El fin de la era Metro: la radio que mejor atrapó el espíritu de una época
¿Quién hubiera pensado que la fiesta terminaría? Allá por 2010, los programas insignia de la FM Metro 95,1, como Perros de la calle, conducido por Andy Kusnetzoff y, Basta de todo, por Matías Martin estaban en la cresta de una ola gigante que hoy, finalmente, romperá en una imaginaria playa soleada de Colegiales. Los dos conductores estrellas de la emisora anunciaron que esos programas no seguirán con ellos en Metro el año que viene. Sebastián Wainraich, de Metro y medio, y María O´Donnell, De acá en más, también se sumaron a la diáspora hacia un nuevo dial, aún indefinido, que creó Kusnetzoff con Martín Kweller, dueño de la productora Kuarzo Entertainment. Es el fin de la era Metro.
Radio Metro, que nació como un refugio para quienes compartían ciertos códigos de sensibilidad varonil, ráfagas de humor inteligente, licencias para la experimentación al aire y algunas inquietudes por nuevos consumos culturales, marcó el espíritu de la FM porteña al menos por los últimos 15 años. Es imposible escindir la marca Metro de una contexto de país que salía del trauma de 2001 y se embarcaba en una polarización política regada de hiperconsumo, apetito por las novedades globales, el vértigo tecnológico y el deseo de dejar atrás la pesadilla de lo conocido.
Metro y sus programas lograron atrapar el zeitgeist durante más de dos décadas focalizados en un segmento ancho que las radios habían abandonado. Rock & Pop seguía insistiendo con AC/DC y Metro salía con la electrónica (Metrodance), el "ochentoso" y el pop de MGMT o Foster The People; los referentes jóvenes del medio envejecían mal y los de Metro parecían cada vez más actualizados. En varias oportunidades lo lograron, en otras no tanto: sobre todo en los últimos cinco años cuando llegaron tarde y mal a ciertos fenómenos sociales. Hubo cambios de registro, de equipos, autocríticas al aire y signos de un agotamiento lógico de todo proyecto con identidad. El alma de la novedad que había representado Fernando Peña, factótum de esa energía provocativa, ya no estaba en los estudios de la calle Freire, en Colegiales.
"Metro fue una radio que se nutrió de los clásicos: Larrea, Dolina, Bety Elizalde, Víctor Hugo, Fernando Bravo, Badía y la vieja Rock & Pop. A toda esa universidad radial, le sumamos nuestros discursos, nuestra formación, nuestra manera de ver la vida y nuestros consumos culturales. Si bien se caracterizó por tener una programación homogénea, cada programa tuvo su sello", reflexionó Wainraich acerca del secreto de esa emisora. "Empecé a trabajar como productor y coguionista de Fernando Peña, el artista más grande que dio la radio. Eso pasó en Metro y fue un antes y un después en mi vida profesional y, seguramente, en varios aspectos más. Años después, en 2007, hice Metro y medio. Desde el primer día dijimos que éramos un programa de radio. Y vuelvo al comienzo: un clásico programa de radio con nuestras ideas, apoyado en una artística que siempre fue un distintivo, en sketchs que aprovechaban lo teatral que tenemos varios integrantes, con momentos específicos con la audiencia y con una eterna parodia a los medios y a nosotros mismos", agregó el actor y conductor que en 2021 mantendrá a sus socios, Julieta Pink y Pablo Fábregas, en la nueva emisora de Kusnetzoff.
"La lógica del programa siempre fueron los cambios. Empecé con Juan Pablo (Varsky) con un programa partido en dos y siempre hubo modificaciones. Juan Pablo se fue, después estuve con Diego Ripoll, después Gabi Schultz que pasó de la producción al aire, vino Cabito y se fue, fueron cambiando los nombres de los jugadores y el programa siempre se adaptó. Siempre fue el mismo espíritu y me parece que esa es una clave", agregó Martin a LA NACION. "Matata", como le decía Ripoll al aire, condujo con cierto aire de seriedad cómplice el programa de la tarde de la FM más sólido y representativo del adulto joven con aspiraciones cosmopolitas, un hallazgo indiscutido y en el momento justo. El periodista aclaró que el "tridente" con Ripoll y Malena Guinzburg con quienes llevó adelante el programa durante los últimos dos años no seguirá en la próxima etapa de la nueva radio.
"Hacer radio es una forma de vivir. Es compartir tu mundo con miles de personas a las que no conocés, pero que son como amigos. La radio es verdad. Es ser auténtico. Es compartir. La radio me hizo viajar, aprender, reír, crecer.", dijo Kusnetzoff en su carta de despedida. Justamente, la "amistad" fue uno de los ejes centrales de Perros de la calle y de Basta de todo. La idea de un grupo de amigos, ni tan jóvenes, ni tan viejos, divirtiéndose, jugando, viajando, planteándose paradojas y chicanas sin maldad duro muchos años.
Sin embargo, en los últimos tiempos ese clima empezó a enrarecerse tanto hacia adentro como para afuera. La impronta varonil invariablemente heterosexual planteó ciertos dilemas externos con oyentes que ya no los veían tan piolas y, los equipos en el estudio, competían para ver quién era menos o más presuntuoso. Kusnetzoff, muchas veces, debía intervenir más como un árbitro de fútbol que como un conductor de radio. Esa impronta intentó modificarse con la inclusión de integrantes femeninos en los ciclos, pero ya era tarde. Sucede que tal vez, la gracia estaba precisamente en su planteo originario, pero en 2020, aquel contexto social y económico ya no existe más. "Los cambios, las partidas y los arribos fueron parte de nuestra historia y lo seguirán siendo. Algunos integrantes me acompañarán y otros seguirán con proyectos personales y todos van a tener mi cariño y mi apoyo. Porque aunque no sigamos juntos, van a ser siempre mi familia", dijo Kusnetzoff, conductor también de Ph, podemos hablar, el éxito de rating de los sábados a la noche por Telefe.
La pandemia precipitó todo. Muchas decisiones que se analizaban desde hacía tiempo en el ambiente de los medios se concretaron en estos meses. Kusnetzoff, como referente de la nueva radio que funda junto con Kweller emprende un camino parecido al de Mario Pergolini cuando dejó Rock & Pop para fundar su propia empresa que incluyó a Vorterix. El enigma es si la radio tiene que evolucionar naturalmente o si son sus protagonistas los factores críticos de la transformación. Claramente, en un principio, la nueva emisora hará de sus figuras el contenido central de la propuesta. "La relación en los últimos años (con los dueños de la radio) la verdad es que fue áspera, no fue del todo fluida y de algún modo hace que esto se precipite", dijo Martin en su anuncio de despedida.
El mercado comercial de los medios funciona con respirador artificial y, según algunas consultas entre especialistas, existe la sensación de un momento bisagra a nivel global. Grandes replanteos sobre el verdadero espíritu de época que combina estilos de vida emergentes, usos y costumbres que requieren de una nueva sensibilidad referencial y que, por ahora, está vacante en la amplia red de emisoras. La era Metro terminó. Y con ella una forma de hacer radio en el siglo XXI. De eso no caben dudas.
Con la colaboración de Cecilia Martínez
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