LA NACION compartió la intimidad del “pase” de los conductores, quienes, desde la primera y segunda mañana, traccionan a toda la programación de La100, señal que cosecha un liderazgo sostenido que también se apoya en nombres como los de Mariano Peluffo y Julieta Prandi
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El estudio de LA100 está en penumbras: es una expresa necesidad del conductor, quien prefiere amanecer cautelosamente. El operador, desde su cabina, ve lo que cualquier mortal no vería. Acaso intuye, con el oficio a cuestas y el conocimiento del modus operandi del ciclo. Detrás del vidrio está Santiago del Moro haciendo el programa junto a su equipo. Faltan pocos minutos para las diez de la mañana y hacen su entrada Guido Kaczka y los suyos para tomar la posta del aire radial.
En ese preciso momento, las estrellas y sus colaboradores conversan frente a los micrófonos en ese segmento impuesto –tanto en el medio radial como en algunas señales de noticias– que se hace llamar “El pase”. LA NACION compartió ese tramo en el que las estrellas de la televisión, ambas enfrentando el micrófono de pie, se muestran desde una informalidad que las cámaras no permiten y donde sus equipos se fusionan como en un amistoso de fútbol. Una buena excusa para charlar con todos ellos.
En las instalaciones de la radio, ubicadas en el histórico edificio de la calle Mansilla, donde también funciona Mitre, número uno en la AM, se respira clima de estudiantina. Una suerte de antídoto contra el trajín cotidiano que atravesará el día de la vida urbana que está despuntando. Esa misma esencia es la que también se percibe en casi todas las franjas de la programación de esta frecuencia que, desde hace siete años, encabeza las mediciones del rating, un liderazgo de audiencia poco usual. Desde enero, según Kantar Ibope Media, LA100 se mantiene por encima de los 23 puntos de share en promedio.
Los popes sean unidos
“Arranqué en LA100 durante la última semana de 2016 y, en pocos días, la radio se ubicó en el primer puesto. Forjamos un programa con lo que a mí me divierte, por eso nunca nos han podido copiar”, explica Santiago del Moro, al frente de la primera mañana con El club del Moro, que sale entre las cinco y media y las diez.
Guido Kaczka, conductor de No está todo dicho, que arranca a las diez y termina a las dos de la tarde, se detiene a pensar profundamente en la esencia de un medio que es, ante todo, compañía para el oyente: “La radio es hacia adentro, como darse cuenta de todo lo que no conocés de la tierra porque te la pasas mirando al cielo”, sostiene filosóficamente el comunicador, quien también lidera cómodamente la audiencia durante esas cuatro horas de aire diario y cuyo tránsito por esta frecuencia, que comenzó en el 2014, marca su debut en el medio radial.
LA100 es una cadena con 90 repetidoras en todo el país, lo cual le confiere un alcance federal. Solo en la región del AMBA (Ciudad de Buenos Aires y el conurbano), Santiago del Moro es seguido por un millón trescientos mil oyentes, mientras que a Guido Kaczka lo eligen un millón cien mil personas.
Ante la presencia de LA NACION, los conductores bromean y sus equipos los siguen, algo clave para generar el clima de camaradería donde los temas más insólitos pueden ser tratados al aire. Acá no cuentan, o cuentan poco, los sinsabores de la inseguridad, el valor inalcanzable de la canasta familiar ni la última noticia trascendente de la agenda política. Si subió el dólar, poco importa.
“A Guido (Kaczka) lo conocí siendo competencia, cuando yo estaba en Pop Radio y él ya hacía aire en LA100. Aquella vez, nos sentaron al lado para la producción fotográfica de una revista y fue la primera vez que pudimos conversar. Los dos somos acuarianos, muy parecidos, y tenemos una mirada similar del medio, aunque somos diferentes como conductores. Nuestra convivencia es genial, de mucha confianza. Es mi amigo, hay una relación familiar”, afirma del Moro.
Guido Kaczka no lo desmiente: “El pase es un gran momento, de buena convivencia. Nos respetamos mucho profesionalmente y nos queremos personalmente, así que intercambiamos ideas según los temas que surgen cada día y, además, nos reímos mucho”.
Observarlos interactuar es una postal que causa cierta extrañeza. Es que no es frecuente esa foto, aunque sus voces sí se conjugan cada mañana para los millones que los escuchan. Acá hablan todos, hasta la señora encargada de la limpieza a quien le piden su parecer sobre el tema del día. En el control hay micrófonos, por lo tanto, el que pasa, es invitado a hablar.
Pegada a la oficina de producción se ubica la sala de streaming, porque, en el siglo XXl, la radio también está hecha para ser mirada, haciendo convivir lo analógico con lo digital, sin que esto opaque la magia de su espíritu oral. “Para hablar hay que dirigirse a otro u otros”, decía el filólogo, educador y sacerdote jesuita Walter J. Ong, y eso no es otra cosa que el sentido de este lenguaje. “La radio cambió. Ahora te escuchan en todo el mundo y hasta te pueden ver. Además, los contenidos quedan y la gente los puede atrapar cuando desee, pero siempre apuesto a defender el espíritu original”, explica del Moro, quien se niega a llevar el programa a la televisión o el teatro, aunque ofertas no le faltan.
Cámara y micrófono
Pocas veces ha sucedido que dos de los conductores más exitosos de la TV compartan el mismo micrófono radial. LA100 obró el milagro.
Además, otra situación poco habitual define el vínculo entre ellos: cuando Santiago del Moro estuvo al frente del certamen MasterChef Celebrity o del reality Gran Hermano, ambos emitidos por Telefe, su compañero de radio Guido Kaczka conducía, a la misma hora, su ciclo de juegos Los 8 escalones, actualmente el programa más visto de eltrece.
Por otra parte, Kaczka es accionista de Kuarzo, la compañía que produjo Gran Hermano, con lo cual, en cierta forma, del Moro estuvo bajo su mando. Lo cierto es que la competencia televisiva jamás los distanció. Ni siquiera el premio Martín Fierro, que entrega Aptra, logró la enemistad. En la última entrega, realizada el domingo último y que reconoció la tarea televisiva del 2022, Santiago del Moro le ganó a su amigo en el rubro conducción masculina y, finalmente, Gran Hermano se quedó con el Martín Fierro de Oro, el galardón mayor.
“La TV y la radio son dos mundos completamente diferentes, donde se trabaja de maneras muy distintas. Sus tiempos no son iguales, la televisión tiene una urgencia y un nivel de tensión que la radio no posee”, reconoce Santiago del Moro. Para Guido Kaczka “la televisión tiene mucho corazón, pero también más tendencia a la efervescencia, todo es muy vistoso y potente, pero, a la vez, pasa más rápido. La radio, en cambio, es todo calidez y autenticidad, un lenguaje más enfocado en compartir todo, se hace para acompañar a la gente, para sentirnos muy juntos y en un mismo lugar”.
Con la radio se da una fidelidad de las audiencias, similar a lo que puede experimentarse con los lectores de los medios gráficos, en tanto que la televisión está atravesada por la dinámica del zapping, con espectadores más volátiles. Con sentido común, Santiago del Moro afirma que “porque te vaya bien en la televisión, no tiene por qué irte bien en la radio”. No es su caso ni el de Kaczka, quienes disfrutan del éxito en ambos lenguajes de la comunicación mediática.
Formatos y números
Así como en la televisión, el prime time nocturno, donde suele generarse la mayor audiencia y cosecharse el encendido con los porcentajes de encendido más elevados -algo que también hoy puede ser puesto en tensión- es el momento de mayor inversión y donde aparece la pauta publicitaria más importante; en la radio sucede lo opuesto: su tiempo es la primera y la segunda mañana.
En el amanecer, a Santiago del Moro lo acompañan Maju Lozano, Costa, Nacho Bulián, Marcela Tauro, Fernando Carlos, Eliana Guercio, Fernanda Carbonell y Bebe Sanzo. El equipo total, incluyendo a productores y al operador técnico, está conformado por 13 personas. “No es el mismo público el de las cinco y media que el de las nueve de la mañana, cuando va transcurriendo el programa, la gente está más despierta, más arriba”, argumenta el conductor nacido en el pueblo bonaerense de Tres Algarrobos. Y así como puede definir a sus audiencias, también ensaya una explicación sobre el buen tono de su equipo: “No les pido que seamos mejores amigos, pero sí que nos respetemos todos en nuestras diferencias. No es fácil levantarse tan temprano y estar de buen humor, pero celebramos la vida, porque la realidad te puede aplastar”.
La troupe de Guido Kaczka está conformada por Claudia Fontán, Guillermo Coppola, Marcela Tauro, Guillermo Poggi, Santiago Calzarotto y Alejandra Salas, en un staff que suma una decena de profesionales. Para Kaczka “la intención es acompañar al oyente y no agregarle penas. La mayoría de los temas son ´esas pequeñas cosas´, como decía la canción de Joan Manuel Serrat, que hacen a nuestra vida, las más simples y más importantes”.
El club del Moro hoy es el programa más escuchado de la radio, tomando en cuenta la AM y la FM, liderando su franja con 34,9 puntos de market share, un récord histórico para una primera mañana de FM. Quien lo sigue, en ese mismo horario, está a 24,3 puntos de distancia. “Sentamos al oyente al lado nuestro, nuestra alegría es una caricia para esa persona que sale corriendo a tomar el colectivo o que no llega a fin de mes”, explica Santiago del Moro, quien se enorgullece al recordar los elogios que vertieron sobre su programa, próceres como Cacho Fontana o Héctor Larrea, quien comparó a El club del Moro con la mística de su recordado Rapidísimo.
No está todo dicho transita su décima temporada. En las mediciones de mayo, el ciclo alcanzó su récord histórico de audiencia con 25.2 puntos de market share, lo que le da a La100 otra cifra récord. Guido Kaczka reconoce que “definir a la audiencia cuando hay gran éxito, en cuanto a número y cantidad, es difícil, porque hay chicos, jóvenes y adultos escuchando”. El conductor, buscando encontrar el motor que lleva a su público a sintonizar su espacio, entiende que “es como esos amigos que te hacen bien, porque te comprenden; no te critican y tampoco te ceban para que te enojes más con las cosas que no podés cambiar del mundo que te rodea”.
Los equipos, la clave del éxito
Para Diego Poso, gerente de programación de LA100 desde 2005, una de las claves del éxito de Santiago del Moro, Guido Kaczka y del liderazgo de toda la grilla, está dado en que “históricamente, ha existido una gran comunión entre los objetivos de la radio y los objetivos personales de cada una de sus figuras. Una visión compartida que reúne tener las búsquedas de las audiencias con lo que cada uno de nuestros talentos quiere transmitir desde su personalidad y estilo, acompañado por un sólido trabajo de los equipos de producción”.
Indudablemente, los conductores de la mañana traccionan y explican la tesis del buen destino de cada una de las franjas horarias de esta emisora que también cuenta con Mariano Peluffo y Julieta Prandi, quienes hacen Sarasa desde las 14; Sergio Lapegüe, al frente de Atardecer de un día agitado, en el horario del regreso, a partir de las 17; y el “Pelado” López, que hace Todo queda en casa, durante las mañanas de los sábados.
Maju Lozano es una histórica de LA100, con dieciséis años frente a los micrófonos, lo cual la lleva a considerar a la señal como “lo mejor que me pasó en la vida. Es mi casa, es mi lugar calentito y seguro” y, como integrante del equipo de Santiago del Moro, reconoce que “mi vínculo con él es de confianza extrema, nos conocemos demasiado y nos podemos decir barbaridades al aire para reírnos como dos chicos. Nos hemos tentado a tal punto, que, más de una vez, me tuve que ir del estudio”.
Para la actriz Claudia Fontán, que integra el staff de No está todo dicho, “la radio ha sido y es una compañía única. Un medio donde la imaginación y los sentidos vuela, donde no es necesario seguir un hilo conductor, y aquel momento donde prestás atención queda adherido a tu presente y perdura en tu recuerdo cómo aquello que ´no sé dónde lo escuché, pero ¿viste tal cosa? ´ o no bajarte del auto para terminar de escuchar el bloque o esa canción que no podés apagar, la radio es eterna”.
Cuando “El pase” culmina, Santiago del Moro parte raudo. Detrás, su equipo, de a poco, va dejando la cancha libre para la casaca que ingresa al juego. Kaczka queda de pie, le queda cómodo conducir así. Antes, el abrazo de rigor entre los conductores estrella del medio.
“Sentirnos muy juntos y en un mismo lugar, ese es el espíritu de la radio para mí”, sostiene Guido Kaczka, antes de entrarle de lleno a su espacio. Le restan cuatro horas de fluida comunicación con sus oyentes. Con un pie en la calle, Santiago del Moro confiesa, “El Club del Moro es mi mundo, mi manera de contar”.
En números
Desde hace 79 meses, LA100 es la emisora de FM líder de nuestro país. “Todas las partes conforman una propuesta firme que construye y sostiene una identidad, los 365 días del año, las 24 horas del día. Una familia, en la que todos quieren que le vaya bien al que comparte el proyecto”, argumenta Diego Poso, el gerente de programación.
Según las mediciones de audiencia de junio último, La100, con 23.2 puntos de market share, le lleva casi diez puntos a la frecuencia que ocupa el segundo lugar con 14.3 puntos de market share y se aleja 14 puntos con respecto a la señal que se ubica en el tercer lugar con 9.3 puntos de market share. Estas cifras, provistas por Kantar Ibope Media, confirmar que, diariamente, más de dos millones trescientos mil oyentes sintonizan LA100 en el conglomerado del AMBA.
Y si Santiago del Moro y Guido Kaczka, desde la primera y segunda mañana, logran récords de público, lo cierto es que un efecto dominó se derrama sobre el resto de la programación que también cuenta con nombres arraigados en el gusto colectivo de las audiencias.
Mariano Peluffo hace una década que debutó en el medio, conduciendo Abierto los domingos (luego sumó la tira diaria de Sarasa). “En televisión te pueden levantar un programa a los quince días; en cambio, la radio es tranquilidad, no la cambio por nada”, explica el conductor, quien remarca “el poder de llegada que tiene este medio, te llaman de todo el país”. Su compañera Julieta Prandi, en torno al carácter festivo del programa, explica que “no podés no reírte con nosotros, la risa te salva, te cura y te hace olvidar de momentos malos”. En su voz aparece aquello que cada uno a remarcado, indudablemente LA100 es una estación pensada para disuadir la conflictividad de la vida cotidiana, pero sin estar al margen de la realidad.
Según la última medición de audiencia, Sarasa logró 20.1 puntos de market share, mientras que Atardecer de un día agitado, con Sergio Lapegüe llegó a 18 puntos. Respondiendo a las nuevas necesidades de consumo, LA100, además, se consolidó como un multimedio multiplataforma, contando con 16,7 millones de usuarios únicos en su sitio web, según Google Analytics, y conformó la comunidad en redes sociales más grande para una radio local.
Recientemente lanzó “Argentinos World Tour”, ciclo de shows exclusivos que son transmitidos en simultáneo por su sitio web y su canal de YouTube cuyo puntapié inicial es mostrar el éxito de los artistas argentinos en el mundo a través de la música. El primer encuentro tuvo como escenario el recital que ofreció Los Auténticos Decadentes en Bogotá. Con Match100, la audiencia puede escuchar su programa favorito, pero eligiendo, por décadas, la música que más le gusta. Eso se suma a las permanentes invitaciones que la radio les hace a sus oyentes, quienes pueden asistir a concierto de todo el mundo, reforzando el intercambio con las audiencias.
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