El radioteatro fue cuna de estrellas y tuvo tres décadas de esplendor
Así como se suele aceptar el 27 de agosto de 1920 como el inicio de la radio en Buenos Aires y en el mundo, puede afirmarse que en 1932 con La estancia de Don Segundo, del conjunto Chispazos de Tradición, cuyo autor fue Andrés González Pulido, hizo su aparición el primer género radiofónico de ficción: el radioteatro. Fue en LR3 Radio Nacional. Hubo antecedentes: micrófonos puestos en salas de teatro para transmitir las obras a los oyentes, textos dramáticos leídos por radio, improvisaciones, esquicios dramáticos. Sin embargo, el género instituido tuvo su inicio con Chispazos, esa compañía que dejaba sin espectadores a las salas de cine y sin visitantes a tiendas como Harrod’s. La popularidad del conjunto podía constatarse a partir del contacto directo y permanente con el público. Solían hacer encuestas para resolver. Por ejemplo, un casamiento entre personajes.
El radioteatro se teatralizaba y hacía giras, se vendían álbumes con fotografías de los intérpretes, los libretos de los guiones radioteatrales, las partituras... González Pulido se inició con lo campero pero luego abrevó en el melodrama. Tuvo tanto éxito como rechazo de los que se creían controladores de la cultura.
En los inicios también hay propuestas de carácter histórico, como Bajo la santa Federación (1933) de Héctor P. Blomberg y Carlos Viale Paz, con reconstrucción bibliográfica de la época de Rosas, con la actuación y dirección de Francisco de Mastandrea e interpretaciones de Mecha Caus, Raquel Notar, Juan M. Velich, Roberto Salina, entre otros, y el director musical Scolatti Almeyda. Pero, sin duda, la apuesta más extraña fue Ronda policial, a cargo del comisario Ramón Cortés Conde que, aunque difería bastante entre un episodio y otro, merece anotarse en la historia porque retomaban las noticias policiales que ofrecían las rotativas o las que enviaban los oyentes y las adaptaban al micrófono; pero también sumaron el paradero de personas desaparecidas y la primera "oficina técnica de sonido", eso que años más tarde, se denominaría "cabina de sonido".
En 1933 había cuatro compañías de radioteatro: la de Francisco Mastandrea, la de Andrés González Pulido, la de Olga Casares Pearson-Angel Walk y la de Arsenio Mármol. En 1935 la multiplicación fue tal que es difícil dar cuenta de un campo que creció en términos geométricos. Como tenían que cumplir con los requisitos diarios adaptaban todo lo que pudiera imaginarse y escribía hasta el portero de la radio.
La del radioteatro es una historia de muchos acontecimientos en simultáneo. Había radioteatro para niños como Las aventuras de Yakar, auspiciadas por Toddy, también había radioteatros con muñecos (que veían los 100 niños que estaban en el auditorio de la radio y que se perdían los que simplemente escuchaban) o unos cuantos años más tarde, a fines de 1951, el exitoso Tarzán, con César Llanos, Mabel Landó y Oscar Rovito.
Las peripecias de una familia de clase media tuvieron su espacio a medida con Los Pérez García (1942- 1967), tal vez el radioteatro más duradero que haya tenido lugar. Con autoría de Oscar Luis Massa y luego, continuado por Luis María Grau. Actores como Martín Zabalúa y Sara Prósperi se metían en los hogares para contar problemas bastante cotidianos.
Otras ficciones de la radio construían su audiencia con un público femenino a la espera de novelas de amor. En los avisos de las revistas eso prometía Yaya Suárez Corvo, que aparecía resaltada en un lugar que solía estar destinado al nombre de la compañía o del auspiciante. Algo parecido sucedía con la gran Nené Cascallar.
Es díficil hacer una historia del género olvidando la escritura de Gloria Ferrandiz, Silvia Guerrico, María del Carmen Martínez, Roberto Valenti, Eifel Celesia, Abel Santa Cruz, Alberto Migré, Alma Bressan, Celia Alcántara… o las voces inmortales de Susy Kent, Rosa Rosen, Julia Sandoval, Eduardo Rudy, Jorge Salcedo, Narciso Ibañez Menta, Pedro López Lagar, Dora Ferreyro, Raúl Lavié y también Eva Duarte, quien protagonizó un ciclo sobre grandes mujeres de la historia. Dos nombres rutilantes fueron Hilda Bernard y Oscar Casco (quien popularizó la frase "Mamarrachito mío"), que se iniciaron en 1942 con el radioteatro, protagonistas de obras escritas por Nené Cascallar o por Alberto Migré.
En la línea de los radioteatros de raigambre popular, Juan Carlos Chiappe fue un hito, sin dudas, con propuestas como Fachenzo, el maldito (1940) o Nazareno Cruz y el lobo (1951). Niní Marshall debutó en 1940, con sus primeros personajes: Cándida y Catita. En 1944, Luis Sandrini hizo famoso a su Felipe y otros cómicos como Pepe Arias, Pepe Iglesias, Juan Carlos Mareco y Tincho Zabala se hacían un importante cartel.
También podría hay una historia de auspiciantes: Teatro Palmolive del aire, Radio Teatro Atkinsons, Jabón Campana, Radio Teatro Lever, Toddy, Teatro Colgate radial, el Radioteatro de las Estrellas… porque las compañías, los directores y los autores funcionaban bajo la égida de los auspicios.
Un capítulo central se inició con Las dos carátulas, el teatro de la humanidad, que el 9 de julio de 1950 inició su primera transmisión con un repertorio integrado por obras de autores nacionales y del teatro universal. Por allí pasaron Alfredo Alcón, Carlos Estrada, Norma Aleandro, Carlos Carella y muchos otros. Hoy continúa dirigido por Nora Massi, en Radio Nacional. En la década del 70 apenas una radio (Del Pueblo) quedó con emisiones de radioteatro, en un gesto, casi de resistencia. No fue igual su continuidad en el resto del país, en donde seguía vigente.
Sin embargo, las circunstancias actuales revivieron los sueños del radioteatro y se lanzaron múltiples convocatorias para renovar el accionar de la ficción en la radio. Tal vez, ahora empiece otra historia. Para muestra vale el botón de Vuelve, el ciclo dirigido por Marina Glezer, en AM 750, los sábados, a las 23.
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