Un largo adiós para el arquitecto del soul y genio, espiritual y profano, de la música del siglo XX.
Podria decirse que con Ray Charles, que falleció el 10 de junio de 2004, a los 73 años, en su hogar de Beverly Hills, víctima de un cáncer de hígado, se fue uno de los últimos gigantes de la música del siglo xx. A Charles se lo acredita como el inventor del soul, una música que sólo recibiría ese nombre algunos años más tarde. Al principio, cuando combinó el fervor del gospel y su estructura de canto-respuesta con las pasiones terrenas del blues y el r&b, y les añadió en los arreglos una sofisticación musical que tenía sus raíces en el jazz de big band, nadie sabía cómo llamarlo.
Sus monumentales logros resultan aún más sorprendentes si se tienen en cuenta sus orígenes y las dificultades que tuvo que atravesar. Nació como Ray Charles Robinson (el apellido se lo sacaría más adelante para evitar confusiones con el boxeador Ray "Sugar" Robinson) en Albany, Georgia, pero se crió en Greenville, Florida, en medio de una pobreza extrema. Un glaucoma mal tratado lo dejó ciego a los 6 años; perdió a su padre cuando tenía 10, y a su madre cinco años más tarde. Estudió composición por el sistema braille, y aprendió a tocar saxo, clarinete, trompeta, piano y órgano.
Charles comenzó como un crooner al estilo Nat "King" Cole, e hizo arreglos y grabaciones para cantantes de blues como Lowell Fulson y Guitar Slim, pero su carrera se puso realmente en marcha cuando firmó para el sello Atlantic en 1952. Un par de años después llegaría su primer gran hit, "I’ve Got a Woman", que mostraba su estilo de piano contagiosamente rítmico y una exuberante performance vocal. Amparándose en la libertad artística que le otorgaba su sello –el productor Jerry Wexler comprendió que "lo mejor que podía hacer era dejarlo tranquilo"–, durante los años siguientes continuaría expandiendo su vocabulario musical. Entre sus trabajos del período se cuentan sus álbums con Milt Jackson, del Modern Jazz Quartet; con la orquesta de Count Basie dirigida por Quincy Jones, cantando standards con una sección de cuerdas y haciendo piezas de jazz instrumental. A la vez, en esa época amplió su propio grupo con una sección de vientos y un coro de cantantes estilo gospel, las Raclettes, y consiguió una serie de éxitos como "Drown in My Own Tears", "Hallelujah I Love Her So" y "What I’d Say", de 1959, cuya extática sensualidad llevó a que fuera acusado de "sacrílego" por la comunidad religiosa.
En 1959 pasó al sello abc, que le ofreció un contrato absolutamente inusual para la época: 50 mil dólares anuales y la eventual posesión de sus masters. Los ejecutivos no se arrepentirían: un año más tarde, su versión de "Georgia in My Mind", de Hoagy Carmichael, llegó al número 1 de los ránkings de música pop (más tarde sería designada la "canción oficial" de ese Estado), al igual que lo haría "Hit The Road, Jack" en 1961. Poco después produjo una nueva revolución con el primer volumen de Modern Sounds in Country and Western Music, en el que interpretaba con su inimitable estilo temas de Hank Williams y Eddy Arnold, derribando las divisiones entre country, pop y r&b. El álbum vendió más de un millón de copias.
En 1965 fue arrestado por posesión de heroína, y reveló que consumía drogas desde los 16 años. Se tomó un año fuera de los escenarios para erradicar ese hábito. Tras su retorno, durante tres décadas continuó activo en los estudios y sobre el escenario. En ese período también se sumó al movimiento por los derechos civiles, colaborando con diversas causas humanitarias y cosechando una larga serie de distinciones, entre las que se cuentan doce premios Grammy y la Medalla de las Artes que en 1993 le otorgó el ex presidente Bill Clinton. Su aparición en el film The Blues Brothers (1980) lo hizo popular para una nueva generación.
Charles visitó la Argentina en tres oportunidades.
Su influencia como vocalista y compositor puede escucharse en todos los rincones de la música contemporánea: Beatles, Rolling Stones, Animals, Van Morrison, Paul Weller, Joe Cocker, Stevie Winwood, Aretha Franklin, Billy Joel... La lista podría continuar indefinidamente. Si bien su último álbum con material nuevo apareció en 1996, acababa de terminar un disco de dúos, Genius Loves Company, con Norah Jones, b.b. King, James Taylor y Willie Nelson, entre otros.
Lo sobreviven doce hijos y veinte nietos, pero sus auténticos herederos están entre las distintas generaciones de artistas y amantes de la música que se han sentido elevados por el intenso júbilo y la desgarradora tristeza que transmitían sus canciones. El eterno conflicto entre lo espiritual y lo profano que aparecía vívidamente en su música, y su modo de resolver esas tensiones, lo convirtieron en un verdadero genio de la música contemporánea.
lanacionar