Santiago Maratea: el fan de Chiquititas y Hannah Montana que Pergolini eligió como sucesor
El día que debutó con Generación perdida, el programa que conduce en Vorterix (FM 92.1) de lunes a viernes de 10 a 13, Santiago Maratea se mandó un speech inicial de 17 minutos. Lo descargó casi sin pausas, sentado con las piernas cruzadas encima de la mesa del estudio de la radio que fundó Mario Pergolini , responsable principal de que este joven influencer que tiene hoy 374 mil seguidores en Instagram ocupe ese lugar que hasta no hace mucho lo tenía a él mismo. Fue el 15 de octubre pasado, un día especial para Santiago, por el arranque del ciclo y también, como subrayó él muy rápido y con sentido del humor, porque Netflix había subido la primera temporada completa de Hannah Montana, la popular serie de Disney de la que es fan declarado.
Sobre el final de ese largo discurso inaugural, Maratea dijo que Pergolini le habia advertido taxativamente que conducir un programa de radio de tres horas lo iba a terminar desnudando. Así que prefirió curarse en salud y ventilar cada intimidad que le vino a la memoria en ese momento. Y entonces contó que tuvo que ponerse dientes postizos (costaron 1.800 dólares) luego de un accidente que sufrió patinando en Los Ángeles, ciudad a la que viajó para conocer a Ellen DeGeneres; que fue "coordinador de Confirmación" en la época de su escuela primaria religiosa; que de chico le encantaba robar supermercados; que sabe todas las canciones compuestas por Cris Morena, y hasta que fue víctima de abuso infantil.
Si algo deseaba Maratea desde hace años es "estar en los medios". Lo dijo cada vez que pudo e hizo mucho por conseguir ese objetivo, con las tácticas del fan como estandarte: fue a ver con su mamá la grabación de un capítulo de Chiquititas ("Y flasheé", asegura él); esperó catorce horas a Adrián Suar en la puerta de Pol-ka ("Estuve tanto ahí que una productora se acercó y me dio una ensalada"), y unas cuatro a Andy Kusnetzoff en la entrada de Metro ("Le llevé medialunas"). "Hay gente de los medios que pareciera no verte. Y hay gente que sí te ve, pero no quiere que vos entres. Si yo no hubiera luchado por que soñaba, hoy estaría en pelotas", sostiene Santiago, cuyo timbre de voz remite ligeramente al de su gran mentor.
Criado en las Lomas de San Isidro, Maratea dice que sabe perfectamente que tiene "alta cara de cheto" y cree que su voz no colabora para eludir los prejuicios. Si debe pensar en aquellos a los que está muy agradecido aparecen Pergolini -quien confió en él como cara visible de Ingame, una plataforma creada para llevar a cabo concursos online que ya utilizaba en su programa de Vorterix- y Marisa Divito, histórica coreógrafa de los productos de Cris Morena que le consiguió un lugar como extra en Casi ángeles. Y también en la que él describe como "la primera persona famosa que me dedicó al toque unos segundos de su tiempo": Connie Ansaldi, a quien se encontró de casualidad en una heladería, le contó de su cuenta de Twitter ("Ya me fui de ahí porque es un lugar lleno de gente agresiva") y logró que lo invitara a su programa televisivo. "Es gente que me ayudó con algo concreto. Yo en esa época trabajaba tuiteando para una agencia de viajes de egresados. Fue mi primer laburo, y lo hacía con el celular y tirado en la cama", recuerda.
Memorias de un tiempo que parece haber terminado, los días de un joven que, en aquel rap de intimidades del primer programa en Vorterix, también contaba que le gusta ser millennial, que le costó entender la revolución feminista; que fue a siete colegios y de uno lo echaron por antisocial; que ha tenido sexo con hombres y que de vez en cuado mira porno gay; que lo echaron de un trabajo por comer demasiados tostados de jamón y queso sin la autorización pertinente; que estuvo preso dos veces -una en California por entrar a los estudios de Warner sin acreditación y la otra en Vicente López por fumar marihuana a la orilla del río; que le provoca miedo el ruido del silencio y que no leyó las partes 5, 6 y 7 de la saga de Harry Potter.
Hay gente de los medios que pareciera no verte, y hay gente que sí te ve, pero no quiere que vos entres
–¿Como te sentís en el aire de Vorterix después de casi tres meses de trabajo?
–Muy bien. Porque me gustan mucho los medios y también porque cuando conocí Vorterix quedé alucinado. No pensé que era tan nave... Me dieron total libertad en cuanto a temas, estética, equipo... Estoy muy contento.
–¿Qué es lo que te gusta mucho de la radio?
–Yo hace un buen tiempo subo videos a las redes sociales, pero eso no te permite decir todo lo que querés decir. No sé si quiero hacer un video sobre las cosas de las que hablo en la radio... Hace unos días, por ejemplo, quería hacer un descargo de algo que veía mucho en los medios y no me gustaba. No hubiera hecho un video de eso, pero sí lo pude contar en la radio. Estar en Vorterix, además, es como estar en una escuela de radio. Es una de las que mejor vínculo estableció con todo lo digital. Nos entendemos bien, podemos comunicarnos.
–Las redes sociales son populares, pero también el blanco de críticas muy filosas. ¿Qué opinás vos?
–Que hay todo un mundo en el teléfono y en las redes sociales.
No tengo televisión, lo considero un gasto innecesario. De vez en cuando busco algo del programa de Moria en YouTube
–Vos creciste en un entorno donde la televisión tenía una influencia distinta a la de hoy. ¿Cómo te llevas hoy con ese medio?
–No tengo televisión, lo considero un gasto innecesario. De vez en cuando busco algo del programa de Moria en YouTube... Hay mucha m... en la tele argentina. Queda lo que hace la productora de Sebastián Ortega y no mucho más. Casi toda mi vida quise laburar en television, pero hoy pienso dónde y no se me ocurre.
–¿De dónde creés que vino esa fascinación por la televisión que tuviste durante años?
–La responsable fue Cris Morena.
–¿Cuál es el espíritu de Generación perdida, el programa que conducís?
–Tomar la posta de algunas discusiones que giran alrededor de mi generación. No sé... Nosotros hablamos de lo poco que nos gusta el derecho de admisión, del consumo de drogas, de las relaciones sentimentales, del sexo, de tener hijos o no, de la relación con el laburo... No hablamos mucho de política propiamente dicha. Y nos pusimos como objetivo no hablar nunca del programa más popular de la televisión argentina. Si el presidente del país se muere ahí en ese programa, lamentablemente no vamos a hablar de la muerte del presidente. A mí, por ejemplo, me gusta mucho hablar de Dios. Preguntarme si existe, reavivar ese debate... Que si los astros, la energía, las profecías de Parravicini... Cruzar mucha información que hoy se encuentra con más facilidad.
–¿Los influencers de las redes sociales serán alguna vez más importantes que los medios tradicionales?
–No creo. Podés ser técnicamente un influencer y no influenciar a nadie. Tener muchos miles de seguidores sin que tu opinión tenga ningún impacto en la calle. More Rial tiene bocha de seguidores, pero ¿qué influencia real tiene en nosotros? Nos volvimos relevantes desde las redes sociales porque en la televisión no pasa nada. Hoy cualquiera que tenga algún talento puede mostrarlo en un montón de canales de comunicación sin depender de nadie.
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