Premios SAG 2024: Netflix emitió la ceremonia, pero no hizo nada para alterar su chatura
La primera experiencia de transmisión online y en tiempo real de una fiesta de premios de Hollywood por esa plataforma funcionó desde lo técnico, pero tuvo magros resultados artísticos
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Había una razón fundamental para seguir con la mayor atención la primera experiencia de Netflix transmitiendo en tiempo real uno de los momentos clave de la temporada alta de premios de Hollywood. En una carrera que tiende cada vez más a definirse por anticipado y por lo tanto achica al mínimo ese margen de sorpresa e imprevisibilidad tan propio de los buenos tiempos del Oscar, la “N” roja encontró este sábado en la ceremonia anual del Screen Actors Guild (SAG) el único espacio abierto a la incertidumbre e toda la temporada cuando faltan apenas dos semanas para la celebración de la máxima fiesta de Hollywood.
Esas incógnitas tenían que ver, antes de la ceremonia del SAG 2024, con los únicos dos rubros importantes del Oscar en los que seguía abierta la competencia, con definición incierta. No hay quien no sepa al mismo tiempo en Hollywood que el SAG es el premio que mejor anticipa el nombre de los ganadores del Oscar en las cuatro categorías actorales.
Así ocurrió en las últimas tres décadas: el Oscar en 87 de los 116 nombres de esos premios actorales lo que el SAG anticipó con su veredicto y en su propia fiesta. El valor y el poder de estos premios también se fortalece desde otros números. El SAG cuenta con alrededor de 120.000 afiliados, dispuestos este año a celebrar su primera celebración propia después de una larga y desgastante huelga de la que habló el mundo. Y ocupa el espacio más grande entre las 17 disciplinas en las que se divide la Academia de Hollywood. Alrededor de 1300 de los miembros de esa institución habilitados para votar el Oscar son actores, sobre un total de casi 8000.
Lo que acaba de ocurrir en Los Angeles con los SAG define casi todo, al menos en el caso de los intérpretes que sueñan con el Oscar. Ya sabíamos mucho antes de este sábado que nadie podrá alcanzar a Da’Vine Joy Randolph (Los que se quedan) y Robert Downey Jr. (Oppenheimer), dueños indiscutidos por anticipado del Oscar a la mejor actriz de reparto y al mejor actor de reparto. El SAG no hizo más que confirmar esos pronósticos: también los premió.
Menos chances para Giamatti
Pero en el caso de los actores principales no había favoritos claros. Hasta anoche. Con el premio que le concedieron sus pares, que se sumó al Bafta obtenido una semana atrás, Cillian Murphy tiene el camino cada vez más claro para llevarse el Oscar como actor protagónico este año. El SAG para el actor de Oppenheimer derrumbó casi por completo todas las chances que tenía Paul Giamatti (Los que se quedan) en una competencia que desde hace unas horas dejó de ser pareja. Por algo las cámaras ni siquiera quisieron mostrar a Giamatti después de esa derrota.
Quedó claro este sábado, por si faltaba alguna duda, El efecto Oppenheimer beneficia claramente a sus actores en un elenco predominantemente masculino y eso quedó en claro también con el triunfo de la película de Christopher Nolan en la categoría más importante distinguida por el SAG, el premio al mejor elenco del año.
Por suerte para los organizadores del show televisado del Oscar algo de pimienta todavía queda en la conquista del premio a la mejor actriz. Con tantos premios cantados antes de tiempo y tan poco espacio abierto para lo inesperado deberán esmerarse para hacer una velada atractiva y crear la mayor expectativa alrededor de la estatuilla a la que aspiran todavía con chances parejas Lily Gladstone (ganadora del premio del SAG y por lo tanto con chances ahora más elevadas por su actuación en Los asesinos de la luna) y Emma Stone (Pobres criaturas).
Los premios hablaron por sí mismos para develar o mantener abiertas las pocas incógnitas que perduran en las vísperas del Oscar. Mientras tanto, Netflix aportó muy poco para hacer más atractiva en términos visuales una ceremonia que los actores suelen emplear, como ocurre en todas partes, como una suerte de gran reunión de camaradería en la que se celebran el oficio y los vínculos amistosos entre gente famosa.
Sin innovaciones
Desde esta perspectiva no podía esperarse algo parecido a lo que la “N” roja privilegia en los contenidos de su catálogo: el impacto directo (auténtico o forzado) de la emoción o el drama aplicado a una situación determinada, en este caso una ceremonia de premios que reconoce el mérito artístico. Netflix aceptó las reglas tradicionales de sus anfitriones en vez de innovar con su sello propio en la organización y la transmisión al mundo de la fiesta de los actores de Hollywood.
La ceremonia (plana, rutinaria, sin otro brillo que el aportado por algunas estrellas en sus vistosos atuendos) se pareció más a un ensayo general que a un espectáculo propio de la industria de Hollywood en su más alta y poderosa expresión. Fue penoso por momento ver cómo algunos rostros muy conocidos tropezaban frente a las imperfecciones del teleprompter, un monitor estratégicamente ubicado en el estudio desde el cual el presentador lee un guión previamente escrito como si estuviese hablando de la manera más espontánea.
Cada vez que alguien debía ocupar una tarima ubicada en el centro del salón ocupado por los invitados para presentar un momento del show la transmisión sufría una suerte de arritmia, entre vacilaciones en los discursos e imprecisiones en el timing y el movimiento de las cámaras.
Solo en dos ocasiones la abulia se transformó en genuina atención. La primera, por lejos el mejor momento de la ceremonia, fue la entrega del premio a la trayectoria a Barbra Streisand. Después de un espléndido clip armado con grandes momentos de su carrera en el cine le tocó a Streisand hablar sin apuro, con una calma propia de otros tiempos, acerca de su vida en el espectáculo.
Esa evocación llevó a más de un memorioso a confirmar que las ceremonias de premios que veíamos por TV en décadas pasadas eran infinitamente superiores a las actuales. Mucho más entretenidas y llenas de hallazgos visuales creados sin necesidad de efectos especiales o alardes tecnológicos. Ya no quedan figuras con el carisma de Streisand para recuperar esa historia.
El segundo, como suele también ocurrir en estos casos, fue el segmento In Memoriam. Pero este instante clásico de las ceremonias de premios funciona por sí mismos más allá de algún trabajo de producción más o menos esmerado. Lo que pudo integrarse a la transmisión de una manera más creativa, original o interesante y resultó en ese sentido un fiasco fue el reencuentro de varios elencos destacados de producciones de cine y TV del pasado. No funcionó esa idea. Las actrices de El diablo viste a la moda y los protagonistas de las series Breaking Bad y Modern Family pasaron por el escenario sin pena ni gloria balbuceando unos pocos chistes de escasa gracia. Quedaron muy lejos de contagiar a los demás cualquier tipo de entusiasmo, nostalgia o mística alrededor de creaciones que merecían recordarse en mejores circunstancias.
Esta transmisión de los premios 2024 del SAG solo quedará en la historia por una cuestión estadística, al ser la primera en su tipo y en la historia para Netflix. Y también será recordada por un hecho inédito y francamente insólito: nunca antes vimos en una transmisión de este tipo que se volviera en plena ceremonia al momento de la alfombra roja.
Después de recibir a los invitados en el tramo previo a la ceremonia, el mediático Tan France usó varios tramos de la transmisión para volver a hablar con algunos de ellos (ahora con sus estatuillas en la mano) para simular una continuidad inexplicable en la transmisión en el lugar de las habituales tandas publicitarias. Lejos de llamar la atención o despertar algún interés, ese recurso no hizo más que dejar a la vista una duplicación completamente innecesaria. France ya había conversado con los invitados de esas mismas cosas en la alfombra roja.
Netflix puede estar satisfecha de haber cumplido con todos los objetivos de una cobertura en vivo con apreciables desafíos técnicos (la transmisión en ese sentido resultó impecable), pero no cabe decir lo mismo sobre los resultados artísticos. Tal vez la ceremonia del SAG haya sido la que querían sus artífices, los actores de Hollywood que se premian cada año a sí mismos, no la que esperaba una audiencia dispuesta a entretenerse y no aburrirse. Si nos mantuvimos despiertos hasta el final fue porque había una competencia genuinamente reñida en algunas de las categorías más importantes, no por lo que ofreció una entrega de premios que deberá revisarse en su concepción visual y sus resultados si la experiencia de emitirla online para todo el mundo y en tiempo real por streaming quiere repetirse dentro de un año.
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