Potente montaje llevado al límite
Un trabajo / Intérpretes, dramaturgia y dirección: Elisa Carricajo y Lisandro Rodríguez / Asistente de dirección: Manoel Hayne / Asistente técnico: Lucas Ciro Bustamante / Diseño gráfico: Lisandro Rodríguez / Diseño de espacio y dispositivo audiovisual: Matías Sendón / Sala: Elefante Club (Guardia Vieja 4257) / Duración: 60 minutos / Funciones: lunes, a las 21 / Nuestra opinión: muy buena.
El hall de Elefante Club de Teatro tiene algo de cocina de una casa. En verdad, es la cocina de la casa convertida en teatro. Esta vez, la mesada tiene algo de estudio central de un set televisivo. En verdad, y de esto uno se da cuenta cuando comienza el trabajo, "es" un estudio de control de un set televisivo. El trabajo se llama Un trabajo. Recién al final vendrá el programa de mano. En él, más allá de la ficha técnica y de un listado de agradecimientos en los que figura buena parte de lo más granado de la escena indie del teatro y del cine, no hay ni una línea sobre la propuesta. Sólo un papel que llega al final de la propuesta mientras suenan los ecos de este trabajo llamado Un trabajo (así de directo, así de radical en su presentación).
En el mínimo escenario está ella: Elisa Carricajo (brillante intérprete del brillante grupo Piel de Lava). Está en un miniset televisivo plagado de cables, cámaras, luces y -obviamente- esas típicas plantas tan decorativas como decadentes. Graba cortas reflexiones sobre un tema como si fuera, tal vez, uno de esos programas de trasnoche de "llame ya". Toma una. Dos. Va de vuelta. Descanso. Play. Rutina. Toma cuatro. Va de vuelta. Break.
En esos microdescansos ella habla con el que está en el control (Lisandro Rodríguez). A él nunca lo vemos. A lo sumo aparece su rostro proyectado en una pantalla ubicada arriba de donde está ella en la que conviven otras imágenes: la de ella misma, la de otros presentadores, la de otras mujeres en situación de casting, la de otras mujeres practicando sexo oral, la de ella misma.
Entre las grabaciones va tomando cuerpo un núcleo central discursivo que, de a poco, va mutando, va yuxtaponiendo planos, pliegues, recortes. El acoso laboral convive con la denuncia de precarización laboral, que convive con la crítica a los medios, que convive con un cuerpo (el presente en escena, el ausente de la escena, el espacio en sí mismo) devenido en un campo de tensiones permanentes. Mientras todo este cuerpo se articula, él (el cuerpo ausente, del que sólo se oye la voz) habla de su deseo de ser padre. En verdad: de gestar a su hijo en su propio cuerpo. En verdad: "De hacer crecer otro cuerpo alimentándolo de nuestro propio cuerpo".
La experiencia, lo dijimos, se llama Un trabajo. Se trata de una creación de Carricajo y Rodríguez. Se encargaron de la dramaturgia, de la dirección, de la interpretación de este cuerpo escénico inteligente, lúdico, experimental, potente. El diseño de espacio y el dispositivo audiovisual son del talentoso Matías Sendon. La experiencia, tal vez, podría tener un grado de síntesis mayor. Podría, tal vez, catalogarse como una comedia dramática de exacta sintonía entre lo escénico y lo audiovisual, con sus puntos de fuga y encuentros. Lo más claro es que se llama Un trabajo (así de directo, así de radical en su presentación, así de jugado en su cuerpo conceptual llevado al límite). Y lo otro claro es que, en el mapa actual de la escena alternativa, se transforma en una rara avis que muchos cómplices agradecerán.
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