El alma del buen despertar
Roberto Pettinato conduce por octavo año consecutivo El show de la noticia por La 100
Conductor, animador, humorista, músico, gran personaje, Roberto Pettinato, el profesional que con probada trayectoria en los medios innovó en contenido y formato en la FM con su ciclo El show de la noticia aunando información, música y humor, inicia su octavo año consecutivo con este ciclo que va de lunes a viernes, de 6 a 9, por La 100 (FM 99.9). La entrevista con Pettinato siempre es atípica y sorprende por su rapidez e ingenio en las respuestas. Presenciar su programa y su labor de conducción es asistir a un show cada día, en el que su staff lo secunda de la mejor manera. Pettinato dialoga con los oyentes de las 6, de las 7 y de las 8, es decir que ellos son coprotagonistas. El poder de convocatoria es notable: los músicos y bandas llegan en ese horario y tocan en vivo. El saxo, su instrumento, forma parte de la escenografía del estudio y los blues surgen en el momento justo. Y por supuesto está el humor, utilizado como disparador de toda la realidad que desfila por su programa. Como recién en marzo vuelve a la TV con Un mundo perfecto, toda su energía está puesta por estos días en la radio.
No es un balance, pero ocho años con El show de la noticia no es poco, ¿qué sentís cuando mirás ese recorrido?
-En muchos casos, un recorrido es una sorpresa, pero en este caso con contenido y con placer. Digo esto porque también sucede en matrimonios de 20 años que nadie se dio cuenta del paso del tiempo porque justamente no pasó nada. Me di cuenta de que la TV es como el proyecto Dharma de Lost, y la radio, como una familia graciosa de Sony: hemos pasado por locura, separaciones, hijos, casamientos, entrada de nuevos, salida de otros, etc. Pero el alma del «buen despertar» para la gente ha sido un éxito y descubrí que no estaba solo en la vida: que en ocho años había muchos pettinatoides silenciosos surcando la ciudad.
-¿Sos consciente de que fuiste en este horario un innovador por aglutinar la información, la música y el humor? ¿Cómo sentís en ese sentido la competencia?
-Uno debe rellenar el espacio que le molesta. Es así. A mí no me daban ganas de vivir cuando escuchaba noticieros agobiantes a semejantes horarios como las 5 o 6 de la mañana, especialmente porque es la hora en que se recolectan los cadáveres de las revueltas mundiales o bien el cese del fuego: nadie cambia el mundo a esa hora ni podrá hacer nada porque hasta los policías duermen. Entonces me dije: ¿por qué no ser un «loco lindo» a la mañana, como de hecho lo soy, pero en la cocina y gratis? Y así fue. Fue una verdadera revolución que destronó al sistema noticiero repetidor (porque muchos no son más que eso), y todos tuvimos un lugar mejor en el aire. Nunca pretendí que esos estilos desaparecieran, sino que fueran ubicados de una forma más agradable para soportar el mundo maldito en el que nos toca vivir. Me di cuenta de que se podía hacer un «estado de ánimo» y no un programa con cuatro humoristas alrededor y a reír por reír. Por otro lado, comprobé que también se puede formar una suerte de «comunidad» entre los oyentes que nada tengan que ver con gobiernos ni partidos ni falsas esperanzas.
–¿Qué cosas fueron cambiando en el programa y en vos en el transcurso de estos años?
–Los primeros años fueron muy cargados de cortinas, música y textos que escribía todos los días, ahora es distinto. Eramos el único programa que iba a contramano de los demás: acá nunca se hablaba con oyentes, ni todas esas cosas que en cualquier otro era lo más básico y normal del mundo. Ahora nos podemos dar el lujo de «innovar» con cosas que ya hicieron todos, eso sí que es increíble. También el crecimiento de mis compañeras ha sido enorme y eso, por mi parte, se da encontrando en ellas –Marcela Godoy y Mariel Di Lenarda– lo que llevan dentro y siempre, como digo... hay una estrella oculta. Es más: hasta el operador, Eduardo Seisdedos, es un personaje y también lo está siendo Nilda Sarli, nuestra laboriosa productora. De Gustavo Grabia ni hablar: comenzó como periodista deportivo y hoy me hace reír más que un profesional de la tele... Y, por supuesto, el humor de Ariel Tarico. Y no se olvida a Federico Sampayo y de Constanza Logares, todos integrantes de la producción y coordinación del «equipo de Petti».
–Muchos se preguntan cuánto del conductor de radio es un personaje y cuánto tiene del auténtico Pettinato. Es difícil hablar todo el tiempo con frases graciosas ingeniosas, inteligentes….
–Es un problema para mí, es cierto. Muchas veces pienso que tengo que decir «algo», algo que diga algo... y cuando me relajo, sale todo mejor. En la tele soy Pettinato; acá soy Roberto a secas. No necesito condenar pensamientos ni ideas ni remates como en la tele, donde uno pretende que la comedia empiece, se desarrolle y termine. Acá como digo siempre: el año es largooo.
–¿Qué tiene la radio para que sigas madrugando y convocando músicos que se levantan y tocan en vivo en ese horario?
–Los músicos es probable que vengan sin dormir. No lo sé, la radio es una fiebre. Y me doy cuenta por Tamara, mi hija, que está con el «Pollo» Cerviño en la Pop Radio y Homero, que está en Los 40 Principales. A todo el mundo le pasa lo mismo. Te atrapa para bien. La tele, sinceramente, por momentos te enferma, pero no por ese clásico pensamiento del actorcito loco que patea en contra del medio... sino que hay que tener otra actitud, sos una estrella en cuerpo y alma, y todo se ve y está ahí... en la radio uno puede soñar. En definitiva, si no poder ser vos mismo en la radio, la radio no es para vos. La radio que no es otra cosa que una garganta que sale por altoparlantes que puso Macri en todos los árboles.
–El madrugón no te asusta, teniendo en cuenta que en algunos meses hasta lo iniciás antes de la seis, recreando momentos con tus discos.
–Una vez escuché «El desayuno psicodélico de Alan», de Pink Floyd, y me dije: «Algún día voy a hacer un programa así: sin forma, con los sonidos que el tipo hace sobre la mesa y que se escuche cuando toma mate o cuando tose o no dice nada y escuchás la púa que cae sobre el disco». Encontré ese espacio de 5.45 a 6 y me encanta. Ahora en marzo vuelvo con... «DJ Zócalo y sus 15 minutos!». DJ Zócalo es un DJ malísimo, retirado, que sigue aferrado a su música y piensa en morir abrazado a sus discos.
–¿Cómo vivís la competencia con tus hijos?
–Jamás competiría con ellos. De hecho, sólo los escuché al comienzo para ver si estaban bien y los noté felices. Ya son grandes... 26 y 22 años... ¡Dios santo! Yo a los 18 sufría si mi papá me llamaba a la mesa para charlar de un tema. Socorro...