Rosalía, la gran sorpresa del flamenco que enamora a los más chicos
Rosalía sabe como crear el clima. Casi teatral, se queda parada en el centro de la escena mientras deja que los beats de El Guincho suspendan el tiempo. Los golpes desfragmentados de palmas sampleadas que se mezclan con las palmas reales de los cuatro coristas, acompañan a esos miles de centennials cantando por bulería eso de "Me da miedo cuando sales/ Sonriendo pa' la calle /Porque todos pueden ver/ Los hoyuelitos que te salen….". Es algo inesperado y maravilloso. Rosalía puso el flamenco en boca de chicos que no saben quien es la Niña de los Peines, Paco de Lucía o Camarón de la Isla, los cimientos sobre los que se pare su arte.
La canción "Pienso en tu mirá", que abre el show, es su gran hit viral después de "Malamente", pero es ante todo uno de los capítulos fundamentales por estética y discurso feminista de su obra El Mal Querer, que la transformó en una nueva diva pop del siglo XXI.
"El mal querer ha significado mucho para nosotros", dice la catalana y es verdad. La apropiación de un género como el flamenco, que Rosalía tradujo magistralmente a un lenguaje urbano y contemporáneo, la puso en el centro de la escena musical. Sin duda, Rosalía tiene pasta de estrella y todo lo que se habló de ella en este tiempo lo confirma sobre el escenario.
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Con sus movimientos mitad flamenco, mitad torera, captura las miradas de todos. Su deconstrucción conceptual del flamenco lo hace de digestión rápida. Trabaja en distintos planos. Puede sonar experimental en los arreglos de las composiciones, aunque los guiños a los ritmos urbanos y la influencia del R&B, además de sus secuencias coreográficas, llevan su mensaje directo a los pies de los adolescentes, que aúllan con cada una de sus intervenciones.
"De madrugá" es una copla serpenteante, donde Rosalía saca su voz más flamenca. Coros y palmas a un lado. El Guincho tirando beats y samplers. Parece una formación típica flamenca pero sin guitarras ni sillas. Esa vena más gitana explota en "Catalina", un track a capella que pone los pelos de punta. Rosalía mantiene el silencio frente a miles de personas y a cielo abierto. Hay un misterio que viaja en su voz.
Los samplers de guitarras en loop en "Que no salga la luna" generan una exclamación. Sobre esa base, Rosalía se mete adentro de la copla flamenca y se la lleva a su propia estética. Se la apropia. Y la reinventa a su estilo. El Guincho también crea el clima de ese soundtrack de distintos paisajes musicales y efectos como el de una daga silbando en el viento. En vez de palmas y percusión, el productor reemplaza todo por un enjambre de beats que le dan a la voz de la cantante un efecto de caverna-tablao o de catedral. La voz puede sonar inofensiva frente a su carcelero o deformada por el efecto del autotune.
Es teatral cuando se pone de costado como una estampa flamenca con un fondo rojo y parece una chica urbana cuando se pone a bailar de forma tribal y hip hop. Maneja ampliamente distintos registros estéticos. Por eso dispara desde las visuales su imagen como si estuviera mirando su computadora y llevando adelante una relación virtual.
Los aires de bulerias y las palmas enloquecen al público. Algo extraño y solo posible por el efecto que producen las redes. Una chica de su misma generación que tiene el pulso, los códigos culturales y la estética de este tiempo. Representa a esos jóvenes que no tienen escuela flamenca y tampoco importa. Parada sobre esa catedral de música, la artista pisa el acelerador y la ajusta a su propia velocidad.
Las coreografías atraviesan las posturas gitanas con los desplazamientos de los ritmos urbanos. Los coros y las palmas flamencas se cruzan con los beats de drum'n bass. Rosalía baila y rebota como una adolescente y como una mujer libre que ejerce poder sobre su propio cuerpo.
Sobre un ritmo dancehall le dice al público que grite "Olé". Otra vez el cruce de culturas. Todo se mixtura a su aire. Se pone más reggaetonera cuando estrena en vivo el tema que hizo junto a J Balvin, pero lo que le cabe mejor a Rosalía no es la pureza de estilos.
"Malamente", el tema que cierra su show, es una definición de todo su collage estético y musical. El tema que la transformó en una estrella viral. La canción que todos los que están delante del escenario cantan de principio a final. "Si has escuchado alguna vez esta canción cántala conmigo". Se activa el karaoke colectivo. La gitana lo dice y miles la acompañan. Ahora sí el "tra- tra- tra" gitano suena como un signo universal y contempóraneo.
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