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Matías Martin dio pasos al costado cuando los tuvo que dar. Y eligió. Eligió mucho. Su última decisión laboral lo llevó a despedirse de radio Metro, después de veinte años en el aire, y refundar su carrera en la flamante radio Urbana Play, una nueva estación que se lanza a partir de una multiplataforma que tiene como base en 104.3 de la FM, pero que se expande en redes sociales y en su propio sitio digital, con contenidos sonoros y audiovisuales, muchos de ellos pensados en la interacción con el oyente.
“Es una oportunidad única. Si bien estar en una radio muchos años te genera una sensación de pertenencia, no sé si antes tuve un desafío como este, tener la página en blanco de una radio nueva con todo por hacer. Estoy entusiasmadísimo, con unas ganas de hacer este camino”, reconoce Martin en la charla con LA NACION, en la que se mostró absolutamente expansivo para reflexionar sobre la profesión y sobre cuestiones más personales, algo no habitual en el periodista que hizo de la discreción un modo de vida.
Todo pasa, tal el nombre de bautizo de la nueva aventura, irá al aire de lunes a viernes, de 13 a 17, el tradicional espacio vespertino donde Martin construyó su universo radial, el medio que comenzó a transitar su segundo siglo de vida y en el que el periodista encuentra el tipo de lenguaje que mejor lo construye como comunicador. El programa también contará con la participación de Clemente Cancela, Emilse Pizarro y Juan Ferrari. “En la previa, todo lo que te imaginás es nada, en comparación al momento en el que te dan aire, es un volver a vivir”, dice con la adrenalina lógica de haber terminado hace minutos el evento formal de lanzamiento de Urbana Play que incluyó un envío especial, donde se reunió con Andy Kusnetzoff, Sebastián Wainraich, Julieta Pink y María O´Donnell, con quienes compartió Metro y de ahora en más convivirán en la nueva frecuencia. A ellos se suman nombres como Lizy Tagliani, Clemente Cancela y Hernán Cattaneo.
Decisiones
Decía Sigmund Freud: “Es un buen ejercicio ser del todo sincero consigo mismo”. Mucho de eso aplicó en su vida Martín. Hoy, el periodista puede disfrutar de la satisfacción de haber construido una carrera coherente, sin la desesperación de los egos por la exhibición continua. “Si a los 50 años, uno no aprendió dónde quiere estar y dónde no quiere estar, me parece que no valió la pena”, señala.
-Con Kusnetzoff y Wainraich formaban un bloque compacto en Metro, ¿esa esencia se verá reflejada en esta nueva etapa? ¿Cómo te reformularás sin perder esencia?
-Es muy probable que yo me parezca a mí mismo. La esencia es similar, muchos de mis compañeros son los mismos. Tengo los mismos gustos, con la evolución lógica de los consumos culturales, pero no dejó de gustarme el deporte, la música o el cine, como me sucedió siempre. La mirada sobre el presente tiene que ver con una evolución, esto es, claramente, un paso adelante. Quizás ahora puedo sacar contenidos que en la otra radio me costaba sacar, soltar un montón de cosas en el camino y llegar más liviano para hacer esa evolución, ese paso adelante después de cinco años en Rock & Pop y los últimos veinte en Metro. Todo eso hay que sintetizarlo en lo nuevo, que va a tener la esencia de lo que soy y la fuerza de la evolución.
-Igual, pero diferente, en el contenido y continente.
-El programa tendrá columnistas nuevos y eso trae formas diferentes, lenguajes de los nacidos en tiempos digitales. En realidad, los cambios tienen que ver con las formas, más que con el contenido, porque se trata de un medio que nace desde una multiplataforma y tiene la imagen muy pegada, eso hace que todo lo que hagamos tenga un envase distinto”.
El periodista, que recorrió un largo camino y tiene en su haber recordados títulos como Orsai a medianoche, Locos por el fútbol y Fugitivos, está con ganas de pensarse. Acaso haber pisado los 50 y el cambio de radio sean parte de ese mismo proceso de activa madurez, muchos años después de aquel debut en Rock & Pop a los 25 y el arribo a Metro cinco temporadas después: “Los 30 es el arranque de esa madurez, es como hacerse cargo de muchas cosas, había sido padre a los 29 y el mundo se me había dado vuelta, por eso creo que estos últimos veinte años son experiencia pura. Me siento joven, aunque no pretendo una juventud que no tengo ni ser un millennial, pero me siento pleno, vigente, con ganas y energía. Creo que este estreno me encuentra en un momento ideal. La madurez es la evolución”.
-¿Pensás la vida en términos de evolución?
-Lo siento así... A esta altura, se trata de elegir los lugares donde uno quiere estar. Esa es la lección aprendida. Hay lugares donde no te metés más o discusiones en las que no te enganchás. Hay temas con los que antes tomaba temperatura o engranaba y ahora prefiero mantener distancia. Lo que no me interesa, no me interesa. No me voy a involucrar en un tema por apariencia. En algún sentido, uno se saca muchas caretas. Puedo elegir y eso lo entiendo como un privilegio absoluto de la vida que, además, aplico en el trabajo.
-Nunca se te percibió desesperado por estar en televisión ni por pararte en el torbellino mediático. Seguramente ahora discriminás más, pero entiendo que fuiste muy selectivo a lo largo de toda tu carrera. ¿Pagaste costos por eso?
-He dado pasos al costado no sin esfuerzo, no sin miradas desconfiadas. Mis grandes decisiones las compartí con poca gente. Considero que los “no” son mucho más importantes y te definen más que los “sí”. Cuando sos nuevo, una alternativa, o el personaje de la semana, te ofrecen de todo, la tentación de aceptarlo es realmente peligrosa. Me hice fuerte con los “no”. Tuve claro cuándo era el momento de sembrar y cuál era el momento de elegir. Desde ya, cuando empecé tenía la desesperación de trabajar.
Situaciones
-Emulando el nombre de tu nuevo programa, en la vida ¿todo pasa?
-Estaba bastante en contra de esa frase, pero hoy, en tiempos pandémicos, se resignifica, es una luz de esperanza en un momento donde estamos atravesando esta realidad, donde hay problemas con las vacunas, con sus patentes y derechos, con la plata y el poder de cada uno de los países, así que pensar que esta situación va a pasar, está atado al nombre del programa. Además era un nombre que utilicé cuando empecé en Metro. Hacíamos cuatro horas organizadas en dos programas: Basta de fútbol y Todo pasa. Me apropié de mi nombre que tiene el apellido de mi ex, Basta de todo.
-¿Cuándo sentiste o deseaste que todo pase?
-En los momentos difíciles de hostigamiento, cuando mediáticamente estuve expuesto, que es algo que no me gusta, que padezco un poco.
-¿Podrías citar un ejemplo?
-Cuando me separé, cuando fue la salida de Cabito del programa. En esas situaciones el mantra es: “Va a pasar”. Siempre te parece que no terminará más, que el momento difícil será eterno.
Luego de años de compartir el micrófono, en noviembre de 2018 Cabito Massa Alcántara dejó de pertenecer a Basta de todo. En ese momento, el humorista habló en los medios y mostró su enojo con Martin por una partida que entendía injusta. Bastante tiempo después, luego de no referirse a la problemática cuestión, el conductor reflexionó sobre ese hecho traumático, una mancha negra en un ciclo de dos décadas. Aquella vez, Martin reconoció que “se está instalando una verdad que no es”. Más de dos años después, se permite pensar la situación que lo ubicó en un lugar incómodo: “Es el juego peligroso de los medios. En ese caso, preferí no embarrarme, no meterme en un conflicto plagado de mentiras”.
-¿Por qué, finalmente, hablaste?
-Cuando del otro lado se decían tantas cosas y uno no contestaba, parecía que el propio silencio era un “tiene razón el otro”. Me sentí obligado a salir a contar la verdad o, en tal caso, mi verdad. Pero eso sucede todo el tiempo, el que vive del escándalo te va a tratar de embocar para que vayas a su terreno.
-¿Y si no te interesa involucrarte en una situación así?
-Los que no nos interesa el escándalo tenemos esa dicotomía perversa: si contestás, le hacés el juego al que busca el escándalo; si no respondés, pareciera que la verdad la tiene el otro.
-El que calla otorga...
-Es muy tremendo eso, es una lógica cruel.
Privacidades
-Decías que uno de los momentos de exposición incómoda fue cuando atravesaste la separación de Nancy Dupláa.
-En realidad, ni siquiera me separé porque no estaba ni casado con Nancy, pero tuvimos un hijo y, obviamente, fue super mediático, te lleva a que tu vida privada sea objeto de consumo. ¿Qué hacés? ¿A dónde vas? ¿Qué hiciste? Lo que no es noticia es que nos llevamos diez puntos.
-Conformás una familia ensamblada, concepto que, quizás, no es tomado en la dimensión de lo que encierra, la implicancia de sumar afectividades.
-Tenemos una relación de armonía absoluta, con Nancy nos queremos, nos respetamos, nos entendemos. Estamos juntos para tomar decisiones, pero eso no garpa tanto y, sin embargo, es una parte fundamental de la verdad.
En ese plan de armonía familiar, el periodista no tiene reparos en nombrar a Pablo Echarri, pareja de la madre de su hijo Luca, si la actividad artística del actor amerita ser mencionada en su programa: “Obviamente, no es un amigo, pero es el papá de algunos de los hermanos de mi hijo. Lo que más quiero es que le vaya bien, que sea exitoso, que disfrute, que vivan en armonía. No voy a querer que le vaya mal, que esté enojado con la vida. Estamos todos en el mismo bondi, no tengo dudas. Me sale naturalmente desearle lo mejor a los que están cerca de la gente que más quiero”.
Herencias
-Tu hijo Luca heredó la pasión por la radio.
-Pensé que se iba a volcar a la música, el cine o la actuación. Si bien lo llevo a la radio desde que tiene diez meses, habla al aire desde los dos años y tuvo una columna en mi programa, me sorprendió mucho. Para todos era obvio que su camino era la radio, para mí, no. Nunca le noté ese bicho. Ahora lo veo tan sólido y tan contento, nunca me lo hubiera imaginado.
-Hubo una semilla que germinó muy fuerte.
-Sí, así fue. Tiene el gen del charlatán del padre. Es suelto, desenvuelto, con buen idioma. Me enamoran mis hijos con sus maneras.
-Pensando en herencias, tu papá también comunicaba. En su caso lo hacía desde el dibujo.
-Es así, era dibujante. El noventa por ciento de los dibujos animados de las publicidades de toda una época los hizo mi viejo.
-¿Cuáles?
-El mosquito de Raid, el conejito de Nesquik, miles...
-¿Es cierto que versionó a Mafalda para televisión?
-En 1970, Quino, que era muy amigo de mi viejo, le pidió hacer una tira, similar a lo que se hizo en un Mundial con Clemente. Se iba a poner en el aire un minuto por día de Mafalda. Mi viejo era el director de su agencia e hizo esa animación de Mafalda durante un año. Luego, la película que se vio en cine, estaba montada sobre ese trabajo.
Idolatrías
-Iniciaste tu carrera como periodista deportivo, ¿qué vínculo tenías con Diego Armando Maradona?
-Le hice cuatro o cinco notas, no mucho más. Se enojó conmigo cuando le contaron algo que había dicho, pero que no era tan así.
-¿Lo pudiste charlar?
-Lo busqué a Guillermo Coppola para explicarle y Diego terminó diciéndome “está todo bien con vos”. No tenía un vínculo porque nunca fui el maradoniano que le perdonaba todas. Si hacía algo que me parecía mal, lo decía. Entonces nunca iba a tener el vínculo que, por ejemplo, tiene Andy o algunos de mis compañeros que se llevan muy bien y tienen una relación incondicional. Lo elogié y lo critiqué a Maradona como a cualquier otra persona. Eso, desde ya, te aleja.
-Sobre todo con una persona que solía rodearse de aduladores.
-Gente que no le cuestionaba nada y que, por eso, tenía su cariño para siempre. De todos modos, eso no quita que amo a Maradona, que tengo mucho para agradecerle, que me hizo llorar. Una persona que se dedicó al periodismo deportivo como yo y vivió el Mundial ´86 a sus quince años, imagínate lo influyente que fue.
-A muchos lo sorprendió la muerte, otros consideran que era un final anunciado. En todos los casos fue una partida dolorosa. ¿Dónde te parás?
-No te diría que me sorprendió, sino que me impactó como si no lo hubiéramos estado viendo venir desde hacía muchísimos años.
-¿Te encontró en la radio la noticia?
-A las 13.09 minutos, un medio anunció que había muerto. Mi programa, ese día, arrancó 13.10, así que había visto la noticia cuando abrí el programa. Recuerdo que dije que esperaba una confirmación o una desmentida, porque si lo que estaba leyendo era verdad, era muy fuerte. Pasó un minuto de la apertura y la noticia se confirmó. Todo lo que me pasó, me pasó al aire. Eso es lo hermoso de la magia radial. Además se dio que justo había ido a la radio, porque en tiempos pandémicos casi no fui. También estaba Juan Ferrari y el operador. Fue un programa que será inolvidable para los tres. Me solté y me dejé llevar. Lloré, me puse triste, no lo podía creer, me indigné, me preocupé, me asusté. Todo al aire. Terminó el programa, me fui a mi casa, y creo que estuve cuatro horas sin hablar con nadie, sentado en un sillón, sin poderlo creer.
-31 de marzo de 2005, ¿qué significa esa fecha para vos?
-Fue el día que me casé con Nati, pero mi fecha es el 2 de abril, cuando hicimos la fiesta. Era algo que nunca me imaginé que iba a hacer, nunca me había casado, ya había tenido un hijo, y sentía que no era para mí.
Con la exmodelo Natalia Graziano tuvieron a Alejo y Mía. Juntos conforman una familia que prefiere la discreción sin estridencias a la exposición mediática, aunque transitan la visibilidad pública sin histerias. “Cuando me casé, pude pasar esa barrera de considerar que no era algo para mí y sentir que no solo lo hacía por ella, que hacía rato me lo había pedido, sino que lo hacía por los dos. Estaba convencido que lo quería hacer. Hoy, en un tiempo que está fuera de onda casarse, lo recomiendo, es una sensación intransferible que valió y vale la pena vivir”.
-¿Muchas cosas en la vida pensaste que no eran para vos y fueron?
-Sí, seguro. Uno va cambiando, para qué cerrarse antes de conocer y aprender. A los 50, esa es la madurez y la evolución. No van más los “nunca” y los “siempre”.
-Existe quien dice “yo no cambio nunca” como una virtud.
-Si no cambiaste, no evolucionaste nada, no aprendiste. Los que estamos en los medios, a veces tenemos la obligación de explicar por qué cambiamos de idea. Está muy bien cambiar, es necesario.
Una particularidad encierra esta entrevista. Entrevistador y entrevistado compartieron fecha de nacimiento y la misma maternidad. Aquel 27 de octubre de 1970, los astros alinearon a Matías Martin bajo el singo de Escorpio: “No sé cuánto pesa la astrología y los signos. Creo que lo que tiene de bueno es el escozor que genera en los demás. Cuando me preguntan el signo, digo ´escorpio, ¿y qué', porque estoy esperando el ´uhhh´”.
-Mala prensa la de Escorpio, ¿cómo te definirías pensando en el signo?
-Las pasiones están a flor de piel y somos gente muy sexual.
-...
-... y tantas otras cosas que vamos a dejar que se instalen y no las vamos a desmentir nunca porque mal no vienen.
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