Nacido en Argentina y con más de un siglo de vida, el medio ha sido semillero de voces icónicas que, sin perder profesionalismo, fueron protagonistas de acaloradas discusiones, equivocaciones al aire y situaciones insólitas dentro de los estudios
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Cuando, hace más de cien años, los Locos de la Azotea crearon la radiofonía buscando el aire del medio desde una terraza, seguramente aspiraban a convertir su invención en un vehículo de comunicación. No estaban errados, consiguieron aquel objetivo primigenio, pero lo que posiblemente no imaginaron es que frente a los micrófonos de los estudios y en los pasillos de las emisoras se generarían más de un imprevisto.
De anécdotas, furcios, escándalos y peleas también esta hecha la radio. Esas voces que acompañan con los más diversos estilos, desde la AM o la FM, que de tan humanas que son, son capaces de las situaciones más insólitas.
1. ¿A los sillazos?
Oscar González Oro condujo durante años El oro y el moro, un típico magazine de la segunda mañana de Radio 10, en los años en que era propiedad del periodista y empresario de medios Daniel Hadad. Eduardo Feinmann, amigo personal de González Oro, era el columnista político del ciclo. Durante 18 años, conformaron una pareja laboral que se entendía de maravillas y gozaba de la aceptación del público. Sin embargo, una mañana todo cambió. El conductor, hoy radicado en Punta del Este, sintió que su compañero le había faltado el respeto.
Palabra va, palabra viene, los periodistas terminaron a los puñetazos en medio del estudio, ante la mirada atónita de sus compañeros. “Casi le parto una silla en la cabeza”, reconoció Feinmann mucho después. Durante un año no se dirigieron la palabra: el contacto era estrictamente profesional y al aire. La situación, por demás incómoda, concluyó cuando González Oro lo invitó a cenar. Aquella noche aclararon los tantos, hicieron las paces y reconocieron que jamás habían dejado de tenerse afecto.
2. Pisar el palito
Nora Perlé es una de las más destacadas locutoras de la historia de la radio. Tiene estilo propio y una carrera de décadas que la convierte en una decana del medio. Su programa Canciones son amores, que sale los fines de semana por el aire de Mitre, sigue siendo uno de los espacios más escuchados del dial.
Fue en ese emblemático programa, en el que Perlé mantiene un vínculo muy estrecho con sus “escuchantes” -como ella define a los oyentes- donde se produjo un hecho claramente inusual para la querida comunicadora, de voz profunda y dicción perfecta.
Una noche, como lo hace varias veces por programa, Nora Perlé leyó un mensaje de la audiencia. “Estamos comiendo un rico asadito escuchándote a vos, ¿qué más puedo pedir?”. El mensaje se deshizo en elogios y palabras de cariño, como suele suceder con los oyentes que se comunican con ella. Sin embargo, sobre el final de aquellas líneas tan amorosas, llegó la broma: “Desde Banfield, con mucho cariño, te escriben Micho, Tito, Negro, Gordo y Cabezón”.
En el momento, ni la locutora ni su equipo de producción se percataron del juego de palabras que podía leerse como una grosería, quizás naif y hasta simpática. Perlé, con el tiempo, reconoció que “gracias a eso me conoció la gente joven”. No hay mal que por bien no venga: la conductora sigue adelante con su ciclo y su nombre forma parte de la galería de figuras estelares en la historia de la radio.
3. Camuflado
Corrían los tiempos de la dictadura militar y no eran pocos los profesionales del periodismo censurados por el régimen. José “Pepe” Eliaschev era uno de los periodistas que no podían trabajar en nuestro país, ya que integraba una “lista negra”, razón por la cual debió radicarse en los Estados Unidos.
En ese contexto, Juan Alberto Badía, quién conducía A mi manera en Mitre y era un confeso fanático de los Beatles, ante la muerte de John Lennon decidió recurrir a los servicios periodísticos de su colega.
El 8 de diciembre de 1980, Lennon fue asesinado en Nueva York. Ante la envergadura de la noticia, potenciada por la admiración de Badía, el locutor decidió sacar al aire a Eliaschev, quien tenía, al estar radicado en aquella ciudad, información de primera mano. Como el periodista estaba prohibido en nuestro país, salió al aire con un seudónimo. Nadie se dio cuenta de quién se trataba y aquel hecho trágico permitió que la voz de “Pepe”, como lo llamaban todos, pudiera escucharse en la Argentina.
Pocos años después, ya en democracia, Eliaschev formó parte de Badía y Compañía, el recordado programa ómnibus sabatino de aquel hombre que se jugó al sacarlo al aire en épocas de censura.
4. Una letra lo cambió todo
Estela Montes es una destacada locutora que acompañó a casi todos los conductores estrella, los grandes “bastoneros” de la radio, además de haber tenido sus propios programas en el aire. Siendo locutora “tandera” -como se llamaba al oficio de leer los avisos en vivo- Montes cometió un furcio que derivó en una simpática y escatológica situación.
La publicidad que debía leer decía: “Soltá tu pelo con Wellapon”. Sin embargo, la publicidad del conocido shampoo se vio alterada debido a que la locutora, furcio mediante, cambió la “l” de la palabra pelo por una “d”. El resto fue risas. Había nacido una de las situaciones más graciosas en la historia de la radio.
5. La grieta lo hizo
Es innegable que Magdalena Ruiz Guiñazú fue una de las periodistas más cultas del medio, característica que compartía con su colega Víctor Hugo Morales, quien es un cultor de la música clásica y del teatro de texto.
Hubo un tiempo, hace años, en el que ambos ocupaban la primera y segunda mañana de Continental, respectivamente. Fue en aquellos estudios, que estaban ubicados sobre la calle Rivadavia, cerca de la Plaza de Mayo, donde se produjo el desencuentro ideológico que privó a los oyentes de uno de los “pases” más interesantes que ha dado el medio.
Durante mucho tiempo, cuando Ruiz Guiñazú concluía su programa, que iba de seis a nueve de la mañana, se quedaba en el estudio para compartir unos minutos con Morales, quien tenía a su cargo el tramo que llegaba hasta pasado el mediodía. En ese intercambio, ambos comentaban cine, teatro y espectáculos musicales. Un remanso exquisito en medio de la vorágine periodística de noticias crudas y desagradables.
Aquel oasis radial terminó de la peor manera cuando Magdalena, al aire, le recriminó a Víctor Hugo sus simpatías con el kirchnerismo, ya conduciendo los destinos del país. El pase cultural jamás se repitió y los profesionales evitaron dirigirse la palabra cuando se cruzaban en la puerta del estudio.
6. Acompañar
“Yo el lunes no me mato porque sé que vos vas a estar en la radio”. La frase desgarrada corresponde a un mensaje que un oyente le dejó a Betty Elizalde, otra de las voces icónicas del medio.
Era una tarde de viernes cuando la recordada locutora, de voz muy sensual, se disponía a finalizar su programa en Radio El Mundo y, en esos minutos finales y antes de desearles un buen fin de semana a sus oyentes, apareció ese mensaje que fue pasado al aire y acompañado por palabras cálidas de la conductora hacia esa persona con tono desesperado. Una vez más, la radio fue contención y compañía en la soledad, acaso una de sus funciones vitales.
7. “No sos buena compañera”
Las anécdotas más polémicas no solo son cosa del pasado: los micrófonos abiertos siguen siendo un espacio propicio para las situaciones más diversas, tal como sucedió este año en el estudio de Radio Rivadavia, donde la periodista Cristina Pérez y Baby Etchecopar protagonizaron un cruce.
Desde hace un par de temporadas, Pérez conduce las mañanas de Cristina sin vueltas, el programa que precede a Baby en el medio, el ciclo de los mediodías a cargo de Etchecopar. Los conductores, siguiendo una suerte de ley impuesta entre las figuras, también compartían algunos minutos de aire entre un programa y otro. El “pase” solía tener algunos desencuentros, pero nada tan grave como lo que sucedió a fines del mes de mayo.
Aquel mediodía, Pérez se plantó ante un comentario de Etchecopar que insinuaba que un conocido político tenía “vínculos estrechos” con dos mujeres dirigentes de su mismo espacio. La periodista, clara en sus conceptos, sostuvo que no era el tipo de periodismo que le interesaba ejercer.
“¿Sabés lo que me jode de vos? Que no sos buena compañera” dijo el periodista mientras iba aumentando su enojo. A lo que su compañera respondió: “Yo no me meto con quién se acuesta la gente”. La conversación subió de tono y Etchecopar terminó abandonando el estudio.
8. Bravo al desnudo
Fernando Bravo trabajó en casi todas las emisoras porteñas, construyendo una carrera impecable que lo convirtió en uno de los actuales próceres del medio. Con tantas millas corridas, las anécdotas que lo involucran son numerosas.
Una de ellas aconteció en el estudio de Radio Rivadavia, cuando Bravo notó que se le había descosido el pantalón. Rápida de reflejos, su compañera, la risueña locutora Rina Morán, otro de los nombres insoslayables del medio, se solidarizó y se ofreció a enmendar la prenda. Así fue como Bravo se quitó los pantalones para que su coequipier se lo pudiese arreglar.
El conductor quedó en calzoncillos justo cuando un grupo de maestras visitaban las instalaciones de la radio. Bravo las saludó sin moverse de su silla, amparado en la importante mesa que cubría sus piernas.
El pantalón tardó en volver y al hombre de San Pedro siempre le quedó la duda si aquella demora no fue adrede, generando una de las situaciones más divertidas en el anecdotario del medio.
9. “Una nueva hora comienza”
No todos saben que Martín Wullich es quien, cada sesenta minutos, decía en Radio Horizonte la famosa frase “Mientras tanto, aquí en Buenos Aires, una nueva hora comienza”. La legendaria anunciación del locutor fue un sello de la emisora y atravesó la vida profesional de Wullich, quien debió rendir una curiosa prueba para lograr ocupar el puesto.
El entonces director de Horizonte le pidió al locutor que leyera una revista escrita en inglés y comentara un artículo como si estuviera dando una noticia. Wullich acababa de llegar de una residencia en el exterior y su pronunciación fue perfecta, además de haberle dado impronta propia a su parlamento improvisado. “No tomo más pruebas, sos la voz de Horizonte”, le dijo el directivo. Durante años, Wullich le anunció a los porteños el comienzo de cada hora en la ciudad.
10. Como a una par
Antonio Carrizo se caracterizó por su enorme generosidad a la hora de tratar y darle espacio a los locutores más jóvenes. En tiempos de la Guerra de Malvinas, algunas transmisiones se realizaban “en dúplex” entre varias emisoras.
Siguiendo esa dinámica informativa, en una oportunidad le tocó a Elizabeth Vernaci, que era la locutora de turno en Del Plata, darle el pase a Carrizo que estaba en Rivadavia. Tal era la envergadura del conductor que Vernaci dudó de poder cumplir con la labor intentando ser reemplazada por algún colega. La inexperiencia y juventud de la “Negra”, como todos le dicen en el medio, hacía que temiera no estar a la altura de las circunstancias.
Cuando sus compañeros se negaron, no le quedó otra que conducir ese pase de Del Plata a Rivadavia y conversar con Carrizo, quien -lejos de comportarse como una estrella- trató a la jovencísima locutora como una par. “¿Cómo le va, querida?”, dijo de entrada el hombre de General Villegas, dejando en claro que se trataba de una charla de “igual a igual” ante los millones de oyentes que seguían sus programas.
Con más de un siglo de vida, la invención de los Locos de la Azotea sigue dando lugar a lo más insólito. Y si al aire se generaron miles de situaciones que engrosan un anecdotario infinito, cuando los micrófonos se cierran lo que sucede en los estudios de las radios puede llegar a ser casi inverosímil. Nadie se salvó de las metidas de pata y los errores, ni siquiera las grandes estrellas del medio. El que esté libre...
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