Prison Break volvió con el carisma de sus protagonistas intacto y algunas fallas

Ocho años atrás, en su cuarta temporada, terminaba Prison Break, con un final en el que uno de sus personajes principales, Michael ( Wentworth Miller ), moría. O al menos eso creímos todos. Hasta ayer, que volvió la serie con una quinta temporada de nueve capítulos, y que promete no dejar cabos sueltos en su final, aunque en esa promesa quizá ya no deberíamos confiar.

Lo primero que mostró este nuevo conjunto de episodios es que finalmente el personaje de Michael no murió y está preso en una cárcel en Yemen, un lugar plagado de peligrosos terroristas. La propuesta de la nueva temporada invierte los roles de la dupla protagónica. En esta oportunidad, es Lincoln Burrows ( Dominic Purcell ) quien debe sacar a su hermano de la cárcel. El motivo de esta nueva situación no se explicita en el primer episodio y queda por develarse en los ocho restantes. Ojalá que sea con algún argumento más convincente que los que se desplegaron en el primer episodio, donde la credibilidad de la narrativa presentó muchos baches.

El primero de ellos se encuentra en los planteos muy superficiales y casi infantiles de la situación política internacional con el que se contextualiza la historia. En este mismo orden de cosas, está la enorme estereotipación con que se presenta al conflicto entre los Estados Unidos y el mundo islámico, con un maniqueísmo sin matices.

Todo esto, sin embargo, se atenúa gracias al carisma que posee la dupla protagónica, a la que los admiradores de la serie seguramente le perdonarán todo. Más aun cuando esta nueva propuesta vuelve con casi todo el elenco original, entre los que están los socios de fuga de los hermanos protagonistas, además del creador Paul Scheuring y el equipo de productores de la primera hora. Por otro lado, la realización de ciertas escenas de acción resultan más que convincentes y satisfactorias, lo que también suma para que el programa funcione.

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