Antes de su show en el Lollapalooza, repasamos una historia que ya tiene más de dos décadas de vigencia; una entrega de nuestro bookazine especial sobre el festival más grande del mundo: conseguilo en los kioscos
Ya pasaron varios años, gobiernos, guerras y modas desde que Anthony Kiedis y Michael "Flea" Balzary se conocieron en la secundaria Fairfax de Los Angeles, donde nació una amistad que luego se transformaría en una banda llamada Red Hot Chili Peppers. En el camino, el grupo descubrió nuevas fusiones de punk, funk, rap y psicodelia; soportó las salidas y las entradas de una larga lista de miembros que a su vez sobrevivieron –o no– a la lucha con las adicciones. Hoy los Chili Peppers son padres: de familia y de sus imitadores. Incorporados al Rock & Roll Hall of Fame en 2012, ostentan un repertorio fundamental en el rock alternativo, una obra que conjura aventura, melancolía, sexo y espiritualidad, a la vez que conservan el alma de banda de garage, que atesoran como su principal capital. Porque más allá de todo el drama y de los cambios de formación, es la amistad entre Kiedis y Flea la principal constante en lo que hacen los Chili Peppers: una hermandad que se ha ido transformando, cambiando y evolucionando a lo largo de los años, pero que también es un vínculo que ha tenido éxito donde tantas otras grandes alianzas en la historia del rock han fallado. Y que hoy les permite creerse con las mismas posibilidades de crecer que tenían cuando sólo eran un grupo de chicos con fobia a la ropa.
"En términos de esperanza y potencial de lo que nos espera en el futuro, se siente igual que siempre", dijo Flea en el regreso de la banda a Australia, el año pasado. Esta es la versión de los Red Hot Chili Peppers que vuelve a Lollapalooza, el festival que los catapultó en 1992 y que este año tiene su primera edición argentina. Para el baterista Chad Smith, la formación actual de los Chili Peppers "tiene el mismo nombre, pero es una nueva banda". Se refiere al aporte de Josh Klinghoffer, el guitarrista que reemplazó a John Frusciante tras su salida en 2008 y que participó en el décimo disco del grupo, I’m With You, de 2011. "No la paso tan bien en una gira desde los 80", dice Anthony hoy. Y vale recordar el agridulce entretelón de los Chili Peppers en su paso por Lollapalooza.
Si, como se dice, los primeros años de una década pertenecen a la anterior, entonces la excepción a esa regla es que no hay nada más noventero que el año 1992. El mundo de Wayne había llegado al cine, "Baby Got Back", de Sir Mix-a-Lot, sonaba como un síntoma de la creciente popularidad del hip-hop, los chicos jugaban al Mortal Kombat y Sinéad O’ Connor rompía una foto del Papa Juan Pablo II en Saturday Night Live. Perry Farrell, el frontman de Jane’s Addiction, había concebido el año anterior la idea de un festival móvil de rock para las nuevas bandas y estaba armando un line-up expandido para el segundo año. Los Chili Peppers eran el grupo perfecto para encabezarlo. Gracias a "Under The Bridge" el grupo estaba gozando de un éxito que les había sido esquivo por nueve años, cinco discos, un Ep y dos discográficas, además de mutaciones en la formación y la muerte por sobredosis del guitarrista y miembro fundador Hillel Slovak. Blood Sugar Sex Magik, el primer disco en Warner Brothers, estaba superando el millón de copias vendidas, mientras todo el catálogo anterior de la banda (con EMI) se hundía en el olvido.
Para Frusciante, un prodigio que recién había cumplido 20 años y que había sido fundamental en la composición del disco, todo estaba yendo demasiado rápido. En dos años había pasado de ser un superfan de un grupo que tocaba en clubs a protagonizar su masificación. "Sentía que no podía estar más en la banda. No por nadie en particular, sino por la dirección en la que estaban yendo las cosas", explicó después. El 7 de mayo, dos meses antes de comenzar la gira del Lolla, Frusciante dejó el grupo repentinamente en la mitad del Blood Sugar Tour, lo que forzó a Kiedis a cancelar una serie de fechas importantes en Nueva Zelanda y Australia. "Es mal timing. Hay que aceptar la ironía de eso. Siempre nos las arreglamos para perseverar, y aún con esta gran pérdida creo que vamos a dar con alguien que haga lo que tenga que hacer. Y vamos a rockear Lollapalooza", dijo Kiedis, optimista como siempre, cuando tuvo que hablar con la prensa. La banda finalmente reclutó como reemplazante a Arik Marshall, de Marshall Law.
Kiedis admitió tener reservas con respecto a la experiencia, en particular por la falta de control creativo. "Si no me hubiera volado tanto la cabeza el año pasado, no estaría tan interesado en formar parte este año", dijo a Rolling Stone en ese momento. Sus quejas tenían que ver con el line-up, "demasiado masculino" y "excesivamente guitarrero" para sus gustos. "Yo quería a [el cuarteto femenino grunge-punk] L7 en la grilla y todo el mundo en la agencia se burló. Dijeron: «No significan nada». ¿Qué decís? Ellas rockean... ¡y son chicas!" Kiedis también se sentía frustrado por no haber podido hablar con Perry Farrell sobre la gira. Cuando intentó contactarse con él, escuchó como respuesta que debía enviarle un fax a través de su representante. "Me fui enojando", confesó.
Pero el espíritu festivalero fue más fuerte que las diferencias. "Definitivamente, Lollapalooza es algo para chicos que no quieren la misma mierda aburrida de siempre. Podían estar todo el día ahí, vivir una fiesta, escuchar todo tipo de música. Era algo positivo y hermoso", dice Flea recordando aquella época. La gira contó con presentaciones de Soundgarden (que sonaba con "Big Dumb Sex" y "Rusty Cage" hasta este momento), Pearl Jam (tenía a "Even Flow" y "Jeremy" en su arsenal) y The Jesus and Mary Chain circa "Rollercoaster". Rompiendo fronteras con el hip-hop, el rapero Ice Cube también fue elegido como una de las principales atracciones, exponiendo al público al género. En el escenario secundario había algunas estrellas consagradas en los años siguientes: Cypress Hill, que tenía sonando "How I Could Just Kill a Man"; Rage Against The Machine, que acababa de estrenar "Killing in the Name"; y Stone Temple Pilots, que empezaba a hacer ruido con "Sex Type Thing".
El festival ya no se trataba sólo de la música: los aficionados podían comprar artesanías y probar platos exóticos. Siguiendo la línea del año anterior para crear conciencia sobre cuestiones importantes, había representantes de organizaciones no gubernamentales como Greenpeace. Con las elecciones presidenciales en Estados Unidos a punto de acontecer ese año, los miembros de la organización Rock The Vote ayudaron al público a llenar los formularios para el registro de votantes. Además, el Jim Rose Circus Sideshow tenía freaks performers como Enigma, cuyo cuerpo estaba casi cubierto de tatuajes y otras modificaciones, y The Amazing Mister Lifto, que levantaba bloques de hormigón y barriles de cerveza colgando de sus pezones o incluso de sus genitales. Entre todo esto, los Peppers sabían cómo hacerse notar. No sólo porque eran cuatro tipos blancos casi desnudos, sino porque usaban cascos que escupían llamas. El funk incendiario de su show, sumado a un frontman que rapeaba tanto como cantaba, hacía de ellos el número de cierre ideal para ese carnaval y Lollapalooza 92 agotó entradas en cuestión de minutos. Luego se agregaron más fechas, que también se agotaron. En 35 días de tour se recaudaron 20 millones de dólares: fue un hito en la carrera de los Peppers, consagrándolos y colocándolos para siempre en el gusto de este público.
Pasaron 14 años hasta que el grupo volvió al festival. En el medio, el ex Jane’s Addiction Dave Navarro se sumó a la banda para el discutido One Hot Minute, y se fue. Su salida dejó al grupo al borde de la separación. Pero el regreso de Frusciante (rehabilitado y reconciliado con Kiedis) en 1998 generó las condiciones para la segunda oleada de popularidad del grupo, que llegó con Californication (en 1999), el disco más exitoso de la banda hasta hoy. Allí el cuartero Kiedis, Flea, Frusciante y Smith (la misma formación que en Mother’s Milk y Blood Sugar Sex Magik) comenzó un período de éxito y trabajo continuo: los álbums By The Way (de 2002), un grandes éxitos (de 2003) y el doble Stadium Arcadium (de 2005), además de tres giras mundiales, solidificaron esta formación como la definitiva.
Alentado por el éxito que había tenido Lollapalooza en 2005 como un festival con lugar fijo, Perry Farrell expandió el Lollapalooza 2006 en el Grant Park de Chicago, brindando a los fans más de 130 shows en tres días. En ese año, con el negocio en crisis y transformación (Tower Records cerraba y mil millones de canciones eran vendidas en iTunes), la música en vivo era la gran apuesta. El megavento incluyó un gran número de artistas independientes, reflejando el gusto de una nueva generación. Desde bandas como The Shins, Wilco y My Morning Jacket a grandes nombres del hip-hop como Kanye West y Common.
Farrell anunció el regreso de los RHCP y dijo: "El grupo disparará el corcho más allá de las nubes". Cuando llegó el esperado show, la banda ya asumía su lugar de clásico y dejaba de lado las pantomimas del pasado. Todos coincidieron en que su vitalidad estaba intacta y, ante más de 70 mil personas, quedó claro que habían conseguido un lugar de privilegio a fuerza de trabajo. La audiencia no era la misma que en 1992 y estaba más familiarizada con el material reciente, pero a la vez, feliz de corear los viejos clásicos.
Esta presentación fue en el marco de la gira de Stadium Arcadium y el amigo y frecuente colaborador de Frusciante, Josh Klinghoffer, se había sumado a la formación en vivo. Klinghoffer contribuyó con partes de guitarra, apoyo vocal y teclados. Su presencia permitió que las canciones sonaran más parecidas a las versiones del disco, en las que Frusciante había grabado varias pistas de sí mismo. En febrero de 2007, este ciclo exitoso cerró con cinco premios Grammy por Stadium Arcadium, incluyendo Mejor Album de Rock.
Acusando la necesidad de descansar después de tantos años de esfuerzo, entraron en pausa. Después se conocería que en este recreo Frusciante dejaba al grupo por segunda vez. "No hubo drama ni enojos, fueron muy comprensivos. Me apoyan en lo que sea que me haga feliz y yo a ellos. Mis intereses musicales me llevaron en otra dirección", publicó entonces en MySpace.
La banda no volvió a editar hasta 2011, con I’m With You. Fue la brecha más grande entre discos de su historia. Producido por Rick Rubin, su colaborador de siempre, fue el primer álbum de estudio con Klinghoffer. "Sabíamos que la banda no se había terminado. Queríamos mantener vivo a Red Hot Chili Peppers, pero de una manera que estuviera a la altura de lo que históricamente habíamos logrado", dijo Kiedis. "Ahora no hay dudas: este es un nuevo comienzo".
La nueva formación debutó en Lollapalooza al año siguiente. Por su estatus de leyenda, la banda se permitió hacer un show más orientado a los fans que al público general. Y se vio que la multitud estuvo más entusiasmada por Californication que por Blood Sugar Sex Magik, pero en buena parte del tiempo el grupo se dedicó a surfear en largas jams instrumentales que le dieron espacio para lucirse individualmente a Flea y el baterista Chad Smith, y que pusieron a prueba a Klinghoffer en su primera gira como guitarrista principal.
Hoy el grupo pasó la barrera de los 30 años y parece haber encontrado un nuevo aire. Actualmente trabaja en su disco número once y se niega a apoyarse en su credencial de veteranía. El foco en el futuro se hace evidente cuando los Peppers deciden no festejar aniversarios ni reeditar sus viejas obras. Y según Kiedis, esa es la clave de su supervivencia. "En el camino hemos tenido tragedias y experiencias increíblemente inspiradoras", dice, "pero el hilo que ha unido todo ha sido el deseo de crear algo honesto, conmovedor y poderoso".
Por Gabriel Orqueda
Conseguí el bookazine especial sobre el Lollapalooza en los kioscos y visitá el stand de RS en el Hipódromo durante los dos días del festival.
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