Reabre sus puertas el cine Cosmos
Don Argentino Vainikoff tiene 87 años y hoy, por fin, reabrirá las puertas de su Cine Cosmos, de la avenida Corrientes, que tantas historias, penurias, felicidades y aventuras le ha dado.
En la entrevista con La Nación repasó con frescura y hasta humor etapas que van desde 1955, cuando compró la sala, que en esa época se llamaba Cine Cataluña, y sus conversaciones con Perón, ante las provocaciones de Raúl Apold, jefe de Prensa y Difusión, por prohibir "toda película de propaganda partidaria". También con Evita, que según cuenta Vainikoff veía sus películas, y prometió autorizarlas, no sin antes pedirle "En las arenas del circo", para proyectar en el Obelisco, un acontecimiento que llevó unas cien mil personas. Las historias se apilan y el recuerdo no exagera: la pantalla del Cosmos abarca un gran período de la historia mundial.
Nuevo Cosmos en la cinematografía porteña
Los films de Eisenstein, Tarkovski y Mijalkov vuelven a la pantalla con la reapertura de la mítica sala de la avenida Corrientes
En su escritorio de la avenida Corrientes 2052, ubicado sobre el cine Cosmos, don Argentino Vainikoff, con 87 años cumplidos y la nueva esperanza de reabrir la sala, sonriente, henchido de humor y lleno de fresca memoria, nos cuenta su larga lucha por subsistir con la distribución de las tradicionales películas de la Unión Soviética, cuando esa industria era considerada sospechosa.
"Compramos la sala en 1955 _Vainikoff abre el diálogo_. Se llamaba entonces cine Cataluña, nombre que conservó hasta 1966, en que le pusimos Cosmos 70. El Cataluña trabajaba a precios populares, con tres o cuatro títulos. Cobraba treinta centavos. Al Cosmos lo levantamos casi de nuevo. Allí trabajamos inicialmente, unos meses, con la programación de las salas de Clemente Lococo, el Opera y otras, hasta que estrenamos "La tienda de la Calle Mayor", que estuvo en cartel más de veinte semanas."
Los primeros estrenos
"Pablo Coll, dueño del Monumental, en 1940, alquiló un local en la calle Corrientes al 900 _sigue Vainikoff_, donde funcionaba un restaurante, y levantó el cine Mundial. El Mundial debía seguir la línea del Novedades de la calle Florida, que era de Coll, y del Porteño, al lado del Opera, donde daban cortos y documentales, con éxito. Abrió el Mundial y no fue ni Dios. "Pierdo cinco mil pesos por mes", se lamentaba Coll. Aprovechando el deseo de Pairoa, le ofrezco películas soviéticas. Coll no creía en el cine ruso porque había pasado, sin éxito, películas mudas de ese origen."
_¿Pudo convencer a Pablo Coll?
_Me dijo: "Lamas (me llamaba así), si tampoco andan las soviéticas, ¿qué hago con el cine Mundial?" Lo convencí y estrenamos "Rusia en armas", cuyo título en ruso es "Si mañana llega la guerra". Hubo colas. El 40 era justo el momento. _¿Funcionaba ya Artkino, aquí?
_No. Trabajamos con la Radium Films. Al final, durante tres años alquilamos con Manuel Peña Rodríguez _un crítico de La Nación _ un local de Riobamba. Hasta que la Municipalidad nos clausuró el depósito cuando empezó la represión del preperonismo. Madanes, dueño de una casa de impermeables, nos ofreció quince mil pesos para que nos fuéramos. Peña los aceptó y se fue a un local de Lavalle que se prendió fuego. Nosotros llevamos nuestras películas a un depósito en Villa Madero. Dependíamos de unos capitanes que no sabían nada y que comandaban la Dirección General de Espectáculos. "Usted es un suicida, ºTrae películas soviéticas, ahora que los alemanes van a dominar el mundo!", decían. No se daban cuenta de que los alemanes ya habían llegado a Stalingrado, donde esperaban a los nazis como antes a Napoleón.
_Usted fue preso en esa época...
_En 1944 estuve detenido cuatro meses en Devoto. El jefe de policía no quería soltarme, a pesar de que hubo pedidos de Perón y de Teissaire para que me liberaran.
_¡Cómo!
_Uno de mis hermanos era dentista de Sadaic y, allí, un abogado era compañero de partida de cartas con Perón en un club de la Avenida de Mayo. Le pidió por mi libertad. Me sugirieron salir del país. Estuve en Chile hasta mayo de 1945, cuando se derrumbó el nazismo, y volví. Como Coll seguía pasando nuestras películas en el Mundial y lo amenazaron con deportarlo, desistió, pero, en compensación, me dio la inauguración del Iguazú, en la calle Lavalle. Volví de Chile y estrené "Arco iris".
_¿Por qué lo llamaban Lamas?
_Vainikoff no era buen apellido para las relaciones comerciales en nuestro gremio. Sonaba a posiciones bélicas. Parece un absurdo, pero esos detalles me permitieron continuar y seguir evolucionando.
_¿Cuál fue su relación con el Partido Comunista?
_No fue buena, porque nunca me dejé manejar. Durante mi exilio en Chile, vinieron del partido a pedir algo a la oficina de Riobamba, algún festival. Mi señora les mandó a decir que no teníamos nada que ver con partidos. Era una provocación. El pedido se repitió; yo seguí manteniendo la independencia orgánica.
_Seguramente, desconfiaban.
_Cuando la Argentina restableció las relaciones con la Unión Soviética, el embajador me dijo que el general Perón consideraba que Artkino era una dependencia del Soviet. Era un disparate. Controlaba nuestra contabilidad poniéndonos inspectores durante un año. Es la única empresa privada en el mundo no subvencionada por nadie. Se terminó la URSS y Artkino cerró sus cuentas sin dejar una deuda.
Entre Evita, Apold y Perón
_¿Problemas otra vez?
_Estuvimos prohibidos desde 1947 hasta 1951. Raúl Apold sacó un decreto histórico, prohibiendo las películas rusas y a la distribuidora Artkino. Fui a ver a Evita; me dijo: "Las que más me gustan son las suyas, pero son las que más problemas nos traen por nuestra carrera contra el comunismo". Me mangueó "En las arenas del circo", y prometió, pero no autorizó ninguna.
_Pero usted siguió insistiendo.
_En 1951, con el secretario político de la Presidencia, Martín Carlos Martínez, vimos a Perón, que se hizo el distraído: "¡Cómo que están prohibidas las películas rusas!" Martínez le recordó el decreto de Apold. Perón dijo que toda película es de propaganda, "lo que no queremos son películas de propaganda partidaria". Le dijimos que los rusos no hacían cine de propaganda partidaria. Pidió que le informáramos a Apold que nos autorizaba esos films. Oliveira, al frente de la Dirección de Espectáculos Públicos fue a verlo a Apold, que le contestó: "¡No le lleve el apunte a ese loco!" Parece que, luego, el general le exigió transmitir por cadena que se autorizaba el cine ruso.
_¿Nunca hubo una película de propaganda partidaria?
_Una, "Los cosacos del Don", doblada al español. Tenía una escena rural con una asamblea presidida por un retrato enorme de Stalin. Quisimos cortarla, pero los rusos nunca nos autorizaron. Intervino Apold y nos quitó de nuevo la autorización.
_¿Viajaba a la URSS a comprar las películas?
_No. Antes, las copias llegaban por la embajada rusa y las pagábamos a través del Banco Polaco. En 1954, vino Apold, desesperado, porque se les venía el festival de Mar del Plata y querían una delegación soviética. Entre los mejores vino David Oistraj, que dio un concierto en la residencia de Perón. No vi muy conmovido al presidente. A Apold se le humedecían los ojos. Era un hombre culto. Uno pensaba: estos nazis no se conmueven torturando y se emocionan escuchando una partitura musical.
_¿Qué había en esas películas?
_Estaban llenas de humanidad, solidaridad, amor.
Una inyección de vida
"Reabrir el Cosmos es una inyección de vida. Tengo 87 años. Hace más de sesenta que estoy en el tema del cine. En 1940 constituimos la distribuidora Artkino, que quiere decir cine arte." Con entusiasmo, aunque aquejado por una ceguera y una sordera que le vienen por horas, y, según dice, ratos de olvido total del pasado, Argentino Vainikoff se dispone a un nuevo emprendimiento.
"La idea es armar un centro cultural _completa Luis Vainikoff, hijo menor de Argentino_; con el cine como base, que funcionen otras actividades culturales: exposiciones, conciertos, funciones de video, librería de cine, conferencias."
El nuevo Cosmos se establecerá en el primer piso _lo que antes era el pullman de la sala grande_, con dos salas, en torno de un hall donde se realizarán las exposiciones y se instalará una confitería. De las dos salas, la más grande cuenta con 220 butacas (las del viejo Cosmos, restauradas) y proyección sólo en fílmico; la pequeña, en cambio, tiene 40 localidades y sólo sistema de proyección en video ampliado. Habrá proyectores para 35 mm y 16 mm y sonido Dolby.
Según don Argentino Vainikoff, "vamos a dar continuidad a nuestro estilo: películas de arte, o sea films que no tienen demasiada rentabilidad. El material que interesa comercialmente está todo vendido. Pero en el mundo hay producciones francesas, españolas, italianas, alemanas, que jamás se estrenan aquí".
Pero el negocio no va a ser sólo el cine, "sino la confitería y el aprovechamiento de las salas para otras actividades. No tenemos que pagar alquiler y eso es importante. No nos interesan las "medias de continuidad" de las salas comerciales: nos gusta mantener la película en cartel para que el éxito se vaya haciendo de a poco. Esta fue nuestra política cuando presentamos "Solos en la madrugada" y "Asignatura pendiente"."
Entre los proyectos del nuevo Cosmos figura estrenar películas argentinas que no encuentran cine y a las que no quieren estrenar sólo en la sala oficial, sin el apuro de las cadenas de exhibición y de las distribuidoras, que viven sujetas a las cifras de la boletería.
Los Vainikoff admiten que las cuadras de la calle Corrientes que van de Callao a Junín han mejorado comercialmente. De todos modos, ellos esperan la promesa municipal de "levantar" la calidad de la calle Corrientes, así como solucionar el problema de algunos espacios linderos convertidos en basurales, y conseguir una mejor iluminación para la avenida que nunca duerme. El Cosmos, se sabe, tendrá luz propia.
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