ríe. “El disco anterior era de la muerte y este, ¡pues mira!”, dice. “¡De la vida!”
Ahora está a punto de salir de España con una proyección mayor a la de todos sus contemporáneos españoles, incluidos C. Tangana, Yung Beef y Bad Gyal (los tres números fuertes del último festival Primavera Sound). Este año cosechó también halagos de artistas mujeres de su misma edad, como Charli XCX y Dua Lipa, lo que la empoderó aún más. “Para mí es muy importante reivindicar a las mujeres que lideran sus propios proyectos”, dice. “Me parece curioso que si trabajas con chicos la gente piensa: ‘Ey, son los demás los que piensan por ella’. Y para nada.”
Además de trabajar con Pharrell (no sabe cuándo se editará eso), grabó “Brillo”, una colaboración con J Balvin en la que se robó el protagonismo, lo que le augura un buen camino en las grandes ligas. “Eso fue hacer música sin pensar en géneros, porque también creo que hoy los géneros ya no existen, ¿sabes? Esa es como mi concepción”, dice acerca del feat. “Para mí, hacer música tiene que ver con estar todo el tiempo intentando encontrar algo nuevo, algo que nadie haya encontrado.”
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