La primera noche que Homer el Mero Mero –Lucas Darío Giménez– pasó en Buenos Aires, durmió en una comisaría. Una voz de alto, algo de droga en los bolsillos y un poco de dinero en efectivo le cambiaron los planes al llegar. Vino desde Cutral Có, una pequeña ciudad de Neuquén en la que la brecha salarial generada por la actividad petrolera hace que algunos pocos tengan mucho y otros tantos tengan muy poco. Estuvo preso, boyó entre San Martín de los Andes y Bariloche hasta que volvió a su ciudad y luego se encontró con la música. Actualmente, y después de haberse prometido no volver a caer, sacó En punga, su segundo disco, y es señalado por sus colegas como uno de los mejores raperos de Argentina.
"Es una ciudad bastante particular", dice Homer sobre Cutral Có, sentado en el living de su búnker de trabajo en el corazón del barrio porteño de Colegiales. "Allá tenés que salir a buscarte lo tuyo y hacerte respetar o te comen los cacos". Ese es, además, el espíritu que le imprimió a su música: un hip-hop hostil y callejero, casi gangster, salido de los años 90 neoyorquinos pero curtido en la Patagonia inhóspita, donde armas, drogas, delincuencia, amigos y familia se conjugan en sus letras como principales componentes.
Por Troca, su hermano, Homer se acercó a las rimas y las batallas de freestyle. "Después yo me largué solo. Ahí no paré de escribir letras sobre cosas que me pasaban. Me gustaba mucho la poesía. Leía bastante a Paulo Coelho y a Pablo Neruda", cuenta. A medida que pasaba el tiempo y la práctica, se daba cuenta de que mejoraba. En ese momento, y gracias a los eventos que había en Cutral Có, apareció C.R.O. –Tomás Manuel Campos–, que viajaba 70 kilómetros desde Neuquén Capital. Batallaron entre sí y se hicieron amigos. Comenzaron a participar de competencias de duplas y se anotaron en una edición en Las Grutas (Río Negro) de A Cara de Perro, el certamen organizado por Mustafá Yoda que recorrió el país y federalizó las batallas de freestyle, y del que participaron MCs como Paulo Londra en Córdoba y Shecka en Formosa. Para competir debieron elegir un título: así nació Bardero$. "La dupla que formaban le hacía honor al nombre", dice Mustafa riéndose desde su estudio de grabación mientras prepara su próximo disco. "El Homer era un chabón alto con cara de que estaba todo mal y de que no ibas a salir vivo de ahí. Lo suyo no era el lujo, sino la agresividad, el punchline potente y la lírica de barrio. Es un pibe muy real y eso en la escena suma mucho. Realmente se ganó un lugar destacado en las páginas del rap nacional".
Lejos del trap y los sonidos más latinos, desarrolló toda su carrera entre bombo y caja del hip-hop más clásico. "Lo mio es el boom-bap, es el terreno en el que mejor me siento. Ahí puedo contar cosas, dejar un mensaje", dice. "Notorious B.I.G. es mi preferido. Siempre me sentí muy reflejado y vi muchas similitudes en las cosas de las que hablaba, sobre lo que tuvo que vivir de chico en el barrio y cómo se ganaba la plata. Era un atorrante, el gordo".
Homer también escucha folclore desde muy chico, por su padre y su abuelo. Juntos recorrían la provincia escuchando zambas, milongas y chacareras. "Teníamos un caballo de carrera. Siempre íbamos juntos en la camioneta escuchando eso", recuerda. "Mi viejo me decía que José Larralde, Jorge Cafrune, Horacio Guarany o Argentino Luna eran tipos que cantaban la verdad de lo que pasaba. Ahora que soy más grande veo que fueron los raperos de aquella época. Creo que, si hubiera nacido en esos tiempos, hubiese sido milonguero".
Al hablar de Homer, el denominador común entre sus seguidores es definirlo como real. "Real para mí es la gente que llora, que se ríe, que se enoja, que sufre. Real es el ser humano cuando no esconde nada", intenta explicar él. "Eso en el hip-hop sería animarse a decir lo que otros no. Bardear a la gorra, los chorros, los narcos, a todos esos. Reales son los que se paran al frente y cantan derecho. Como la última presentación de Cafrune antes de que lo asesinen".
En el 2016 quemó sus naves. En menos de un año sacó tres discos y unas 35 canciones, dándole forma definitiva a Bardero$ y lanzando además su carrera como solista. Pure Drug y Chicos de barrio abrieron el juego del dúo con C.R.O., y Solo negocios fue su debut individual. La crudeza y la hostilidad del clima patagónico se perciben en sus canciones iniciales. "Está todo hecho así nomás", se sincera. "Nos apuraba la ansiedad. Al principio, apenas armás los temas querés que estén en las redes. Lo grabamos en Neuquén y, cuando vimos que sonaba más o menos bien, C.R.O. me lo mezcló con la maña que se daba y chau, a internet". Sin embargo, esos discos urgentes, esas canciones apresuradas y las primeras apariciones en eventos del género fueron la puerta de entrada a algo mucho más grande. "Sacamos todo ese material y vinimos para Buenos Aires. Empezaron a salir fechas y los organizadores no podían pagarnos los pasajes desde allá. Con C.R.O. pensamos que, si esto se iba a empezar a mover, teníamos que estar acá".
La salida de En punga, su último disco que publicó en junio pasado, se retrasó un poco más de lo que esperaban. "Un día abrí la computadora y en la carpeta donde lo tenía guardado no había nada", cuenta Dellalowla, el productor integral del álbum. "Me habían dejado un block de notas que decía que tenía que poner cierta suma de dólares en tantas horas, todo en inglés. Un secuestro, digamos". A pesar del rapto virtual –que luego les explicaron que sería una especie de nuevo virus–, no perdieron todo el trabajo que tenían hecho. Días antes habían enviado todo a masterizar en el exterior, por lo que tenían una copia muleto y la tragedia no fue tal. "Igual después el chabón desapareció. Veníamos trabajando re piola y en un momento se tomó vacaciones, nos clavó, no respondía. Tuve que terminar los master yo", dice entre risas. "Sufrimos pero salió bien. Homer es una locura. Corta. Es una persona increíble, y artísticamente muy completo. Conectamos muy rápido".
"Tiene todo lo que yo quería que tenga un disco mío", dice Homer. "Todo lo que está ahí soy yo. Me gusta el sonido, la música, las barras, todo. Quedé muy conforme. ¿Qué disco mejor que esto puedo hacer? Imposible".
"Los mejores me dijeron que yo estoy más allá / y yo no sé si creo en eso, me solía impresionar", canta Homer en "Domingo", canción de En punga que supera los 7 millones de reproducciones en YouTube y cuenta con la participación de Ysy A. Duki, por su parte, también es de la partida en "Basado en hechos reales", video que cuenta con 4.5 millones de vistas. Antes había colaborado con Cazzu, la otra protagonista del género urbano con mayor proyección internacional. "Lo que más me familiariza con Homer es que ambos vinimos del interior hacia Buenos Aires para apostar a la música", cuenta la jujeña luego de su gira por México. Juntos hicieron "C14TORCE", un single sentido de desamor. "Él es muy personal en su música y ese tipo de canción podía entenderla perfectamente. Tenía mucha vergüenza de pedírselo a pesar de que ya nos conocíamos, tenía miedo de que me diga que no. Él estuvo encantado de hacerlo y llevó el tema a otro nivel sentimental. Homer es una de las personas más dulces que conozco", dice. "Siempre que lo veo nos damos un gran abrazo. Suele besarme la frente como un hermano mayor y me hace sentir protegida. Somos familia", cierra Cazzu.
Hace poco, mientras leía Sinceramente, el libro de Cristina Fernández de Kirchner, Homer tuvo una revelación. "Cristina dice que leer un libro es una experiencia hermosa, pero que escribir uno es algo que no se puede describir. Ahora necesito ver qué tan lindo es eso. Cuando lo leí dije: '¿Cómo no se me ocurrió antes? ¿Otra cosa más que me viene a enseñar esta mujer?’", dice sobre la ex presidenta, a quien tiene tatuada en el brazo. Si bien en sus letras Homer refleja cosas que le han pasado, admite que todos los raperos construyen personajes. "Homer el Mero Mero no es el mismo tipo que Lucas. Es un alter ego que he fortalecido. Siempre estuvo dentro de mí, pero lo que hice fue adornarlo", dice. "El libro, en cambio, quiero que sea una biografía sobre mi vida. De chiquito me tocó una infancia no tan buena pero por momentos muy linda. Lo mismo para la adolescencia. Estaría bueno poder contarlas así, separados del personaje, y contar anécdotas con lujo de detalle", reflexiona.
La política es algo de lo que Homer no escapa. Su gesto es retratar en sus canciones lo que sucede en los barrios pobres, pero además, en sus redes sociales, se muestra constantemente apoyando al kirchnerismo, tal como lo hizo previo a las elecciones primarias de agosto, diferenciándose de discursos poco comprometidos como el de Duki. "En los 30 años que tengo y las cosas que viví, nunca vi mejor al país que cuando lo gobernaron ellos", dice. "Mi viejo era puntero político. No se podía postular a nada porque tenía antecedentes pero, si no, estoy seguro que hubiera sido intendente. Por eso siempre me interesó la política", cuenta y nombra por primera vez a su padre.
"Yo cuando miro a mi madre me intriga saber qué piensa / Si lo que siente es orgullo o todavía siente vergüenza / porque el canto no borró lo que dejó la delincuencia", canta en la milonga que sirve de intervalo del disco al ritmo de la guitarra de Sebastián Soto, un artista callejero del tren Mitre. "A veces trato hasta de confesarme en las letras", dice. "Hay cosas que no las podés hablar con nadie y las canciones son un buen espacio para usarlas. No sé si mi vieja escuchó la canción", admite. "Creo que me escucha pero no me lo cuenta, igual yo no le pregunto. Me intriga un poco, pero yo sé que me debe escuchar aunque se hace la boluda".
Cuando junto a Bardero$ llenó el Teatro Vorterix, tanto la madre de Homer como la de C.R.O. vinieron desde Neuquén. "Cuando vimos el lugar lleno dijimos ‘mierda, estuvo bueno haber pasado todo lo que pasamos’. No me temblaron las rodillas pero estaba bastante ansioso, igual que cuando toco en Cutral Có. Después no me pongo así en ningún otro lugar, pero allá me pongo tenso, es raro".
Entre los shows agotados por todo el país (y las giras internacionales por México y España), Homer protagonizó una película a estrenarse a principios del 2020. Dirigida por el alemán Christoph Behl, Panash es un drama musical distópico que reúne a muchísimos de los artistas del hip-hop local como Sony, Trueno, Dani, Stuart, entre otros. "Mi sueño era actuar", cuenta. "Yo miraba películas y decía 'yo tengo que estar ahí a los tiros'. Cuando me tocó hacerlo no lo podía creer. Me gusta mucho más que rapear. Me gusta más cuando gritan ‘¡acción!’ que subir al escenario", dice mientras muestra cómo se le pone la piel de gallina.
A sus 60 imagina hacer uno o dos shows grandes por año, tener un par de caballos en el Hipódromo de Palermo y disfrutar de esa tranquilidad. Hoy Homer se siente respetado tanto por sus colegas como por el público que crece de forma apresurada y valora su actualidad. "Me está yendo muy bien. Soy muy agradecido a Dios, porque siento que mi vida cambió por completo con el rap. Siento el éxito todos los días", dice. Mientras tanto, mantiene la promesa que se hizo a sí mismo al salir de esa comisaría en Capital: "Ser exitoso es venir del lugar del que yo vengo, vivir tranquilo, no tener que hacerle nada a nadie. Claro que siento que tengo éxito".
Juan Facundo Díaz
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