Tom Lupo, el "radioartista" que hizo del estudio un espacio de experimentación
Sentado en un viejo bar de Avenida La Plata y Rivadavia devenido pizza-café, Tom Lupo –quien murió hoy, a los 74 años – recordaba su relación con el Indio Solari y los Redondos para un libro que recopilaba historias y mitos sobre la banda platense. "Poli me trajo en persona a la radio un demo con cuatro temas que empecé a pasar por Submarino amarillo, que se transmitía tanto en AM como FM por Del Plata. El Submarino venía después de 9PM, el programa de Lalo Mir con Elizabeth Vernaci Yo creo que nosotros lo pasamos primero que nadie, ¿eh? La primera sorpresa es que el demo pegó mucho en el interior. Tanto que un tipo me mandó una carta desde La Rioja que decía ‘Yo hago Kamasutra con la radio para poder agarrar la señal y escucharlos y me quedé loco con ese grupo de Patricio Rey’…".
Carlos Luis Galanternik había nacido el 22 de octubre de 1945 en Charata, Chaco, y había pasado por la publicidad, el psicoanálisis y la poesía hasta que llegó a la radio con ese nombre de tebeo, Tom Lupo ("Tom, el lobo"). Así como estaba sucediendo en todo el underground de Buenos Aires (en el rock, el teatro y el arte contemporáneo), supo resignificar el estudio radial como un espacio de experimentación, haciendo de cada noche frente al micrófono una experiencia estética. Lupo murió en su casa acompañado de Marina, su mujer, quien lo asistió en una larga rehabilitación. El 20 de junio de 2015, una camioneta Traffic lo embistió mientras cruzaba la Avenida del Libertador en su Fiat Palio provocándole una conmoción cerebral de la que nunca terminó de recuperarse.
Esta noche, después que den las 12 y suene el himno, Radio Nacional pondrá al aire otra emisión de Grabaciones encontradas, el programa que la emisora sumó a su grilla a partir de marzo y en el que se pasaban fragmentos de las intervenciones de Tom Lupo en los programas Noche tras noche y Tarde o temprano.Alejandro Pont Lezica, al frente de la emisora en la nueva gestión, lo decidió luego de que León Gieco, que frecuentaba a Lupo en su rehabilitación, le comentara que el "radioartista" (juntos habían musicalizado a Oliverio Girondo) se "iluminaba" cada vez que el tema de la radio, de los programas hechos y de la posibilidad de volver algún día, afloraban en la conversación. "Pasamos cosas del archivo de la radio donde todos sus programas están grabados. Tom fue un difusor muy importante del under y la vanguardia. Escuchaba absolutamente todos los demos que le llegaban sin esperar que tuvieran o no la palanca de una discográfica. Y era casi el único comunicador que le daba lugar a la poesía en el medio", dijo Pont Lezica. Se habían conocido en Radio Del Plata, frecuencia que anticipó el quiebre que produjo en 1985 la FM Rock & Pop. "Tom era el tipo que había que seguir, el que nos decía «es por acá». En ese momento él hacía Submarino amarillo y ahí era todo nuevo".
Pegar la oreja a la radio a la hora de Submarino Amarillo era un viaje expedicionario: Alejandra Pizarnik pasada por la voz grave y encantadora de Lupo antes de escuchar a Los Encargados de Daniel Melero; el demo de Fricción o expresiones que no sobrevivieron al streaming, como Comida China, Los Argentinos o Alphonso S’entrega. Ese nuevo camino en la radio argentina había sido pavimentado de algún modo por El tren fantasma (FM Rivadavia) donde una programación decididamente new wave contrastaba la voz ceremonial de Omar Cerasuolo. Lupo, que se asumía un chauvinista de la escena argentina, llevó eso al delirio trasnochado que se respiraba en el Einstein, Zero o al cabaret dadá que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota ponían en escena cada vez que bajaban a Buenos Aires.
Su experiencia anterior en la prensa under había preparado el terreno. Tanto su paso por la efímera revista Banana (dos números), que hacía con Enrique Symms (monologuista de Los Redondos) como por Twist y Gritos, bajo cuya dirección supo poner en tapa a un Miguel Abuelo travesti-gaucho. "Poeta y performer, mix entre Federico Peralta Ramos y el Negro Guerrero Marthineitz (pero cero gorila)", lo definía Pablo Schanton en el prólogo del libro Crimen y vanguardia: el caso Shocklender y el surgimiento del underground (Paidós, 2017). A medianoche, con ese espíritu dionisíaco, Lupo era el reverso de los sábados aptos para todo público en los que por ese entonces Juan Alberto Badía alternaba consagrados y nuevos de un rock argentino que al fin encontraba un mercado masivo.
El radioartista era también un activista de la escena. De su programa salió el concurso en el que Gustavo Cerati le puso música a la letra de un oyente para hacer "Persiana americana", una de las mejores canciones de Signos, el tercer disco de Soda. Y también es su voz la que se escucha al comienzo de "Años", la versión que Andrés Calamaro y Luca Prodan grabaron en plan tecno-pop jugando con la letra original del trovador cubano Pablo Milanés. "Coincide un poco con la noticia de que lo único que progresa con el paso del tiempo es la tecnología, pero el hombre no, siempre es el mismo", se le escucha decir a Lupo, mientras Andrés garabatea algo en el piano y antes que la voz de Luca truene aquello de "El tiempo pasa, nos vamos volviendo tecnos".
El tiempo pasó también para Tom y para todos los que nos pegábamos a la radio para escucharlo como el audiolibro más atrapante que se hubiera propalado nunca. O más: para visitarlo sin permiso los domingos a la noche en el Tom Lupo Show, un programa en un estudio donde cualquier cosa podía pasar. Como si fuera un altar pagano, los hobbits del under ofrendábamos poesías, demos, anuncios de shows y Lupo –más arriesgado que amable– sacaba todo al aire. Algunas noches, con suerte, como se ven los planetas o las estrellas, se podía coincidir con Luca Prodan, su campera raída, ahí sentado, escuchando en silencio. Como el resto ante sus radios.
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