Robert Duvall, el apóstol del tango

PUNTA DEL ESTE.- Aunque fatigado por el constante asedio de los periodistas y admiradores, Robert Duvall no pierde el humor. Y tampoco pone límites a una larga charla con La Nación , que abarcó desde su larga trayectoria como actor hasta sus experiencias como director y su ferviente deseo de referirse al tango, su máxima pasión que, cada tanto, lo lleva a viajar hacia el Plata.

En esta visita a la tercera edición de la muestra cinematográfica "Europa, un cine de punta", Duvall presentó anteanoche su film "El apóstol", una producción dirigida y protagonizada por él que, si bien ya se había estrenado en Buenos Aires, era desconocida en el Uruguay.

Mientras saborea una gaseosa, Duvall intenta encaminar el diálogo hacia el español. Su esposa Luciana, una argentina que se convirtió en su mano derecha, lo ayuda en algunos giros idiomáticos. Y entonces, él confiesa que sus primeras palabras desearía dedicarlas al tango.

"El tango -dice- lo descubrí en Buenos Aires hace muchos años y tuve un amor a primera vista. Mi ídolo indiscutido es Carlos Gardel, pero gozo con los temas cantados por Enrique Campos y me emocioné cuando Juan Carlos Copes o el lamentablemente fallecido Virulazo hacían esos malabares a los que yo, algo torpemente, deseo imitar. El tango prendió tanto en mi sensibilidad que estoy en vísperas de comenzar el rodaje de un film que tomará ese ritmo ciudadano después de la década del cincuenta y unirá Buenos Aires con Nueva York. Luego haré una película en la que la familia de mi mujer, que es jujeña, tendrá una importante participación."

El otro camino

La charla toma otros caminos. Duvall, un californiano nacido en 1931, es uno de los actores norteamericanos más respetados en su país y en el mundo.

Títulos como "Matar un ruiseñor", "El Padrino 2", "Apocalypse Now", "El precio de la felicidad", "El gran Santini", "Colores" y "Días de trueno" integran la casi centenaria filmografía salpicada cada tanto por algún premio.

-¿La producción europea o latinoamericana puede sobrevivir frente a la prolífica industria de Hollywood?

-¿Por qué no? Las tres películas que yo dirigí fueron independientes y las financié yo mismo. Es cierto que Hollywood es una extraordinaria meca, aun para aquellos que no les gusta ir allá. Yo creo que el éxito pasa más por el tipo de film y su inspiración. Con "El apóstol" di vuelta el proceso de producción y dejé que la inspiración me llegara desde la propia gente.

-¿Qué cine le interesa?

-Simplemente el buen cine. Sea norteamericano, europeo o latinoamericano.

Por mi parte, dirijo porque hay temas que me atrapan y que nunca se harían en Hollywood.

Duvall debutó como realizador, en 1977, con el documental "We´re Not the Jet Set", sobre una familia que se dedica al rodeo en Alaska, y en 1983, "Angelo, my love", retrato de una misteriosa comunidad de gitanos en Nueva York, a la que le siguió "El apóstol".

"Pero ahora -apunta-, como director, quiero dedicarme a presentar el tango como lo veo, lo siento y me estremece... Espero lograrlo y no pasar papelones.

-¿El ser director no choca con su labor actoral?

-Para nada... Como actor tengo la fortuna de ser contratado para grandes producciones que me dejan buenos dividendos económicos, que son los que utilizo para rodar mis producciones.

-¿Sus comienzos fueron duros?

-Bastante, pero los evoco con simpatía. En Nueva York compartí un departamento con Dustin Hoffman y Gene Hackman. Soñaba con hacer teatro y hacía los más humildes trabajos... Luego las cosas mejoraron y aquí estoy, feliz y contento de poder ser, como lo quería de joven, un actor y un director de cine profundamente enamorado de mi mujer y de la Argentina y del Uruguay... ¿Usted cree que puedo pedir más?

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