Martina Soto Pose: "No disfruté mucho mi trabajo en CQC"
Soñaba con ser conductora de un noticiero. Y su sueño se cumplió. Pero la tele no fue el lugar maravilloso que imaginaba y se fue. Después de algunos malos momentos detrás de cámaras, Martina Soto Pose decidió entonces que su lugar en el mundo laboral era la radio. Y ahí está hace tres años, feliz, al frente del regreso en la FM 104.3 RQP. Costó, pero encontró un espacio en los medios donde nadie le pide un escote más profundo, el pelo más rubio o la mirada más sexy. Pero, sobre todo, donde no tiene que tolerar ningún acoso. Y si bien no descarta volver, por ahora le dice "no" a los proyectos que la televisión le acerca.
—¿Por qué te fuiste del noticiero de Telefe y te instalaste en la radio?
—Yo hacía el noti de la medianoche y me cambiaron al de la mañana. Del viernes al lunes pasé a levantarme a la hora que me iba a acostar. El cambio me partió al medio. Físicamente lo sentí un montón.
—¿Te enfermaste?
—Sí. Pero mi renuncia no tuvo mucho que ver con eso. Tuvo mucho más que ver con los cambios. Fueron muchos años muy al palo. De mucha exposición, de mucha presión y la verdad es que me empecé a dar cuenta de que todavía el rol de la mujer en la televisión está muy supeditado a la imagen. En el noticiero me hacían más observaciones referidas a cómo me tenía que parar, si tenía que sacar más pecho o qué ropa me tenía que poner, y menos marcaciones periodísticas. Eso me empezó a hinchar bastante. Me cayó la ficha de algunas cosas que me habían pasado cuando fui notera en CQC y que venía arrastrando. Ahí no la había pasado nada bien y entonces me di cuenta de que tenía que bajar un cambio. Estaba muy bien en la radio y, la verdad, fue pegada. No extraño para nada la TV. Fueron muchos años en vivo, diario. Ahora disfruto hasta tener el esmalte saltado.
—¡A la radio venís despeinada!
—Claro. Escucho música y leo sobre los artistas que me gustan. Lo disfruto mucho. Es casi terapéutico. Me siento muy privilegiada. Cuando era chica y estudiaba locución era un sueño imaginarse presentando música y canciones. Me gustaría que hubiera un poco más de mujeres en las radios. Hay programas con mujeres pero no solo de mujeres. En Metro, por ejemplo, son todos tipos con alguna mujer.
—Te hiciste conocida como la rubia linda de CQC, la primera notera mujer en la historia del programa.
—Nunca me sentí identificada con lo de la chica bonita. Yo veo las fotos de esa época, con el pelo platinado y no me gusta nada. Hasta el día de hoy me siguen diciendo "la rubia de CQC".
—¿Te arrepentís de eso?
—No, no me arrepiento. Fue una escuela. Aprendí un montón, pero ahora lo encararía diferente. La verdad, no disfrutaba mucho el trabajo.
—¿Fue tu debut en tele? ¿Qué habías hecho antes?
—Yo empecé a trabajar en televisión un poco antes, en Un mundo perfecto, con Pettinato, y ya no hace falta que diga mucho más. Fue un debut tremendo.
—¿Por qué?
—Antes de salir al aire, en el primer programa de mi vida, Pettinato me llevó tras bambalinas, me encajó un beso y me dijo: "Bueno, esto es así". Un horror. Hice el programa en vivo y después vino el productor ejecutivo y me preguntó: "¿Todo bien?" Le conté y se quería matar. Me pidió disculpas y me dijo que Pettinato era siempre así. Duré poco ahí.
—Después vino el casting de noteros para CQC.
—Sí, hice el casting y la pasé horrible también. Cuando me llamaron, no estaba muy segura de agarrarlo porque veía que se me venía el baile. Y si bien la tele fue una escuela fue duro. Mucha presión, una mente hipermachista... Yo soñaba con hacer radio, pero también soñaba con conducir un noticiero. Lo conduje. Y me tuve que ir. Ahora estoy viendo cuál es mi nuevo sueño. La radio me da contención. Lo que intento es inyectarle a la gente una dosis de buena onda, de pilas, de fuerza.
—Quizá puedas volver en otro lugar, con otros jefes...
—Cuando me fui me llamaron de muchos otros noticieros y no. Me parece que con el noticiero se terminó. Me veo volviendo a la tele desde otro lugar. En el noti es muy difícil escaparse de la agenda. A veces me encontraba día tras día comunicando policiales tremendos, noticias sesgadas... No me sentía cómoda. Me costaba mantener la frescura dentro de ese marco de tragedia que son los noticieros argentinos. Bah, los noticieros en general.
—Está muy de moda poner videos de seguridad donde muestran cómo asaltan un negocio, por ejemplo.
—Sí. Me pasaba de decirles a los productores: "Che, ¿hay que poner en loop cuando le dan el tiro?" Entiendo que el impacto es lo que vende, pero no da. Por eso en la radio estoy más tranquila. Nunca me llevé muy bien con el hecho de que me reconocieran en la calle.
—¿No?
—Tampoco soy Susana Giménez, pero me pasó de ir a comer a un restaurante y sentir que los de al lado te miran y comentan cosas en voz bajita o te señalan. Eso me ponía loca. No soy tampoco muy eventera. No lo estaba disfrutando.
—¿Qué estudiaste?
–Periodismo en TEA y locución en el Iser.
—El combo. ¿Te sentías completa así?
—Sí. Porque soy una universitaria frustrada. Entré a Letras, pero dejé. Como sentía que me faltaba la parte universitaria, metí dos carreras terciarias para compensar.
—¿Por qué dejaste Letras?
—Me parece que no era para lo que estaba preparada. Yo fui toda mi vida a un colegio privado y la facultad estaba dos por tres tomada. Me costaba mucho seguirle el ritmo. Me superó un poco la institución.
—¿Sos de una familia conservadora?
—No, mi vieja es médica y mi viejo tenía una fábrica de productos químicos. Laburantes, de Mar del Plata. Me apoyaron siempre cien por ciento. Pero mi mamá está más tranquila ahora que no estoy en la tele. Porque yo en la pantalla salía muy bien, muy fresca, muy simpática, y cuando nos juntábamos a comer en familia, siempre estaba amargada, preocupada por algo, muy flaca. Creo que me volvió un poco el alma al cuerpo desde que dejé de trabajar en tele.
—¿Por esas malas experiencias que contaste antes?
—No fueron malas experiencias. Tal vez fue por mi forma de ser. Al margen de las cositas que ya hablamos de CQC, fue una buena escuela. Y Telefe Noticias me dio la posibilidad de cumplir lo que yo creía que era mi sueño. Aprendí un montón. Creo que simplemente tengo una personalidad un poco incompatible con la exposición y cierto nivel de presión.
—¿Cómo sos?
—Demasiado exigente. Soy muy ansiosa, quiero estar en todos lados. Soy muy cabrona. Quizá tengo que encontrar el equilibrio en eso. Intento ser buena onda, que la gente se dé cuenta de que no tengo mucho rollo con nada. Me gusta charlar, ser afectuosa... Y de repente, si hay algo que no me gusta, me salta la térmica.
—Y lo decís.
—Pero no de la mejor manera. Habría que trabajarlo... Son cosas que me fui dando cuenta con los años. Si algún día vuelvo a la tele, lo encararía distinto. No volvería al ritmo diario, en vivo. Me di cuenta de que mi objetivo no es tener una carrera competitiva y sí disfrutar de lo que hago.
—Cuando empezaste no lo tenías tan claro, ¿no? ¿Cómo llegaste a Un mundo perfecto?
—Entré como reemplazo de la locutora Marcela Godoy, que se había ido de vacaciones. Me tomaron a mí porque estaban buscando a alguien más joven y más linda para jorobarla. Me pusieron dos días de panelista. No me gustó. Tenía que mostrar las piernas y esa onda. Y entonces me mandaron a hacer notas. Duré dos meses. A Gastón Portal, que era el productor, no le gustó mucho.
—Y entonces decidiste presentarte al casting de CQC.
—Sí. Yo tenía 23 años y fue muy duro. Me acuerdo que el día que quedé afuera dormí hermoso.
—¿Cómo?
–Era un casting televisado, tipo "Bailando por un sueño". Tenías que salir a hacer las notas. Después te llamaban y te hacían la devolución. Una cosa espantosa. Yo la pasé muy mal. Estaba muy estresada. Por eso cuando ganó Andrés Kilstein me relajé. Pero después me volvieron a llamar.
-–Terminaste siendo la primera mujer notera en CQC.
—Sí.
—¿Quién conducía?
—Ernestina Pais. Después vino Pettinato.
—¡No!
—Reloco. Son todas cosas que recién me di cuenta el año pasado, cuando paré el carro. Fue ese mes que estuve enferma y en reposo. La cabeza me laburaba a full. Ahí me di cuenta de lo mal que la había pasado en un par de situaciones. Porque en el momento que te pasan, no te das cuenta. Era otra época. Hace siete años era todo distinto. Yo pensaba que tal vez era todo así en la tele. Estaba en el baile y le daba para adelante como un tractorcito. Cuando paré un poco me di cuenta de que necesitaba más tranquilidad.
—¿Estabas nerviosa delante y detrás de cámaras? Digo, por las cosas que contaste que te pasaron.
—A mí y a muchas otras. La verdad, creo que esas cosas a las mujeres les pasan en todos los ámbitos. Y en los medios pasa porque hay toda un estructura que permite ciertos manejos. Pettinato era como era porque lo dejaban. Porque cuando yo estaba en CQC y tuve situaciones feas con él, se las fui a comentar a mi jefe y la respuesta fue: "Bueno, Martina, mirá, yo no lo vi. No es que no te crea, pero no sé".
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