Reírse con incomodidad
La comedia basada en el lugar de trabajo es bastante común en televisión y se hizo muchísimas veces, desde Taxipasando por 30 Rock hasta Parks and Recreation. Como casi todo el mundo trabaja es fácil sentirse identificado con las situaciones ridículas y divertidas que surgen en ese ámbito.
Ricky Gervais y su socio, Stephen Merchant, tomaron ese subgénero de la sitcom y la moldearon con su sentido del humor, muy emparentado con la vergüenza ajena. El resultado fue The Office, una serie que marcó época con su original narración al estilo documental, personajes más que comunes y situaciones que hacen querer mirar para otro lado.
La versión británica tiene en su centro a David Brent, interpretado por el propio Gervais, un personaje tan despreciable como patético. Desesperado por ser popular entre sus empleados, pero incapaz de sentir una pizca de empatía, Brent hace comentarios misóginos y racistas mientras predica la igualdad de sexos y razas. Es egoísta y muy poco competente en su trabajo.
La diferencia fundamental entre la serie original y la muy exitosa versión estadounidense es el nivel de incomodidad al que llega cada una. Michael Scott, jefe de The Office de Estados Unidos, tenía muchas cosas en común con Brent, pero daba más pena. En parte porque está interpretado por Steve Carell, un actor más simpático que Gervais.
Aun así, el escritor y actor británico armó una exitosa carrera a partir de su capacidad para ser desagradable y pronto volverá a la pantalla grande con Special Correspondant. Es que el humor ácido tiene su propio y extraño encanto. Gervais es uno de los mejores comediantes de este estilo y The Office es una de las pocas creaciones televisivas que logran que uno disfrute tanto riéndose incómodo.
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