Así esta hoy Daniela Aedo, la actriz de Carita de ángel, a 21 años del estreno de la novela
Tiene 28 años y se alejó de los medios a los 15; en diálogo con LA NACIÓN reveló cómo fue su vida tras la fama internacional cuando apenas era una niña
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La infancia es el momento donde se guardan los recuerdos que acompañarán a la persona por el resto de sus días. Las primeras palabras, los primeros días en la escuela, los aprendizajes, los juegos con amigos y los deseos para un futuro son las primeras experiencias en el camino de la vida. Esto último no fue algo difícil de determinar para Daniela Aedo, que desde sus primeras destrezas corporales supo que el baile y el arte eran su camino. Ni ella ni sus padres se equivocaron y siguieron sus instintos. A los 4 años ya era la estrella infantil que recorrió el mundo con su dulce voz y gestos cautivantes. Ahora, a sus 28 años, sigue en búsqueda de nuevos desafíos. “Estoy muy feliz con la gente que está en mi vida, quiero romper mis fronteras y hacer cosas que no he hecho antes”, contó en diálogo con LA NACION.
México es uno de los países nicho de diversas producciones audiovisuales. Puntualmente, las novelas son su contenido creativo de exportación con historias de amor, traición y amistades, que conquistan al público de todo el mundo. Carita de ángel fue una de aquellas tiras que supo meterse en la casa de miles de familias. La ficción narraba la vida de una niña de 5 años, llamada Dulce María, que vivía en un colegio de monjas tras la muerte de su madre y el escape de su padre ante el dolor de la perdida. Las aventuras de la niña se ganaron el cariño del público y de inmediato su rostro angelical fue el más famoso de los comienzos de los años 2000.
Desde aquel entonces, esa pequeña y dulce actriz abrió su camino en los medios y en lo que ya había confirmado que se trataba de su gran pasión: la actuación. Daniela Aedo estaba a punto de cumplir los cinco años cuando quedó seleccionada para lo que sería su primer protagónico, por el que más tarde el mundo la conocería como Carita de ángel. Sin embargo, su carrera ya había dado los primeros pasos en comerciales publicitarios, a los que llegó luego de que su juego principal fuera bailar, imitar y cantar frente a la televisión. En ese entonces, sus padres le preguntaron si quería estar del otro lado de la pantalla y aquel talento naciente fue valorado por los productores.
Luego de diversos comerciales, Daniela ingresó al mágico mundo de Plaza Sésamo, el programa infantil de formato internacional, en el que los juegos y las inquietudes de los niños son el eje central. Aquella primera puerta abrió una segunda: un casting en Televisa, una de las empresas de producción de contenido más grande de Latinoamérica, donde logró conseguir el siguiente trabajo.
“Le gusté mucho porque aparte brincaba mucho y hablaba muchísimo -hablo- y eso les agradó. Ya después de hacerme varias pruebas, abrieron un debate, ya que unos decían: ‘La niña no va a aguantar las grabaciones’. Allí Beatriz Sheridan, quien fue mi gran madrina en esa novela, me apoyó muchísimo y pidió que confíen en mí. Ella, que era una gran actriz y gran directora”, recuerda Daniela sobre aquel momento, en el que, aun sin saberlo, era el gran primer gran paso hacia su sueño.
La vida de una niña en un set
Daniela tenía cinco años al momento que se vio al frente del gran proyecto que la colocaba como protagonista. La historia y su recorrido- luego- le demostrarían que aquello que comenzó como un juego, sería la puerta que le daría lugar a convertirse en la sonrisa que todos los niños querían tener, y que aún conserva.
A sus 28 años, el remontarse a sus primeros -y firmes- pasos como actriz son para Daniela recuerdos que con el pasar del tiempo, y sus nuevas vivencias, toman distintos significados. “Para todos la infancia es fundamental. Lo recuerdo siempre. En distintas etapas lo pensé diferente o me di cuenta de distintas cosas. En este momento de mi vida, como lo veo es que pues como la vida hay cosas muy buenas y cosas difíciles. Como muy positivas es la cantidad de gente interesante que conocí, que querían contar historias. Y la gran cantidad de adultos que en mi círculo me apoyaron porque cuando uno es niño no te toman en serio, pero conocer gente fue muy bueno”, reflexiona la joven al mismo momento que destaca que sus primeros trabajos le demostraron que contaba con capacidades y el poder aprender cosas nuevas, y que se convirtió en el primer paso que desencadenó otras “grandes oportunidades de vida”.
En cuanto a lo que define como “retos” de aquel momento, señala la mirada ajena como el gran obstáculo al que se enfrentó. “En esa etapa tan peculiar de formación, donde estás forjando tu identidad y tu autoestima -que para nadie es fácil- en un contexto de una novela, donde todo el mundo opina sobre qué tan bueno o malo es tu trabajo, sobre qué también lo mantenés. Todo eso lo absorbe un niño”, describe como el aspecto más bien incómodo que atravesó y que hasta ahora le dedica un gran trabajo de análisis.
La fama, como bien describe la joven, le abrió un gran abanico de experiencias que a la distancia distingue con diversas miradas. Mientras brillaba en la pantalla, su talento no era “cómodo” para todos. Con tan solo cinco años recuerda que por el rechazo de una mujer fue echada del jardín de infantes. Como en las novelas, la niña cautivaba y en la institución se destacaba por sus aprendizajes, que iban de la mano de la educación que recibió por parte de la producción de Carita de Ángel. “Yo tenía maestras ahí y era muy bueno porque en las mañanas tenía una maestra de español, matemáticas y todas esas cosas. En la tarde tenía una maestra de manualidades, que me ponía a hacer maquetas y dibujos. Eso era muy divertido”, recuerda sobre su educación dentro del set, donde también aprendió a leer, fundamental para su trabajo.
Pero el gran avance de su aprendizaje y la combinación con su fama, no tuvo un visto bueno para la madre de uno de sus compañeros de jardín, quien se veía molesta por la presencia de la pequeña actriz en la institución. “Se fue a quejar a la dirección al decir que no estaba bien que yo falte a la escuela y aún así sea alumna. La escuela decidió correrme”, recuerda y resalta la postura de sus padres, quienes no realizaron quejas al analizar que no querían que su hija se rodeara de aquella “gente horrible” que tomó la determinación.
“Mis padres me anotaron en una nueva escuela donde tuve que rendir un examen porque había perdido ese año escolar, ya que me sacaron a mitad del ciclo. Y desde ese momento, todo bien con eso, me quedé ahí durante toda mi escolaridad”, destaca con felicidad. Asimismo, como muchas situaciones en su vida, esta fue la que le brindó un importante aprendizaje: los adultos generaban los problemas. “Ningún niño quiso correrme de la escuela. Los comentarios de que cómo debería hacer cosas, cómo debería actuar y todo siempre fue de gente grande que ni siquiera tendría por qué estar diciéndolo”, rememora sobre su experiencia.
Un personaje, el gran aprendizaje
Luego de su memorable personaje de Dulce María, llegó una nueva oportunidad para la niña prodigio de la actuación: la novela Vivan los niños. Como bien lo dice su título, el elenco principal estaba conformado por pequeñas figuras, que daban sus primeros pasos en la actuación. Los lazos de amistad surgieron rápidamente dentro del set, donde entre diversión y trabajo pasaban sus días. De aquel personaje, además de su gran experiencia, Daniela destaca que la ayudó a enfrentar el bullying, que muchas veces, se vive en el ámbito escolar.
“Entré a la escuela muy tranquila de que yo ya tenía amigos y aparte los veía más a ellos, entonces como que nunca mis compañeros vieron a una chica insegura. Obviamente, me intentaron bullynearme. Pero, pues a ver si te metes con la niña que su personaje es ser la que se defiende de los bullys, salían perdiendo. Siempre les contestaba, nunca fui hiriente, no les decía nada horrible, pero siempre decía algo más inteligente, como mi personaje”, recuerda sobre su escolaridad, en el que destaca que luego de ver “conflictos de adultos con en el proceso de producción de las novelas para la resolución de asuntos”, las peleas de niños era de menor escala para ella.
El peso de la fama: “El síndrome de la niña buena”
La popularidad de Daniela en México y alrededor del mundo fue tan grande como sostenida en el tiempo. Hoy, aún es interceptada en la calle por diversas generaciones que la vieron brillar en la televisión y que aún mantienen el recuerdo de aquella niña simpática que supo transmitir tras la pantalla. Ese mismo aspecto fue la que la llevar a indagar - en terapia- acerca de diversos puntos de su personalidad, con la que por momentos tuvo que lidiar, al momento de la formación de su identidad, etapa que ocurre durante la niñez.
“Dulce María el personaje era un pan de Dios pero se espera eso de mi. Le dicen el síndrome de la niña buena. Todo el tiempo quieres ser buena y te sientes muy mal cuando te equivocas. Por eso, fue algo que trabajé en terapia”, destaca como el proceso que atravesó durante su crecimiento en el que con tan solo sieta años ya decisió que la educación sería fundamental en su vida. Al mismo tiempo que comenzó a tomar dimensión del rol de los medios de comunicación en su carrrera, en el que las críticas a su alrededor fueron muy fuertes, al colocarla en la lista de niños que “tenían todas las oportunidades y su carrera fue un fiasco”.
“Para mí fue como que muy frustrante, porque a mí me gustaba actuar y estar en el set, hacer las escenas y todo eso, o sea, yo la verdad me encanta, me encanta. Pero luego esta parte tan fea de los medios como que me causa un rechazo. Ahí, hubo un alejamiento que por supuesto fue para estudiar, pero definitivamente yo también reconocía que ese ambiente no iba a ser sano para mí. Yo siento que esta narrativa que ellos se inventaron de la niña actriz que ya no, se perpetuó y aunque no era cierto”, recuerda Daniela sobre los motivos que a los 15 años la llevaron a alejarse de la televisión tras una largo recorrido actoral. En ese entonces, se acercó a la música, y se dispuso a componer canciones y aprender a tocar la guitarra.
“La música fue un viaje como totalmente opuesto al de la actuación, porque fue desde el principio muy público y la música fue súper privado, o sea, yo tocaba la guitarra y me hizo una guitarrista bastante buena y casi nadie me escuchaba. No tocaba enfrente la gente, lo hacía en el recital de fin de año con alumnos y profesores”, distingue la joven, que al mismo tiempo destaca que el canto llegó más tarde a su vida, ya que de pequeña no tomó clases para cantar ya que su preparación fue actoral y era “la niña que no cantaba”.
Aunque Daniela afirma que siempre fue actriz, a pesar de su alejamiento, la música ocupó gran parte de sus años de adolescente, donde buscaba un camino a seguir. “Yo estaba muy en esta onda de no sé qué voy a hacer pero cuando lo sepa lo voy a hacer bien”, asegura y es aquel pensamiento el que la llevó de nuevo a la actuación, sin dejar la música de lado. Tras la culminación de sus estudios secundarios pensó en estudiar Ciencias Políticas, con la premisa de ser un nexo de ayuda para quienes lo necesitan. Sin embargo, el arte volvió a posisiconarse fuerte en esta nueva decisión que debía tomar.
La opoprtunidad de estudiar música en Estados Unidos llegó junto a una postulación para una beca en la prestigiosa Berklee College of Music. Fue aceptada luego de un arduo proceso de selección y comenzó una nueva etapa de estudios fuera de su México natal. “En Boston trabajaba para poder solventar la renta a las colegiaturas. Viví en un sótano que no tenía ni calefacción”, recuerda con cariño aquella estapa. Luego, continuó sus estudios actorales en su país y se conectó nuevamente con aquella actriz en su interior, al mismo momento que recorrió Latinoamérica con sus canciones.
Lejos, de ponerse sus propios límites, Daniela continúa explorando el mundo a través de viviencias, aprendizajes y curiosidades, que transmite en sus días y a sus seguidores en redes sociales. Actualmente, cambina sus dos pasiones con una tercera: el doblaje. También, se formó para ponerle voz a aquellas narraciones que dan la vuelta al mundo. Comenzó con papeles pequeños, que la llevaron a contar con una formación excepcional, con la que pudo conseguir con un papel soñado: Becca, de Hocus Pocus 2, el nuevo lanzamiento de Disney.
“Yo soy actriz y voy a actuar donde me pongan. Soy cantante y voy a cantar donde me pongan. Donde sea, donde me guste, donde crean la historia, donde la gente se conmueva”, afirma con el firme pensamiento de que si su arte logra transformar la vida de las personas, podría hacerlo toda la vida. Aquella niña que con su pícardía, talento y sonrisa alegró las tardes de distintas gneraciones, hoy es una adulta que transmite aquella misma energía que hace creer que los sueños pueden volverse realidad.
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