Raros peinados nuevos y selfies: el Colón abrió sus puertas a los más jóvenes, que agotaron todas las localidades disponibles
Las cuatro funciones de Último Minuto, que ofreció entradas a 200 pesos durante el festival Argerich y la serie de conciertos Grandes Intérpretes, llevaron a 4500 espectadores de menos de 35 años al Primer Coliseo, en la mayoría de los casos, por primera vez; “Esto no es un mausoleo”, aprueban los abonados
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Sin la solemnidad ni la elegancia habitual del Teatro Colón, el domingo en la fila para retirar entradas abundaban zapatillas, aros y mechones de pelo de colores. Mientras esperaban entusiasmados su lugar en la platea algunos charlaban, reían, se sacaban incontables selfies y hasta escuchaban rock o hip hop en sus auriculares. El flamante programa Último Minuto, con entradas a 200 pesos para público sub 35, es una apuesta del Primer Coliseo por abrirse a nuevos públicos. En sus primeros cinco conciertos funcionó al total de la capacidad dispuesta.
El precio promocional y su difusión por redes atrajo a muchos espectadores jóvenes de la ciudad. Así fue como un buen número de personas de entre 18 y 35 años pisaron por primera vez la sala durante el Festival Argerich y también en el concierto del domingo. “Nunca había venido al Colón. Yo lo que escucho es trap, pero vi la propuesta por Instagram, me interesó y quise venir a conocer. Creo que va a estar buenísimo”, auguraba llena de entusiasmo Pamela, de 25 años, antes de acomodarse en su butaca.
También en la fila estaban Ulises y Leila, que tienen una banda de rock. Él toca la batería y el bajo; ella, el saxo. Tienen 23 y 20 años y nunca habían venido al Colón. Ulises llegó temprano para conseguir una buena ubicación, ya que las entradas del programa joven se ponen a la venta el mismo día del concierto: “Hoy me levanté, me puse a escuchar Damas Gratis y vine a las 10 de la mañana a hacer la fila”. Leila se muestra entusiasmada con la experiencia y señala que no suele escuchar música clásica: “Las entradas están regaladas y dicen que la acústica es increíble. La próxima me gustaría venir y escuchar a una orquesta”.
Jorge Telerman, director general y artístico del Teatro Colón conversó con LA NACION sobre la iniciativa. “Muchos vienen por primera vez y se maravillan. Queremos que todos sientan que el Colón les pertenece: por amor al arte y también porque es un teatro público. Hay muchos que escuchan trap pero después de venir al Colón quieren volver acá y consumir nuestro material”. Se vendieron más de 4500 entradas vendidas en las cuatro funciones del programa, que comenzó la semana última en el marco del Festival Argerich y continuaron en el ciclo Grandes Intérpretes. El Colón considera que la iniciativa Último minuto fue todo un éxito.
-Hoy la mayoría de los jóvenes escucha trap. Muchos dicen venir por curiosidad, porque no suelen escuchar música clásica…
-A la mayoría le va a encantar. Por momentos hay quienes miran con cierto recelo o preocupación la mezcla en la que todo parece tener la misma jerarquía, pero no hay que temerle. Alguien puede escuchar géneros supuestamente opuestos o contradictorios y disfrutarlos por igual. Es fantástico que venga el público del trap y del rock esperando ver acá algo que los sorprenda. Muchos de ellos saben que esto no se lo tienen que perder. Si bien a algunos nos puede preocupar que no conozcan las formalidades, que aplaudan entre movimientos, la verdad es que es son detalles mínimos y termina siendo mucho más lo que ganamos.
-¿Muchos se quejan?
-Algunos, pero a la mayoría le pone contento. Es algo que hablé con Martha Argerich: estamos los dos convencidos que por más que haya un poco de descuido en las formas sigue siendo más lo que se gana. Incluso muchas veces en el Gran Abono suenan más los celulares o hay más toses.
-Los chicos vinieron de zapatillas pero prolijos...
-Están prolijos porque aman y respetan el lugar. Sé que van a venir con sus looks, pero bien vestidos. Hay chicas con el pelo rojo y anaranjado, rapadas, con diseños coloridos. Creo que al Teatro hay que darle vitalidad, hay que venir a escuchar el contenido de excelencia que el Colón tiene para ofrecer. Esta música es para disfrutar con el corazón abierto. El arte es para gozar y emocionarse y los jóvenes siempre otorgan un aire de celebración.
El tenor germano-canadiense Michael Schade y la soprano argentina Verónica Cangemi intepretaron ayer en el escenario piezas de Schumann, Schubert, Debussy, Berlioz, Rossini y Massenet. En el concierto hubo muchos aplausos, es cierto, que despertaron sonrisas a los cantantes.
Norberto tiene 70 años, es abonado de un palco y melómano. Fue a la función del domingo junto a Estela, de 79 años y Paula, de 55 y está muy acuerdo con la iniciativa: “Es lindo que el Colón busque ampliar su público. Escuchamos gente que se quejaba porque les hubiese gustado que se abriera la propuesta a los jubilados. Pero la verdad que a nosotros nos parece brillante que se incentive a los jóvenes a venir. Es verdad que antes, si no tenías corbata o zapatos, no te dejaban pasar. Pero eso ahora cambió y nos parece bien: después de todo, esto no es un mausoleo”.
Liliana Castales es abonada y tan solo su elegancia y andar firme por el foyer denota su condición de habitué. No se sintió cómoda con la propuesta Último minuto, a la que cataloga de “injusta”. “Los mayores también tienen derecho a gozar un espectáculo con beneficios económicos. Venir al Colón es una experiencia cultural y también espiritual. Los jóvenes se portaron bien durante la función pero no me parece correcto que se haga una segmentación por edad”, razona.
José Alí y Alejandro Lazo son tucumanos y se suman al grupo sub 35 que pudo conocer el Colón este fin de semana: “Estamos conmovidos con el despliegue, es una propuesta fabulosa”. Eliana tiene 19 años y estudia piano en el Conservatorio Ástor Piazzolla. Su primera vez en el Teatro Colón fue el jueves 18, cuando logró acceder a un ticket en el Paraíso para ver a Martha Argerich. “Ver a Martha fue increíble pero estaba muy lejos. Mientras la miraba desde ahí, pensaba que nunca iba a poder permitirme un lugar cerca del escenario. Hoy pude venir por la iniciativa de las entradas baratas y cuando vi que nos tocó estar en primera fila no lo podía creer. Ver al pianista tan cerca mío me emocionó, hasta el punto de que lloré. Es muy enriquecedor”, comenta conmovida.
Telerman señaló que se seguirán realizando este tipo de convocatorias con el objetivo de construir comunidad, crear nuevos públicos y afianzar el sentido de pertenencia. “No lo podemos hacer siempre porque tenemos que cuidar nuestro equilibrio económico, pero la idea es generar comunidad y también comprender que los jóvenes además de brindar vitalidad, son nuestros futuros abonados”.
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