Oscar 2019: tras las polémicas, la Academia armó un show a su medida
Nadie sabía qué podía pasar. Sin maestro de ceremonias y con más dudas que certezas a la hora de los premios, la 91ª ceremonia de entrega de los premios Oscar comenzó con la anunciada presentación de Queen junto a Adam Lambert como vocalista principal y las estrellas presentes en el Teatro Dolby aplaudiendo entusiasmadas. Entre ellas estaba Rami Malek , ganador como mejor actor por interpretar a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, una de las que competían como mejor película. Premio mayor que, en los últimos días, ya venía sonando más fuerte que Roma y finalmente se llevó Green Book: una amistad sin fronteras.
Luego del momento musical, y a falta del tradicional monólogo inicial, hubo una poco inspirada secuencia centrada en el heroísmo, con imágenes de películas estrenadas en 2018. Pero todo fue para mejor cuando apareció sobre el escenario el trío que debería haber conducido la ceremonia: Maya Rudolph, Tina Fey y Amy Poehler. Las comediantes aclararon que no eran las anfitrionas de la noche –para decepción de todos– y que no se entregarían premios durante los cortes comerciales, pero sí comerciales durante los discursos de agradecimiento. Las actrices, excompañeras de elenco en el ciclo televisivo SNL, presentaron el rubro mejor actriz de reparto, que, como se esperaba, ganó Regina King por su actuación en el drama If Beale Street Could Talk.
Tampoco hubo sorpresas un rato más tarde, cuando Charlize Theron y Daniel Craig anunciaron el premio al actor de reparto para Mahershala Ali , por su papel del pianista Don Shirley en Green Book: una amistad sin fronteras. Sin pausa y con el ritmo acelerado que los productores de la ceremonia habían planeado para evitar que el público cambiara de canal (aunque se pasaron 17 minutos de su meta: despedirse a las tres horas exactas de transmisión), pasó la categoría de mejor documental, que fue para Free Solo centrado en la hazaña del escalador Alex Honnold, que se estrenará en marzo por Nat Geo.
A continuación llegó una de las categorías que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas pretendía dejar fuera de la transmisión en vivo: maquillaje y peinado. El premio fue para El vicepresidente, cuyo equipo fue el primero en experimentar la estricta regla de tiempo para los agradecimientos establecida por la producción. Y así, mientras la música sonaba y Melissa McCarthy y Brian Tyree Henry ingresaban caracterizados al estilo de los personajes de La favorita, hubo algo de confusión sobre el escenario. Claro que el momento pasó rápido gracias a la habilidad de los actores para presentar –con la ayuda de unos conejos de peluche– el rubro de mejor vestuario, que fue para Ruth Carter–la primera mujer negra en ganar esta categoría–, por su trabajo en Pantera negra, la película de Marvel que luego ganó también el premio al diseño de producción.
Spike Lee pudo subir finalmente al escenario y lanzarse a los brazos de su amigo Samuel L. Jackson para festejar su primer Oscar competitivo: el correspondiente a guion adaptado por El infiltrado del Kkklan. Como mejor guion original se impuso Green Book: una amistad sin fronteras.
Y entonces apareció Alfonso Cuarón para hacer historia. El realizador mexicano es el primero en la historia del Oscar en ganar como director y director de fotografía por la misma película. Pocos minutos después, su film, producido por Netflix , se quedó con la esperada estatuilla a mejor película extranjera. "Esta noche no hay fronteras ni muros que puedan frenar el ingenio y el talento. En cualquier lugar, en cualquier país, en cualquier continente, siempre hay grandes historias que nos conmueven. Y esta noche celebramos la excelencia y la importancia de las culturas y los idiomas de los diferentes países". Así, en castellano y con subtítulos en inglés, el español Javier Bardem junto a Angela Bassett, presentó el segundo premio para Roma y volvió a poner a la política y las referencias al presidente Donald Trump en primer plano.
Además de la seriedad y las reinvindicaciones hacia las minorías y la diversidad, lo mejor de las primeras dos horas de la fiesta de los Oscar ocurrió cuando Lady Gaga y Bradley Cooper se levantaron de sus butacas para subir al escenario a interpretar "Shallow", la canción nominada de la película Nace una estrella que se terminó llevando la estatuilla. Gaga perdió en el rubro mejor actriz pero no contra Glenn Close, como se esperaba: la estatuilla terminó en manos de una muy nerviosa Olivia Colman (el único lauro para La favorita), que enterneció a todos con su discurso rocambolesco de agradecimiento.
Claro que lo más destacado de la ceremonia fue lo que sucedió antes de que comenzara. De hecho, este año sin haber extendido la alfombra roja ni tener ni un premio entregado, la 91a. entrega de los Oscar ya era calificada de desastre. El vaticinio, aunque apresurado, tuvo varias razones de ser.Es que por primera vez en treinta años, la ceremonia no tendría conductor luego del escándalo que generaron unos viejos tuits homofóbicos escritos por Kevin Hart, el comediante elegido como anfitrión por la Academia. Los errores de la producción se sumaron hasta pocos días antes de la gran fiesta de Hollywood: en el afán por conseguir que la ceremonia no superara las tres horas exactas, los organizadores pensaron en cortar los números musicales de la mayoría de las canciones nominadas, una decisión que luego descartaron aunque para tomar otra que causó aun más incomodidad en la industria.
Con bombos y platillos la Academia también anunció que las categorías de dirección de fotografía, edición , cortometraje y maquillaje y peinado no se verían en vivo sino editadas durante la ceremonia. Aunque la iniciativa finalmente fue descartada, la Academia quedó casi tan malparada como cuando propuso dar un premio especial a la película más popular o, aun peor, como durante la debacle de 2017 y la confusión de sobres entre La La Land y Luz de luna.
Y ni siquiera la velocidad con la que fue entregando los premios anoche o el reparto de estatuillas entre películas populares en la taquilla como Pantera negra (triunfó además en el rubro música original), Bohemian Rhapsody (que se quedó con las categorías de sonido y mejor edición) compensó tantas metidas de pata de los organizadores de la celebración que tiene la responsabilidad de cerrar la temporada de premios de Hollywood.
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