Rating, popularidad y el poder de la influencia
Los youtubers son superfans que empiezan a moldear audiencias con una nueva cultura
Si pasaste por La Rural este fin de semana y no entendías a qué se debía el alboroto, o creíste que se estaba presentando ahí algún artista internacional, pensá de nuevo. Acá no estuvo tocando ninguna banda pop, sino que se presentaron las nuevas estrellas de la generación Z: los youtubers. Así, El Rubius , un español de 27 años con más 25 millones de seguidores, y otros personajes del estilo atrajeron a multitudes de adolescentes que pagaron entre $ 800 y $ 3000 para verlos en escena. Y es que si estos jóvenes que hacen y suben sus propios videos a la Web, por lo general reseñando productos o bien mostrando su cotidianidad, ya son figuras cuasi consagradas, "ser un youtuber no es tan fácil como parece", explican.
Por eso este festival, que sale de gira por toda América latina, busca asesorar al "potencial youtuber" que hay en cada adolescente. No sólo hubo presentaciones en vivo, sino también workshops y charlas en las que se intentó descubrir cómo sacar rédito de la generación de contenidos online.
Un vistazo rápido al panorama actual nos permite aventurar que, dada la ubicuidad de Internet, los nuevos códigos de consumo generacionales (que se definen por la horizontalidad, el lenguaje accesible y la instantaneidad) y la penetración que tiene esta plataforma (según Google/TNS, el 77% de los internautas argentinos utilizan YouTube ), éste parece no ser un mal negocio. Las marcas, ni lentas ni perezosas, ya lo saben, y por eso cortejan a los vloggers o VJ, que se han convertido hoy en los nuevos tastemakers o formadores de gusto. Tienen más rating que cualquier celebridad del mundo analógico. Por otro lado, si hablamos de formatos, YouTube ya compite cabeza a cabeza con medios tradicionales como la TV (ni hablar de la radio o la gráfica), ya que los millennials se han acostumbrado a entrar en el sitio al menos una vez por día en busca de entretenimiento, consumen desde dispositivos móviles y ven menos televisión (con excepción del streaming). Otro pequeño detalle, muchos de estos usuarios de YouTube son decisores de compra en sus hogares.
Si de profesionalización se trata, los youtubers de última generación parecen haberse sofisticado volviéndose críticos amateurs o reseñistas con peso propio (ya se habla del poder de los superfans), cultivando audiencias cada vez más grandes y aliándose estratégicamente con las marcas. A su vez, esta veta ocupacional abre otras (y genera más fans que buscan emularlos): youtubers devenidos actores, autores de libros, conductores de programas y así al infinito. Este aggiornamiento y versatilidad extienden la sobrevida del fenómeno y permiten poner sobre la mesa una pregunta: ¿cuánto les queda a los youtubers?
Mientras en la Argentina el negocio recién empieza a ganar visibilidad, en otros lugares del mundo, como los Estados Unidos, donde es posible vivir de este oficio, se percibe un corrimiento etario. Como señaló The New York Times, no sólo cada vez más adolescentes aspiran a ser como ellos, sino que cada vez empiezan a intentarlo desde más chicos. El nuevo furor son las nenas de 8 o 10 años, como la superestrella JoJo Siwa.
Ayudados por la inmediatez y el feedback adictivo del medio virtual, la autopromoción como valor generacional y la subcultura del DIY (do it yourself, algo así como todos podemos hacerlo desde nuestras casas), para bien o para mal los youtubers ya se postulan como nuevo modelo aspiracional para los chicos, con una gran capacidad para ser consumidos y vendidos a audiencias con poca atención y mucho tiempo disponible.
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