Potente y heterogénea maratón de danza contemporánea en el Rojas
Cruce generacional y diversidad de lenguajes son algunos de los ejes de la cuarta edición del Festival Rojas Danza, que culmina mañana
Como en los viejos y ya lejanos tiempos, el hall del Centro Cultural Rojas el viernes pasado estaba lleno de público entusiasta dispuesto a sumarse al baile de la cuarta edición del Festival Rojas Danza. Probablemente, el haber apostado a que sea gratuito algo tenga que ver con la repercusión que está teniendo el encuentro.
Curado por el coreógrafo Alejandro Cervera, de extensa trayectoria en el medio, el festival plantea ciertos ejes curatoriales atravesados por uno que cruza a la mayoría de las propuestas: el cruce generacional y de lenguaje. Y, desde el punto de vista de la producción y aunque haya contado con un mínimo presupuesto, esta edición logró que alrededor del 70 por ciento de los montajes que se presentan hasta mañana, último día de esta maratón bailable, sean estrenos. Lo cual no es poco.
Dentro del menú ideado aparece un apartado llamado Mujeres en Danza (se repite hoy, a las 20). Está compuesto por cuatro solos bailados y coreografiados por mujeres en un programa compartido. Quien abre el juego es la excelente bailarina y coreógrafa Carla Rímola con una respetuosa mirada sobre la gran Isadora Duncan (y su legado en los tiempos que corren). Le continúa Leticia Mazur (imposible no recordarla en Secreto y Malibú) con una propuesta íntima, expansiva y lúdica en la que comparte escena junto al músico (e intérprete) Martín Minervini. Completan el programa Eugenia Estévez y Cecilia Bolzán en un programa de búsquedas muy diversas (lo cual, es toda una riqueza en sí misma).
En el mapa del diálogo permanente de creadores y creaciones que hacen a la historia de la danza contemporánea local, la Galería de Arte del Rojas está habitada por videos con escenas de Villa Villa y Fuerzabruta que entran en diálogo con la potencia visual de las fotos de algunos montajes de El Descueve o la delicadeza de algunos trabajos de arte textil de Andrea Servera en un contrapunto de visual sumamente interesante que da cuenta de las distintas búsquedas expresivas.
Si Mujeres en Danza es unas de las líneas curatoriales del festival, hay otra que está vinculada con lo político que quedó en manos de Daniel Goldín (ex integrante del Ballet del San Martín y de Folkwang Tanzstudio) y Ramiro Cortez (el mismo joven cocreador de Los cuerpos y La corporación). En plan promocional, la obra de Ramiro, Delfín negro, se presentará mañana, a las 20, en la Sala Cancha, del Rojas.
Let's dans
En ese mágico lugar tan requerido por aquellos que quieren expandir su búsqueda en espacios arquitectónicos por fuera de la rígida métrica de una sala tradicional, Josefina Gorostiza (una de las magníficas bailarinas de La Wagner), estrenó Coreomanía / no puedo parar. Eso de que no pueden parar es literal: de hecho, luego de un "no final" los ocho intérpretes no detendrán nunca su marcha y el público, tal vez, termine caminando por la desangelada avenida Corrientes con algo de la energía latente en el cuerpo.
En tren de contrapuntos, Coreomanía comienza con una escena opuesta a la del final: un performer, un impecable Nicolás Goldschmidt, empieza a cantar tímidamente "Bailar pegado", ese tema tan bizarro como pasional de Sergio Dalma. Y en un clima de tensión lúdico, efusivo y contagioso se le van sumando Mauro Appugliese, Victoria Delfino, Juan Manuel Iglesias, Antonela Pereyra, Mauro Podestá y Carla Di Grazia. Todos ellos son los militantes de esta banda de hambrientos de la música y de un tipo de movimiento que no se rige por la búsqueda de las buenas formas. Son, todos ellos, la escena de lo diverso, de la entrega, del desenfreno, de ese bailar hasta quedar exhaustos (como dirían los del Combinado Argentino de Danza). Nobleza obliga, a los estupendos intérpretes hay que sumarle a Facu KchiHomeless, el encargado de un impecable diseño sonoro que, con el paso de los minutos, deja su bandeja para ponerse a bailar como si estuviera arriba de un parlante pendiente de sí mismo.
Coreomanía es de esas propuestas que el cuerpo agradece. Probablemente, en su tránsito amerite algunos ajustes; pero hay una buena alrededor este montaje: en agosto tendrá revancha con otras 4 funciones.
Otros cruces
El Festival Rojas Danza transita otra línea curatorial en la que cuatro coreógrafos de la danza contemporánea trabajan con cuatro grandes intérpretes. El ciclo se llama Clásicas Redirigidas y en uno de los dos programas está compuesto por El catáfilo, coreografía de Ramiro Soñez con el bailarín Carlos Trunsky y el músico Pablo Bursztyn en escena; y Crush, creación de Romina Simone y con Leticia Latrónico. Si la primera está regida por lo experimental, por imágenes muy logradas y por esa orgánica relación entre música y movimiento; en la segunda la búsqueda es más de tono formal a cargo de una intérprete de inobjetable trayectoria. Este programa se repite mañana, a las 21.30; mientras que el otro programa de Clásicas Redirigidas (con Damián Malvacio trabajando con la bailarina Sofía Mazza e Iván Haidar con Soledad Pérez Tranmar), irá hoy, a las 21.30.
Para estos dos últimos días de esta maratón de danza contemporánea y sus diversos cruces hay otras propuestas previstas. La programación se puede consultar en la página del Centro Cultural Rojas. Como punto de cierre, eso sí, prometen fiesta, prometen baile (no podía ser de otro modo).
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