Domingos a las 23
Pecados catódicos
Un experimento sobre el género policial, más cerca de los ejercicios fallidos que de la buena realización.
Sexo. violencia. suspenso. Historias policiales escritas por buenos cuentistas del género. Directores de cine trabajando para televisión. ¿Qué puede fallar? A juzgar por los primeros tres episodios de esta coproducción entre el Instituto Nacional de Cinematografía y América, prácticamente todo: abundan la sobreactuación y la declamación en los actores, sobran monólogos y diálogos que reproducen lugares comunes y faltan acción y lógica en el relato.
Como muestra, sobra un botón. Justamente, en el episodio “El Vigilador”, habitantes de un country entrevistan a un aspirante a guardia de seguridad:
“–Dígame, si usted ve que violan a una mujer del otro lado de la cerca, ¿abandona su puesto para ayudarla o se queda para garantizar la seguridad de los de adentro?
–Mi responsabilidad son los de adentro
–Muy bien, ésa era la respuesta correcta. Cuando estaban los militares, esto era un país. Ahora Argentina somos los que vivimos en este country.”
¿Es necesario trabajar sólo sobre semejantes estereotipos?
En general, la realización puede ser ubicada más cerca de un ejercicio de escuela de cine, filmado en una quinta durante un fin de semana, que de un trabajo hecho por profesionales. Es curioso que capítulos dirigidos por realizadores tan diferentes como Mario Sabato, Fernando Spiner o Eduardo Calcagno resulten tan uniformemente fallidos.
Tal vez los cuentos policiales seleccionados –al menos, los elegidos para los tres primeros episodios– funcionaran sobre el papel, pero en la pantalla, los personajes se la pasan haciendo cosas reñidas con la razón, el intelecto y la economía del relato. Esto no descalificaría a una comedia, pero en un policial es fatal, al punto que, en este caso, por momentos, se vuelve una comedia involuntaria. Idealmente, en un policial clásico (y en todo relato construido con rigor) cada nuevo acontecimiento es necesario e imprevisible; aquí, pasa lo contrario. Los finales sorpresa, por ejemplo, empiezan a ser telegrafiados casi desde el primer bloque. Es probable que, como en el proyecto similar Cuentos de terror , coproducido con Canal 7 y dedicado a ese género, cada tanto aparezcan buenos episodios. Esa variedad todavía no llegó a Quinto mandamiento .
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