Un producto holandés hecho en la Argentina
"Factor miedo", reality show hecho en Buenos Aires para la televisión holandesa. Producción por Telefé: Dicky Ríos y Ricardo Tiocrito. Producción ejecutiva: Daniela Wechsler y Axel Kuschevatzky. Por Telefé, los viernes, a las 23.
Nuestra opinión: malo
La herencia de "Gran hermano" ha sido ciertamente prolífica. Apenas unos años pasaron de aquel solitario emblema de la "televisión verdad" frente a un ojo en forma de cámara que permanece despierto las 24 horas a este presente en el que los hogares norteamericanos están en condiciones de recibir nada menos que 200 reality shows en forma simultánea.
Uno de los modelos más exitosos de lo que podría llamarse "segunda generación" de programas de este tipo es "Fear factor", producto holandés de exportación que entre nosotros es presentado a partir de la traducción literal de su título: "Factor miedo".
Aquí no hay cámaras insomnes dispuestas a registrar hasta el detalle más banal de una vida de encierro voluntario por parte de gente común. Pero sí se potencian al máximo los elementos constitutivos del género: el realismo se tensa hasta lo máximo a partir de la exigencia extrema de las pruebas propuestas y el show ocupa el primer plano, porque de lo que se trata es de que la conducta de los participantes provoque el mayor impacto posible: aquí no pueden faltar ni ruido ni sorpresa ni cierta espectacularidad.
En esta perspectiva, "Factor miedo" es la astuta adaptación a estos tiempos de realismo televisivo crudo y de gente anónima dispuesta a todo frente a las cámaras de aquel camino relacionado con exigencias lúdicas y deportivas que nació ingenuamente con juegos al estilo "Telemach" y luego viró hacia las prácticas extremas y los desafíos de supervivencia.
Esta modalidad inspiró un amplio rango de ideas en forma de reality shows, algunas ya conocidas por nosotros como "Expedición Robinson" y "Fort Boyard". De ellas, "Factor miedo" toma la exigencia física llevada al máximo, pero incorporada dentro de una estrategia en la que se privilegia algo apenas insinuado por el ciclo que Julián Weich registró en Francia. Aquí, para salir airoso de la mayoría de las pruebas, no alcanza con un estado físico óptimo; ante todo, lo que hay que superar es el asco.
Suplicios gratuitos
"Factor miedo" no es más que la puesta a prueba de lo que puede soportar un hombre física y psicológicamente en algunas condiciones de elevado riesgo, que se aleja de aquello que conocemos como deportes extremos y en cambio se acerca peligrosamente a exhibir una sucesión de suplicios gratuitos que sólo alientan los instintos más primarios de quienes observan.
Por un puñado de dólares, hemos visto cómo los participantes tienen que atravesar vidrios con una bicicleta, rescatar con la boca porciones de pollo de un recipiente plagado de gusanos o zambullirse sin protección alguna en una superficie regada de líquidos pestilentes.
No parece haber ningún estímulo atractivo -ni para los participantes ni para el televidente- en semejante invitación. Y mucho menos en el otro ingrediente que "sazona" esta idea: mientras un competidor trata de superar ese desafío, los demás lanzan contra él una catarata de consignas negativas con el propósito de hacerle perder confianza en sí mismo. La pérdida del juego limpio -una de las tendencias que recorre peligrosamente el cuerpo de los reality shows- es llevada aquí a su máxima expresión.
Las pruebas de "Factor miedo" -presentadas con aire impersonal por David Kavlin- se desarrollan en la Argentina, pero con participantes holandeses traídos especialmente aquí gracias a las ventajas competitivas que permiten el rodaje de un show de estas características a costos ciertamente menores que los de su país de origen.
Así, por encima de las voces originales, asoma un doblaje incómodo y confuso que, pese a los visibles esfuerzos de corrección que se apreciaron en la segunda semana, acentúa la pérdida de interés incluso en aquellos espectadores capaces de resistir semejante desfile de degradaciones. Porque "Factor miedo" exhibe el dudoso privilegio de haber inaugurado un modo de hacer televisión donde una persona dispuesta a superar las fronteras de su propia resistencia deja de ser admirada por su valor y en cambio incita al público a regodearse en su propio sufrimiento.
- 14,3 puntos. En su segundo envío conservó el buen rating de su primera emisión
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