El film, que retrata la vida familiar del comandante de Auschwitz Rudolf Höss, compitió en la misma categoría y recibió elogios por la manera en la que reflejó el Holocausto; finalmente se llevó la estatuilla
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Rudolf Höss se unió al Partido Nazi cuando tenía 21 años. Comenzó su carrera en los campos de concentración nazis a los 34, y a los 39 ya se había convertido en el comandante de Auschwitz. En ese cargo, seguía las órdenes de Heinrich Himmler, uno de los hombres más poderosos de la Alemania nazi. Por encima de Himmler estaba Hitler.
En la atroz historia del Holocausto, Höss es recordado por su obediencia irrestricta a sus superiores y por ser un innovador que logró aumentar a dimensiones inimaginables la capacidad para matar personas en el campo de exterminio de Auschwitz. A los 46 años, terminó ejecutado en la horca por sus crímenes en el mismo lugar que los cometió, Auschwitz.
La zona de interés, la película inspirada en su vida familiar durante la Segunda Guerra Mundial, ganó el Oscar a la Mejor Película Internacional. Dirigida por Jonathan Glazer, cautivó a la crítica por su mirada original sobre el Holocausto, una que pone el foco precisamente en la banal vida cotidiana de la familia de Höss, uno de los mayores victimarios.
La historia de la película transcurre casi enteramente en la agradable casa de la familia, que tiene un jardín amplio que la esposa de Rudolf dedica largas horas a cuidar y una piscina en la que juegan sus cinco hijos. Un muro gris separa la casa del campo de exterminio y esconde de los ojos de la familia la tragedia de magnitudes escalofriantes que estaba ocurriendo en Auschwitz.
La película es de ficción. Está, de hecho, basada vagamente en una novela del escritor británico Martin Amis. Pero, como delatan los nombres de los personajes, es también un intento de imaginar la normalidad de Rudolf Höss y su esposa Hedwig, los de la vida real, quienes efectivamente vivían en una amplia casa junto al campo de exterminio y disfrutaban de una cómoda vida mientras él tomaba algunas de las decisiones más atroces y brutales de la historia.
El mismo Höss, durante los juicios de Núremberg, estimó el número de víctimas de Auschwitz entre 2,5 y 3 millones.
El joven soldado
La vida personal y familiar de Höss se conoció por sus memorias, que se publicaron en español bajo el título de Yo, el comandante de Auschwitz. Höss venía de una familia acomodada y muy católica. En sus memorias, cuenta que no tuvo amigos en la infancia, su padre lo crió con estricta disciplina militar y creció sintiéndose incapaz de expresar afecto.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, siendo aún un niño, convenció a su madre de dejarlo ser enfermero auxiliar de la Cruz Roja. A pesar de que su padre lo había encaminado para ser sacerdote, Höss tenía otras ideas. “Quería ser soldado, y sobre todo no quería perderme esa guerra”, escribió en sus memorias
Con 16 años, lo consiguió. Se unió a un batallón y fue a pelear en el frente iraquí. “Jamás volví a sentir un terror semejante al que se apoderó de mí en aquel momento”, escribió Höss sobre su primer combate. “Continué disparando, con mayor seguridad, tiro tras tiro, tal como me habían enseñado en el cuartel, sin pensar en el peligro”.
Cuando volvió de la guerra, se había quedado huérfano. Entonces, decidió unirse a los Fraikorps, ejércitos paramilitares y ultranacionalistas de soldados que, como Höss, habían ido a la guerra y se sentían incapaces de volver a la vida civil.
En sus memorias, recuerda crímenes que atestiguó en el conflicto que perduraba en los países bálticos después de la Primera Guerra Mundial. “¡Cuántas veces tendría que presenciar el horrible espectáculo de casas quemadas y cuerpos carbonizados de mujeres y niños! Me parecía entonces que la locura destructiva de los hombres había alcanzado su paroxismo y que no podría ir más allá”, escribió sobre los letones en su autobiografía.
Condenado a prisión
En 1922, Höss se afilió al Partido Nazi. Poco después, fue condenado a 10 años de prisión por participar en el asesinato de un maestro de escuela, al cual acusaba de haber traicionado a un soldado de su mismo bando. Pagó solo 4 gracias a una amnistía general.
En sus memorias, describe Höss: “Mis largos años de aislamiento en la celda de una prisión me ayudaron a comprender que sólo me atraía una cosa: llegar a tener una granja con la que alimentar y asegurar una existencia sana a una familia numerosa. Ese proyecto se convirtió en el objetivo de mi existencia”.
Al salir de la cárcel, buscó la manera de realizarlo. Trabajó en granjas en el nororiente alemán y se unió a la Liga Artaman, un movimiento de ultraderecha, que años después sería absorbido por el Partido Nazi, que abogaba por el regreso de los alemanes de “la decadencia de las ciudades” al “idilio rural”.
Allí conoció a Himmler, quien años después sería su jefe en el ejército alemán, y a su esposa, Hedwig, interpretada en Zona de interés por Sandra Hüller. “La animaba el mismo ideal que a mí. En cuanto nos vimos supimos que estábamos hechos el uno para el otro”, expresó Höss sobre Hedwig en sus memorias.
En los campos de concentración
En 1934, Höss se unió a las SS, el ejército de Hitler. Abandonó su sueño de vivir en una granja para ir a trabajar en los campos de concentración nazis, donde tuvo una carrera meteórica.
Trabajó por años en Dachau y Sachsenhausen, que en esa época albergaban principalmente a prisioneros políticos, hasta que en 1940, se le ordenó estudiar la posibilidad de construir un campo de concentración en Auschwitz. Dio su visto bueno y se convirtió en el comandante.
En sus años en ese cargo, Höss fue el responsable de que Auschwitz pasara de ser un proyecto que llegaron a construir un puñado de soldados a ser una máquina de muerte. Su política era simple: trabajo forzado y represión brutal. “Cada preso debía servir a las necesidades de la guerra”, decía. Ese trabajo forzado era clave para cumplir con los encargos colosales que le hacían sus superiores, aún con pocos recursos.
Ante la puesta en marcha de las cámaras de gas en Auschwitz, Höss expresó sentirse “aliviado”. Dijo que el gaseamiento era preferible al fusilamiento, que “habría supuesto una carga demasiado pesada para los hombres de las SS”.
“Durante el último semestre de 1941 y el primero de 1942, se había dedicado a innovar: lejos de contentarse con seguir órdenes, tomó iniciativas para aumentar las capacidades de exterminio en Auschwitz”, explica el historiador británico Laurence Rees. Auschwitz se escogió como centro de exterminio para los judíos, entre otras razones, por su capacidad para reducir cuerpos a cenizas, que llegó a ser de unos 2000 por hora.
Su vida familiar
En esa época, la familia Höss vivió en lo que se conocía como la zona de interés de Auschwitz. Se trataba de un área de 41 kilómetros cuadrados, administrada por las SS, que separaba el campo de exterminio de la mirada de testigos y forasteros. Mientras en Alemania escaseaba la comida, los Höss llevaban una vida más que cómoda. “Todos los deseos que expresaban mi mujer o mis hijos les eran concedidos”, expresó Höss en sus memorias.
Es esa vida apacible y bucólica, en la que el horror de lo que pasaba detrás del muro gris apenas se insinuaba, lo que decide retratar Glazer en su inquietante película. Hay una escena, por ejemplo, en la Hedwig recibe un abrigo de piel que había sido robado a una víctima de Auschwitz. En otra, Rudolf, mientras se baña en el río con sus hijos, encuentra una mandíbula humana.
El horror no se ve nunca explícitamente, pero se cuela por las rendijas. Y, sobre todo, se hace presente a través del sonido. “¿Es un grito o el silbato de un tren? ¿O es el bebé de la casa? Somos deliberadamente ambiguos”, le dijo Johnnie Burn, el ingeniero de sonido de Zona de interés, a BBC Culture. “Hay una película que ves, y hay una película que escuchas”, expresó el director.
Sin embargo, ninguna de esas pistas de lo que pasaba a pocos metros de su casa inmutaba a la Hedwig que aparece en la película. Ella amaba la casa y la vida a las afueras de Auschwitz. De hecho, el conflicto central de la película surge cuando Rudolf recibe un ascenso y le tiene que decir a su esposa que debe marcharse a Berlín. Eso también ocurrió en la vida real, a finales de 1943. Y, como en la película, el resto de la familia se quedó a vivir en Auschwitz.
Lo que ya no se ve en la película es que Höss regresó a los pocos meses con el encargo de llevar a cabo la que se conoce como “Operación Höss”, que consistió en llevar a Auschwitz a más de 400.000 judíos húngaros en un lapso de dos meses. La inmensa mayoría fueron enviados inmediatamente a las cámaras de gas.
Después de la guerra
Al final de la guerra, la familia Höss se escondió en el norte de Alemania, con la esperanza de esperar hasta poder escapar a Sudamérica, pero no lo consiguieron. Rudolf se ocultó en una granja y las autoridades tardaron un año en dar con su paradero. Lo delató su anillo de boda, que tenía grabados su nombre y el de Hedwig. Fue el primer nazi de alto rango en confesar los crímenes de Auschwitz y fue condenado a morir en la horca.
Las investigaciones de historiadores y psicólogos para entender la psique de los líderes del horror del Holocausto apuntaron a que Höss era un nazi convencido y sobre todo extremadamente obediente.
Después de la guerra, mostró signos de arrepentimiento. “Ahora me doy cuenta de que todo ese encarnizamiento mío no podían contribuir en nada a la victoria alemana. Pero, en esa época, estaba firmemente convencido de que acabaríamos ganando la guerra y no quería permitirme el menor traspié ni el menor desfallecimiento”, expresó en sus memorias que escribió mientras esperaba la pena capital.
El psiquiatra estadounidense Leon Goldensohn dijo que, durante los juicios de Núremberg, Rudolf Höss le respondió en tercera persona pero refiriéndose a sí mismo: “Ahora él se da cuenta de que no era bueno. Después de la rendición, llegó a la conclusión de que el exterminio de los judíos no era como le habían dicho y que hoy se siente tan culpable como todos los demás”.
En una entrevista con The Guardian, el director de La zona de interés, Jonathan Glazer, expresó que su intención con la película no era tanto hacer una historia de nazis como una sobre la naturaleza humana. Al poner el foco en la vida familiar de los Höss, “quería desmontar la idea de que son anomalías, casi sobrenaturales”. “Quería humanizarlos”, dijo en otra entrevista con el New York Times. “Para mí, no es una película sobre el pasado. Trata sobre el ahora, y sobre nosotros y nuestra similitud con los perpetradores, no nuestra similitud con las víctimas”, agregó.
*Por Santiago Vanegas
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