Quién fue Bernardo Razquin, el meteorólogo autodidacta que recuerda a un personaje de Granizo
En la película protagoinizada por Guillermo Francella hay un hombre de pueblo capaz de pronosticar el tiempo de modo poco convencional
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Cuando Miguel Flores, el meteorólogo en desgracia que interpreta Guillermo Francella en la película Granizo, llega a un pueblo de Córdoba tras haber fracasado en grande en su tarea como pronosticador, se encuentra con Bernardo, un particular pueblerino que tiene el don de saber cómo estará el tiempo a partir de métodos poco tradicionales. El hombre se pone un pequeño muñeco en la boca y puede anticipar, por ejemplo, a qué hora y minutos exactos se largará la próxima lluvia.
Pues bien, este personaje, que tiene un rol fundamental en el film argentino que es furor en Netflix, estaría basado en una persona real. Se trata de Bernardo Razquin, un meteorólogo autodidacta mendocino que se convirtió en una autoridad absoluta en la provincia a la hora de pronosticar el clima. Y, de manera similar al Bernardo de la película, este homónimo de la vida real anticipaba los avatares del tiempo gracias a una observación meticulosa de la naturaleza y sus fenómenos y a su propio instrumental. Y, al parecer, no fallaba nunca en sus pronósticos.
“Se dice que el tiempo escuchaba a Don Bernardo y después decidía cómo se iba a comportar”, dice una semblanza que escribieron en el sitio de la ONG Centro Cultural Argentino de Montaña en homenaje a este hombre, que además fue un intrépido andinista, rescatista de montaña y un arqueólogo aficionado.
Bernardo Razquín nació en Guaymallén, Mendoza, el 9 de febrero de 1906, y abandonó este mundo el 16 de marzo de 1988. Con apenas algunos años cursados de la escuela primaria, este hombre daba cada mañana, a las 6.30, el pronóstico del tiempo en la emisora LV10 Radio de Cuyo, y lo hacía con total precisión. Fue, de acuerdo con el medio mendocino MDZ “la voz y la cara del tiempo” por décadas.
Y sus métodos de anticipar el tiempo, por los que al principio lo consideraban “loco”, incluían observar el movimiento de las hormigas -si se apresuraban, quería decir que llovería-, escuchar el canto de los gallos y escrutar el cielo, donde, de alguna forma que solo él sabía interpretar, podía vislumbrar cómo iba a estar el tiempo. Entre los aciertos de este mítico pronosticador, algunos dan cuenta de que, al observar la luna nueva, anticipó el advenimiento del terremoto de Villa Atuel, en el centro de Mendoza, el 30 de mayo de 1929.
Los mendocinos más memoriosos recuerdan a “Don Bernardo” caminando por la madrugada hacia la radio, con andar cansino, pelo, barba y bigotes blancos y su característica boina negra. Era frecuente que todos los que lo veían pasar lo saludaran y, por supuesto siempre, le pidieran un breve anticipo de cómo iba a estar el tiempo.
Sus hitos como andinista
Pero además de convertirse en un eximio meteorólogo, este mendocino admirable fue también un andinista con una vasta experiencia. Dos veces llegó a hacer cima en el techo de América, el Aconcagua y además conquistó, entre otras, las cumbres del Mercedario, el Tupungato, El Plata y Vallecitos. También, en relación con las montañas, integró expediciones militares, deportivas, de rescate y también científicas.
En este último ítem, Razquin realizó algunos importantes descubrimientos relacionados con la arqueología y la paleontología. El mencionado sitio del Centro Cultural Argentino de Montaña rescata que, en el año 1951, junto a otros exploradores, el meteorólogo encontró tres araucarias fosilizadas. En 1960, en el cerro Tupungato, en tanto, halló una olla antigua, que habían utilizado los araucanos y en el mismo cerró hallo un cráneo que sería de Pablo Frenke, un andinista que había subido solo a esa montaña entre los años 1940 y 1945, y que nunca había regresado.
Razquin también participó en la expedición arqueológica para bajar a la Momia del Cerro Toro, en la montaña del mismo nombre, ubicada en la provincia de San Juan, y encontrada en 1964.
Los retratos biográficos de este personaje que habría sido homenajeado por Granizo dicen que siempre llevaba en su desgastada mochila sus elementos de medición del tiempo particulares, un puñado de semillas para plantar donde sea y desparramar vida, y una bandera de la Argentina para hacerla flamear en las alturas que iba conquistando.
Con respecto de las semillas, en lo que fuera el jardín del hogar donde vivió gran parte de su vida, y donde hoy se encuentra la terminal de ómnibus de Mendoza, Don Bernardo plantó, cuidó y vio crecer una gran cantidad de árboles, que hoy son parte del legado que este legendario pronosticador autodidacta dejó para su provincia.
En la cultura popular, el nombre de Bernardo Razquin se encuentra presente en calles, barrios y escuelas de la provincia de Mendoza. Además, el folklorista y poeta Hilario Cuadros le dedicó la tonada “Canto al andinista nuestro”. Y a esto habría que agregarle el homenaje que le hizo el cine nacional a este personaje a través de la película dirigida por Marcos Carnevale.
Actualmente, los restos de Bernardo Razquin se encuentran en el Cementerio de los Andinistas, a la vera de la ruta 7, cerrca de Puente del Inca, donde su epitafio reza: “Pequeño gigante, en paz entre tu montaña”.
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